On the rocks
On the rocks, la nueva película de Sofia Coppola, es una comedia ligera que está pasando más desapercibida de lo que debiera. Una especie de buddy movie protagonizada por una hija en crisis y un padre que hace las veces de torpe consejero. Pero tras la aparente frivolidad de la trama, una vez más, subyacen más lecturas que convierten a esta pequeña cinta en una propuesta interesante y muy disfrutable.
Comencemos con un prejuicio: Probablemente Sofía Coppola sea una niña pija. Y lo afirmo en presente porque, aunque tenga ya cerca de medio siglo, siempre será la “hija de”. Por eso me resulta imposible pensar en ella como en una cincuentona. Para más inri, su filmografía está compuesta mayormente por historias de personajes de clase media-alta (tirando a bastante alta), cuyos conflictos se desencadenan fundamentalmente como consecuencia del hastío que experimentan cuando se dan cuenta de lo monótonas y aburridas que son sus existencias de pijos ya sea de vacaciones Tokio, en hoteles de lujo de Los Ángeles o en la corte de Versalles en el siglo XVIII.
Ella, miembro de una de las familias de artistas más prolíficas de Hollywood, encontró tras las cámaras el reconocimiento al trabajo que tanto se le negó (con razón) cuando estaba delante. A finales de los noventa logró desarrollar una voz y estilo propios hasta convertirse en una autora al margen de su padre. De hecho, actualmente ella es la estrella de sus películas, por encima de los actores de los que se rodea. Y lo ha logrado sin ocultar lo que es y de donde viene, reflejando en muchos de sus guiones sus inquietudes y parte de sus experiencias. El resultado son historias de pijos, pero que desprenden honestidad. Y es esa honestidad la que le permite conectar con el gran público.
Si algunas de sus obras más celebradas escondían un discurso grave tras un tono aparentemente naif, en esta ocasión la directora cocina un producto más light y realiza la que puede ser catalogada como su película más cómica. Es cierto que el desarrollo es mucho más ligero que en sus otros trabajos, pero, aunque algunos se hayan acordado de Woody Allen viendo esta película, Coppola no es el genio neoyorkino (ni pretende parecerse). Da la impresión de que, con la edad, ha dejado atrás algunas de las inquietudes más existencialistas y de difícil respuesta, como en Somewhere (2010), para centrarse en asuntos más cotidianos como la crianza de los hijos, el trabajo cotidiano o la relación dentro de un matrimonio tras varios años. Y quizás la madurez le regala otra perspectiva sobre la vida. Como decía un personaje en una peli de Woody Allen: “la comedia es tragedia más tiempo”. Pues parece que Sofía ha aprendido a reírse hasta de sí misma y de sus neuras.
El argumento gira en torno a una madre de dos hijas que comienza a dudar de la fidelidad de su marido, que está volcado en una nueva empresa. Sus sospechas se ven alimentadas por un bloqueo creativo que le impide avanzar en la escritura del libro que le han pagado por adelantado y, sobre todo, por la peliculera imaginación de su padre: un rico seductor que proyecta en su yerno todas sus motivaciones de juventud. La historia permite, pues tratar asuntos como la confianza en uno mismo y en la pareja, el diálogo y el cuidado conyugal, el tedio que provoca la rutina, la frustración de expectativas o las relaciones paternofiliares. Pero, entre toda esta amalgama de temas, sobresale un hermoso discurso sobre la necesidad de sentirse amado que, si bien no justifica todo, explica muchos de nuestros comportamientos. Y ahí es donde la película logra conectar a otro nivel con los espectadores, porque esa es una verdad que todos compartimos. Es más, si nos fijamos en su obra, puede que incluso sea un leit motiv en la filmografía de la directora.
Con toda seguridad, esta no será la película por la será recordada, pero es, sin duda, un inteligente paso adelante en su trayectoria. Un soplo de aire fresco que insinúa la posibilidad seguir creciendo en una realizadora que ya no busca ni reconocimiento ni alejarse de la sombra paterna. Está claro que a ella los prejuicios le dan igual. Bien por ella.
Nota: 7/10
@cinepacografico
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