La misión cotidiana

¡En vaya lío nos ha metido el Papa Francisco! ¡En vaya lío misionero nos ha embarcado el Papa Francisco! Podía parecer otra cosa, pero nos ha presentado una oportunidad única y un viaje auténtico: convocando el Mes Misionero Extraordinario ha logrado que la Misión se convierta en cotidiana; haciéndonos vivir el Mes Misionero Extraordinario ha logrado que redescubramos el discipulado misionero; organizando el Mes Misionero Extraordinario nos ha hecho comprobar que la Iglesia es por naturaleza misionera.

Cartel DOMUND 2019

Estamos viviendo la misión cotidiana, con alegría transformamos lo extraordinario en ordinario, para así afirmar que somos una misión y tenemos una misión en este mundo. Se trata de la única misión, aquella que nos fue entregada por Jesús. Eso nos hace comprobar la necesidad de vivir un camino donde abrazar nuestra vocación misionera. Esta convocatoria extraordinaria hace que esta Jornada Mundial de las Misiones no sea una más, sino una ocasión para sentirnos todos discípulos misioneros.

Cuatro son las claves aportadas por el Papa Francisco para vivir nuestra opción misionera, que tiende hace la conversión personal, primero, y hacía la conversión pastoral de toda la Iglesia, porque ¡ya no vale el siempre se ha hecho así!, y tampoco la pastoral del confort, que nos hace encerrarnos de vez en cuando.

La oración es esencial. Es alma de la misión. Es centro de nuestra vida como discípulos misioneros. ¿Se entiende que un cristiano no ore con el Padre?, ¿se comprende que un discípulo misionero no se ponga en manos de la Trinidad Misionera para testimoniar su misericordia y amor? ¡Es imposible! Hagamos que la oración sea el pórtico de nuestro compromiso en medio del mundo, para hacer efectivo el encuentro personal con Jesucristo, vivo en su Iglesia: eucaristía, Palabra de Dios, oración personal y comunitaria.

El testimonio misionero de entrega de tantos y tantas misioneros y misioneras repartidos por el mundo. El testimonio de santos, mártires de la misión y confesores de la fe, que son expresión de las Iglesias repartidas por el mundo entero. El testimonio de los discípulos misioneros que tienen que presentar, ante el mundo, la “alegría del Evangelio”, transmitiendo sin miedos y sin dudas su vocación de vida cristiana. El testimonio misionero nos interpela, nos pregunta, nos hace dudar, pero cuánto bien hace el encuentro con un misionero en nuestros caminos.

La formación misionera, porque no puede existir un discípulo misionero, es decir, no puede haber un bautizado que no sienta la necesidad de formarse y conocer más para proclamar mejor el Evangelio. Y la formación no es una tarea reservada a unos pocos, al contrario, es una llamada abierta a todos. Especialmente los laicos estamos llamados a la formación teológica, que nos ayude en la vivencia espiritual. Pero una formación que pone en el centro la teología de la misión, que nos hace comprobar que la missio ad gentes es el termómetro que desvela el entusiasmo de la pastoral misionera en todas las diócesis.

La solidaridad y la caridad misionera, que nos hace comprometernos en el apoyo material al inmenso, ¡al gran!, trabajo de evangelización de la missio ad gentes, que nos hace acompañar a las Iglesias hermanas más necesitadas en todos los aspectos. No podemos cerrar nuestros ojos al resto de Iglesias hermanas. No nos equivoquemos, porque en ocasiones camuflamos lo “católico” para no decir que somos universales. Todos, absolutamente todos, tenemos una responsabilidad con la Iglesia Universal, que empieza por nuestra oración, pero que debe culminar con nuestra entrega personal y material. La caridad misionera es la evidencia palpable de nuestro discipulado misionero: es dar lo que gratis hemos recibido, es entregar para que otros puedan entregar, es transmitir lo que somos, es proclamar el Evangelio desde el corazón, con toda la vida, hasta el bolsillo, con lo poco que tengamos.

De lo extraordinario al ordinario, la misión cotidiana nos traspasa para darnos cuenta de que la Jornada Mundial de las Misiones es una llamada a la acción misionera, de la mano de las Obras Misionales Pontificias, corazón pastoral de toda la dinámica diocesana.

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