EL MUNDO QUE CONOCÍAMOS

estado-de-alarma-1Cientos de millones de personas asomados a sus ventanas, los que no están recluidos en sombríos interiores, viendo pasar la vida. Nos habíamos acostumbrado a las series distópicas, y muchos de nosotros aprovechábamos las noches en el sofá para darnos nuestra diaria sesión de apocalipsis. Hablo de los instalados en la zona confortable del mundo, los que teníamos aceptable sueldo, vacaciones transfronterizas en perspectiva y televisión de pago. Por las mañanas, en la oficina, (sin hacernos spoiler, por favor), hacíamos recuento de nuestras ficciones favoritas y unos hablaban con énfasis de Netflix, otros de HBO, otros de Sky, otros de Amazon prime video, y otros, las teníamos todas. El caso es que ahora que no vamos a la oficina y tenemos todo el tiempo del mundo para ver distopías, yo, al menos, he perdido el gusto por el género. Ahora paso las horas con “Fortunata y Jacinta” de Galdós, con comedias clásicas como “Con faldas y a lo loco” y con viejos estudios 1, de la videoteca de RTVE, amén del wasap en sesión continua. La distopía la tengo gratis y en abierto con solo mirar por la ventana. Cuando me canso, me voy al sofá y me asomo a la otra ventana, la del Telediario, donde le ponen cifras e imágenes a una tragedia a la que no conseguimos acostumbrarnos y que es la nuestra: no la vivimos por delegación sino en rigurosa carne propia, en primera persona, que dicen los cursis.

El mundo se ha vuelto extraño e inhóspito, un poco extraterrestre, y cuesta hacernos a la idea de qué es lo que pasa, dada la magnitud y la profundidad de la catástrofe. Estamos ante la mayor calamidad colectiva desde la Segunda Guerra Mundial, volvieron las pandemias, que asociábamos a la Edad Media. ¿Cómo imaginarlas en estos tiempos de tecnologías futuristas? Pero, aunque la peste, que tuvo diversas ediciones, mató a medio mundo en la Edad Media, hemos tenido pandemias mucho más recientes, la última la llamada “gripe española”, que se llevó por delante a más de cincuenta millones de personas. No creíamos que fueran posibles este tipo de enfermedades pegajosas, y han hecho mucho daño alertas como las de las vacas locas, el SARS o la gripe A, anunciadas en su momento con trompetería apocalíptica por los medios, y que quedaron en agua de borrajas. Esta vez, cuando quisimos caer en la cuenta, el lobo ya estaba aquí. Y cada mañana, Coronavirus-Enfermedades_infecciosas-Infecciones-Reportajes-Espana_475215027_148458640_1024x576cuando despertamos, todavía sigue ahí, porque ahora las pesadillas las vivimos en sesión diurna.

Imposible saber cómo va a acabar esta película, y cuándo, pero acabará, y difícil también entrever qué nos vamos a encontrar una vez derrotado el coronavirus. Hay quienes dicen que no aprendemos nada y que a los dos días todo seguirá igual. Me parece que se equivocan. Nunca la realidad que emerge de una guerra mundial es la misma que la que fue. Caen imperios, surgen instituciones, mueren certezas y aparecen nuevos fantasmas. Ciertamente, esto no es una guerra mundial, pero quizá sea lo que más se le parece. Estoy convencido de que el mundo que conocimos hasta hace unas semanas ya no existe.

 

 

 

 

 

 

16 Responses to “EL MUNDO QUE CONOCÍAMOS”

  1. Dicen algunos viejos que la posguerra fue peor que la guerra civil. Esta pandemia nos ha sumido en el miedo y la tragedia, pero cuando por fin podamos abrir las puertas -los que queden- y salir a las aceras, la crisis que aguarda ahí será terrible. Viene a decirlo Tirado y lo ha escrito Santiago Segurola: “Nadie sabe qué clase de vida emergerá de una pandemia que ha producido una distopía impensable: un retorno con wifi a la Edad Media”. Los vencedores, e incluso los supervivientes, de la crisis de 2008 hicieron un país insolidario. Hay señales que ahora puede surgir una sociedad solidaria, una vez que hemos entendido la importante labor que puede desarrollar la ujier del Congreso. Escribo con este nombre -por jugar un poco en medio de la pesadilla- porque Pancracio, el del Metro, ha muerto. Lo último que me dijo fue: “En esta España tan querida, tan pendiente durante los últimos años de tejer banderas, de llenar banderas de ideologías, de banderas y más banderas, hicimos tantas banderas que nos olvidamos de hacer mascarillas”. Espero que todos estéis bien.

