Butaca 21

Rodar una película durante el confinamiento no ofrecía muchas posibilidades escenográficas ni temáticas. Malcolm & Marie, de Sam Levinson, logra adaptarse a las circunstancias para escribir una página más en el libro de películas sobre parejas, mostrando las consecuencias de la falta de comunicación, pero, sobre todo, de la fragilidad afectiva.

Dicen que el confinamiento propició la ruptura de muchas parejas que al estar todo el día juntas descubrieron que no eran tan compatibles. Tuvo que llegar una situación tan extraordinaria para sacar a relucir la verdad sobre algo tan ordinario como la convivencia… Paradojas aparte, no deja de resultar curioso que una cinta que se presenta con el cartel de ser la primera rodada durante el confinamiento trate justamente sobre un conflicto de pareja que hace tambalear los cimientos de la relación. Pero, además de por esta coincidencia, creo que Malcolm & Marie es una película que refleja muy bien los tiempos en los que vivimos, dado que en sus protagonistas confluyen neuras, inseguridades y rasgos de la personalidad que podemos encontrar en cada uno de nosotros, entre nuestros amigos y conocidos y, de forma mucho más grotesca, en tantas celebrities que aparecen en televisión.

Malcom es un director de cine que acaba de estrenar una película con la que por fin puede obtener el ansiado éxito de crítica que confirme su talento. Marie, su pareja, ha logrado dejar atrás un pasado como toxicómana, aspira a ser actriz y su historia de superación parece haber servido de inspiración para la película. De vuelta a casa, lo que debía ser una celebración íntima se convierte en una durísima pelea dialéctica que se prolonga durante varios asaltos. La sombra de títulos como la infravalorada Blue Valentine (Derek Cianfrance, 2010), la maravillosa Antes del anochecer (Richard Linklater, 2013) o la reciente Historia de un matrimonio (Noah Baumbach, 2019) es larga. No obstante, mientras que en aquellas el desencadenante era la fricción provocada por las desavenencias de la vida en pareja o la divergencia de objetivos; en esta ocasión basta con aparentemente ingenuo olvido para iniciar la contienda con un reproche que se acaba transformando en una enorme bola de nieve que amenaza con llevárselo todo por delante.

Él busca el éxito y el reconocimiento de una forma insana, procurando agradar a todos aquellos que considera que pueden ayudarle a conseguirlo. Su ambición es tal que incluso pone en entredicho la naturaleza de los auténticos motivos por los que está con Marie. Pero su desmedido ego no es más que una careta tras la que se esconde una profunda inseguridad que le hace contraatacar en cuanto amenazan con desenmascararla. Ella es una persona frágil que de alguna forma está en deuda con él por, entre otras cosas, estar a su lado durante la desintoxicación. Pero después de superar ese bache sigue siendo una persona en construcción necesitada de un proyecto vital para no ser solo “la pareja de”. Los dos reaccionan atacando en cuanto se les confronta con el complejo de inferioridad con el que lidian. Y ambos demuestran una gran dificultad para limar asperezas, dominar sus impulsos y templar las emociones; convirtiéndose en bombas de relojería a punto de explotar.

La película pretende ser realista y dibuja dos personajes en los que ciertamente podemos reconocernos de alguna forma. Desde hace años, en educación se viene hablando de la importancia de cultivar la inteligencia emocional. Podemos comprobarlo echando un vistazo a muchos perfiles de redes sociales o viendo los realities de la tele (aunque quizás baste también con mirarse uno mismo). Malcolm & Marie evidencia esa necesidad y quizás por eso resulta sencillo conectar con ella. No obstante, su afán de realismo chirría con la excelencia retórica de unos diálogos muy bien escritos, pero poco naturales en muchos momentos. Cuesta creer que la vehemencia solo se refleje en el tono de voz y la expresión corporal pero que no afecte a otros aspectos de unos discursos perfectamente hilados, con una sintaxis sin tacha y sin apenas rastro de elementos característicos de la oralidad como las repeticiones o muletillas… Quizás sea la deformación profesional lo que me hace advertir estos detalles, pero, sea por lo que sea, no ayudan a que la pelea sea orgánica.

Los dos actores se encuentran aquí ante la mejor oportunidad de lucimiento que el cine les ha dado hasta el momento. Ambos lo aprovechan, aunque claramente es Zendaya quien destaca. La joven actriz demuestra versatilidad y fuerza y confirma así el buen momento que atraviesa tras su participación en la primera temporada de la serie Euphoria. En cambio, su compañero de reparto, en un nuevo intento por demostrar que es algo más que el hijo de Denzel Washington, tendrá que seguir currándoselo.

El resultado final es bastante agradable, aunque en ocasiones en guion avanza lento y acaba siendo redundante. De hecho, con un metraje ligeramente inferior a los noventa minutos habría bastado y sería mucho más disfrutable. Lo que estaría bien es que dentro de unos años nos regalasen una segunda parte donde poder conocer la evolución de esta pareja, siguiendo la senda marcada por la trilogía de Richard Linklater, si es que Malcolm y Marie siguen juntos.

Nota: 7/10

@cinepacografico

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