Yo y mi prima Vera

Los espectadores salían del estreno de La cantante calva perplejos. Allí no había ninguna cantante y menos pelona. El teatro del absurdo nos liberó de la dictadura de la lógica y dejó los títulos al albur del capricho o de las leyes de la eufonía. Las películas nos fascinan porque prescinden de los tiempos muertos. […]