  2. Querido amigo: siento muchísimo la muerte de Pancracio, que durante tanto tiempo fue el alma de este blog y la voz más ingeniosa. Aquí hubo dos Pancracios, Celdrán y el del metro, y los dos han muerto. Es evidente que el mundo y el blog que conocimos ya no serán, ya no son los mismos. Nosotros, los de entonces, tampoco. Hace unos días se me había ocurrido pedirle a nuestro entrañable Pancracio un post sobre don José María Pemán. ¡Cuánto siento que la muerte, este maldito virus coronado, se me haya adelantado! La vida de pronto se ha vuelto una cosa extraña y desfigurada y en cuanto acabe este comentario lloraré al genial Pancracio, a quien nunca traté personalmente, pero que tanto se hacía querer por mí y por los pocos, pero doctos, amigos de este blog. Un abrazo, querido Luis Eduardo, y a salir de esta con bien. No queda otra.

  3. Ha sido un mazazo conocer la muerte de Pancracio. Es uno de los comentaristas que he seguido con más interés durante años. Ha sido un hombre intermitente, un Guadiana maravilloso. Maldito virus que tanta ruina está causando. Descanse en paz una gran persona. Extiendo el pésame a tantos amigos, de este espacio, a quienes nunca he tratado, y de manera muy especial al bloguero y a Luis Eduardo Siles, que ha sido desgraciado mensajero de esta tragedia. Nunca le olvidaremos, Pancracio.

  4. “No solamente eran pocos los que curaban, sino que casi todos antes del tercer día de la aparición de las señales morían. No solamente el hablar y el tratar con los enfermos daba a los sanos enfermedad o motivo de muerte, sino también el tocar los paños o cualquier otra cosa que hubiera sido usada por aquellos enfermos. Mis ojos fueron testigos de cómo dos puercos devoraban los despojos de un pobre hombre muerto de tal enfermedad arrojados en la vía pública, y un momento más tarde, tras algunas contorsiones y como si hubieran tomado veneno, ambos cayeron muertos sobre los maltratados despojos” (El Decamerón, Boccaccio). Era el horror. “El horror…el horror”, susurraba el enajenado coronel Kurtz, citando a Conrad. ¿Estamos viviendo un tiempo de horror, o de terror? El terror y sus matices: pánico, miedo, espanto, vértigo, pavor…soledad. ¿Dónde están los demás, dónde estoy yo? ¿En el limbo o en el infierno? El cielo no existe. Existe lo absurdo. O lo inexplicable. El absurdo que no se comprende y genera demencia (del cuerpo o del alma). Mientras tanto algo muerde y no podemos salir corriendo. Algo, sin olor, sabor, ni color, que nunca tiene sueño y envenena en silencio. Y te obligan a vivir en el exilio de nuestra propia sombra. Todo en mi casa ha quedado suspendido en espera de lo que no queremos que llegue. Los momentos se convierten en agua oxigenada. Me siento un en mí retirado, un desterrado. Echo de menos hasta los amigos que nunca tuve. Te hacen responsable de la irresponsabilidad de otros, y aún te obligan a ser el protector de un espacio interior y exterior vacío. ¿Seré yo culpable de algo? No sé lo que he hecho, pero prometo no volver a hacerlo. Algunos dicen que ya se ve una luz al final del túnel, puede que sea la luz de otro tren que se nos echa encima. (Siento lo de don Pancracio, espero que haya fenecido con la dignidad que le distinguía).

  5. No sólo ha muerto Pancracio, que ya lo siento de verdad. Ha muerto lo que lo que éramos, lo que sabíamos, lo que soñábamos y esperábamos, tan suficientes todos, tan resueltos. Quién nos lo iba a decir.

    Algunos sujetos y sujetas no sabemos sacarle brillo a la tragedia, sólo servimos para sazonar lo que ya tiene de propio buen sabor: Nos crecemos en el pitorreo y la chufla, se nos va el hilo a las cosas del reir, que son muchas, a Dios mil gracias, a la facundia, al vacile… Tantísimos motivos nos daba la vida, a pesar de todo, para hacer risas de cualquier cosa ¡Qué bien hemos vivido, redios, cuánta libertad y seguridad, cuánta abundancia! Y que no me venga nadie con flores a María, esos del santo reproche y la queja perpétua.

    El mundo ha vivido de lujo setenta años seguidos, que se dice pronto. Quiero decir, el mundo que nos importa. Que nos importaba. Poca moral nos va a quedar, en el futuro cercano, para llorar por los parias, con lo bien que lo hacíamos, con lo bien que quedábamos con nuestras propias conciencias. Pobre del que coja una patera y se acerque, cuando llegue esa postguerra que nos espera, a las costas de Almería o de Lesbos. Lo van a recibir a pedradas.

    Por cierto que, cuando escribo “en un futuro cercano”, me recorre la espalda un repeluzno frío ¿Y si ese futuro es peor todavía de lo que pensamos? ¿Y si es aterrador?

  6. ¡Qué maravilla ha escrito usted, Macaón, qué joya! Le felicitaría si cualquier alusión a la felicidad, en estos momentos, no sonara a sarcasmo. Aún así le felicito.

  7. Mi querido Siles. Bienvenido de nuevo. Haganos el favor, no se vaya usted tan lejos, ni por tanto tiempo. Siento en el alma el fallecimiento de Pancracio. No moría nadie, en aquellos tiempos, por tocar los botones de un ascensor. Qué hermosa era la vida entonces.

  8. Soy Ricard, de los Ricard de toda la vida de L´Hospitalet. Pero ustedes pueden llamarme simplemente señor de Shakira Piqué. Escribo, dado que sigo este Diario desde hace tiempo con sumo interés, para preguntar a ustedes cómo el president del Estado Español, señor Sánchez, pide la cohesión europea para luchar contra el virus, cuando él no consigue la cohesión de España. Leo hoy en La Vanguardia: “Las autonomías no cooperan entre ellas para aliviar las UCI saturadas”. Por lo demás, saludo a Doña Perfecta, a la que conozco personalmente. Hace algún tiempo estuvo en la tienda de regalos para turistas que yo regento en L´Hospitalet. Vendo cosas como paraguas, figurillas o camisetas del Barça. Ella se llevó un pañuelo que llevaba estampada una hermosa señorita bailando una sardana. No hizo, la verdad, mucho gasto, porque el pañuelo estaba de rebajas y, además, por su compra se regalaba un ejemplar del Estatut. Puedo asegurar sin temor a equivocarme que las piernas de Doña Perfecta son las mejores piernas que han paseado en mucho tiempo por Las Ramblas. Por otra parte, como buen catalán, he decidido diversificar mi negocio. Y venderé libros de producción propia. Actualmente estoy traduciendo al catalán los ‘Aforismos de Macaón’, publicados en este Diario. Voy por la mitad, y ya ocupan 563 folios a cuerpo 10 de letra. Si sigo con mi actual ritmo de trabajo, cuatro horas diarias, considero que en tres años habré terminado la traducción total de los ‘Aforismos’ y podré corregir las galeradas. El señor Macaón, naturalmente, cobrará los derechos de autor, ya pactados con él, porque “la pela es la pela”, que dijo Companis. Nada más por hoy. Salut y Visca el Barça.

  9. Caballero multiapellidado: Yo no he visitado jamás Hospitalet, entre otras cosas porque su nombre no tiene el más mínimo glamour. Pocos nombres de municipios catalanes lo tienen, dicho sea de paso. Pocos nombres de municipios españoles en general, ya que estamos. Por Las Ramblas sí que paseé en otro tiempo, del brazo de un príncipe jamaicano que vivía como un rey hasta que lo detuvo no se qué brigada de estupefacientes. Yo creo que con tantos apellidos catalanes ilustres se confina uno peor, incluso quizás se duerma peor. Demasiada gente (y encima catalanes) en una misma cama. Ojalá salga adelante su proyecto y podamos todos leer a Macaón durante años, pues a nadie se le escapará que esto es sólo el principio de una nueva era, y que el confinamiento será para siempre.

  10. Señor catalino, no malgaste usted su tiempo traduciendo simplezas. Lea la Biblia, aunque sea la de Voltaire, que le aproximará a comprender esa odiosa palabreja que llaman Cuarentena: 40 días y 40 noches duró el diluvio. 40 semanas está el que va a nacer en el vientre de la madre. 40 días de abstinencia sexual antes y después del parto. 40 años tardó el pueblo judío en encontrar la tierra prometida. 40 días soportó Jesucristo de abstinencia en el desierto y 40 horas permaneció en la sepultura.

  11. Señor Pujol i Torra, con buen tino le ha respondido a usted doña Perfecta, mi imposible siamesa, y con grande elegancia y erudición le ha ha cantado las cuarenta el señor Macaón, al que le ha faltado decir que 40 semanas, si no meses, nos tocan de reclusión. Estando el tiempo como está hoy uno no echa de menos salir a mojarse.

  12. Son conjeturas. No creo que esta jodida pandemia,o como se llame, que será larga, muy larga, vaya a cambiar, para bien, la calidad de las almas. La mayoría de los que aguanten habrán quedado en situación de pobreza, paro y ruina creciente. Me temo que nuestro gen egoísta arrollará al empático. Cuestión de supervivencia. Con tal de salvar su progenie trataran de pillar cómo y donde sea, y si se puede estafar al gobierno mejor. Amigos íntimos y vecinos de toda la vida, antiguos compañeros de trabajo, incluso padres e hijos, se mirarán con recelo, pensando cómo sacar algún provecho. Es posible que la distopía que hablaba Tirado, sea ahora cuando empiece. Son conjeturas, pero…

  13. Don Perfecto, doña Perfecta es nada más y nada menos que perfecta, o así creo yo recordarla en su olvidada visita a L´Hospitalet, de modo que no entiendo por qué sale usted a llamarla “siamesa”. Y el señor Macaón lleva razón, como siempre. Así que 40 euros será el precio de cada ejemplar de su libro cuando se publique, bajo el título de ‘Los Aforismos de Macaón en catalá’. Y el número 40 siempre estuvo ahí. Recuerden la canción del Dúo Dinámico: ’40 años tiene mi amor”; el libro de Julio Verne: ‘La vuelta al mundo en 40 días’; la película con la que se dio a conocer la gran Kim Bassinger: ’40 semanas y media’; o la edad en la que se dice que los hombres sufrimos nuestra mayor crisis: 40 años. Saludos y siempre Visca el Barça.

  14. Efectivamente la distopía está en el prólogo. Yo no he dicho, o al menos no soy consciente, de que vayamos a un mundo empático y bondadoso. El mundo es lo que es, y no lo vamos a reinventar mañana. En fin, Hobbes y todo eso. Lo que sí es seguro es que el mundo será distinto, en muchos aspectos irreconocible. ¿Qué tenía que ver la Europa del año 18 con la de 1914? Poco. Por poner un solo ejemplo, las mujeres se incorporaron al trabajo. ¿Por qué? Pues porque durante los años de la guerra, con los hombres jóvenes en el frente, ellas habían desarrollado los trabajos fabriles tradicionalmente masculinos. Y así todo. Y de la Segunda ni le cuento. Esto no es una guerra, pero no está claro que sea mejor. Es otra cosa. Y otro será el mundo en que vivamos cuando salgamos de casa.

  15. Ando estos días dándole vueltas a una frase del filósofo francés Blas Pascal, según la cual: “todos los males le sobrevienen a los hombres de no saber quedarse en casa”. A grandes males, grandes remedios: quiero suponer que ha sido este principio rector el que ha llevado a los gobernantes de muchos países del mundo a ordenar el confinamiento de los ciudadanos en sus hogares. Creo que fue Sabina, y antes muchos otros, quien dijo que “como fuera de la casa de uno en ningún sitio”. Bueno, convengamos que eso es un grandísimo riesgo y un disparate. Me quedo con la idea de Pascal frente a la ocurrencia de Sabina.

  16. Cierto, querido amigo, ya el mundo no será igual. La realidad supera la ficción…Espero y deseo que estés bien y tu familia también. Cuidaros mucho. Un gran abrazo desde Archidona.

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