Una película salvaje

relatossalvajesComo por motivos varios no voy mucho al cine le pido al gran Boquerini (grande en altura, corazón y cinefilia) que me recomiende una película. Me da tres y me quedo con “Relatos salvajes”, argentina, de director para mí desconocido, con actores magníficos como Ricardo Darín o Leonardo Sbaraglia. Gracias, maestro, porque me has abierto la puerta a dos horas estupendas. “Relatos salvajes” es una película memorable. No es un film que uno vea como quien oye llover o comer palomitas, sino con una angustia real, con miedo a veces, con inquietud, sabiendo que lo que se cuenta no es una historia cinematográfica sin más sino un llamado a las tripas del espectador, una invitación forzosa (bienvenido oxímoron) a la empatía. En la sala yo no tenía la sensación de ver una película, que al fin es una historia diferida y que se sirve fría, sino una obra de teatro con unos actores que tocan la fibra del espectador. La película se vive con un sentido cierto de realidad, al punto que se me ocurre que tiene algo de neorrealismo a la argentina, muy siglo XXI. En la pantalla se nos presentan media docena de relatos, bien tramados y trazados, en los que cabe desde la ocurrencia a la situación negra negrísima. Hay historias como la disputa en la carretera a la que uno asiste con sensación real de pánico, sabiendo que lo que se plantea es un hecho extremo pero perfectamente verosímil y aunque el desenlace es hiperbólico no resulta menos inquietante. El primer relato, el del avión, es muy divertido y resulta el más ligero, por imaginativo y ocurrente. La historia del restaurante en noche de lluvia con comensal indeseable saca los peores instintos, muy lógicos, del espectador. La aventura vivida por el ingeniero interpretado por Ricardo Darín podría salir de un guión de Rafael Azcona y es tan reconocible, que tiene algo de pesadilla kafkiana sin fantasía. En esta historia se apunta una crítica social en la que se profundiza en la narración del accidente de tráfico, con conductor que escapa a lo Farruquito y posterior desarrollo que muestra la evidencia de un sistema corrupto, de una sociedad podrida, que no nos queda nada lejos a los habitantes de este país de operaciones púnicas y otros latines de la fea trastienda social. En fin, la historia de la boda es extraordinaria y aunque con apuntes ciertos de drama es a la postre una comedia extraña, con final feliz, que deja un buen regusto en la boca del espectador, haya comido o no palomitas. Total que si la han visto ya lo saben y si no no les he desvelado nada. Yo pasé una estupenda noche de noviembre en el cine, Boquerini la recomienda y el boca a boca corre que te corre. Lo demás es otra historia, otra película. Otra cosa.

17 Responses to “Una película salvaje”

  1. Yo también voy muy poco al cine. Y hago lo que tú. Le pido pelis buenas a uno de los realizadores del programa. Esta la vi el sábado (después del triunfo del Atleti) y los 9,50 que pagué por la entrada me parecieron ridículos para lo que sentí, pensé y viví.
    Firmo, afirmo y confirmo cada una de tus frases.

  2. Te juro, y no soy muy de jurar, que es una de las películas más impresionantes que he visto en años. Esto no es cine cine es cine vida. Cine realidad. El cine como un puñetazo en el rostro distraído del espectador. Una maravilla. Y, por cierto, Boquerini es mi crítico preferido, tanto menos engreído que el ampuloso Boyero, en el mismo escalón de sensibilidad que el desaparecido Ángel Fernández Santos.

  3. ¿Hasta que punto es razonable, amigo Tirado, ir al cine un domingo despues de una victoria Atletica, sabiendo de antemano que no te vas a enontrar trás el cristal de la taquilla ninguna “señorita” con dedos largos y uñas pintadas de carmesí que te vendan tus entradas de entresuelo, previamente humedecidas con un poquito de saliva impregnada de mentol?, ¿ni que vas a ver en la pantalla la mirada cargada de perdición de B.S.

    Y lo peor será a la salida, ver en las primeras horas de la noche las iguanas de la desesperación andar junto a los zombis hambrientos que rebuscan en los cubos los racimos de las uvas de la ira, mientras una creciente sed de mal reseca las gargantas de los olvidados, y si esperas un poco mas podras ver en los arrabales grupos humanos vendiendo y revendiendo cosas tan inutiles como una soga o un trineo medio roto con la inscripción Rosebud.

    Espera al amanecer, a las primeras ediciones de los periodicos para ver en las portadas los nuevos piratas de Moonflet y lo mejor, mira en las paginas deportivas la clasificación y suspira con agrado al comprobar como el Atletico de Madrid pisa los talones al gigante blanco.

  4. Pues señores, yo me apresuraré a ver esta película porque la recomienda Boquerini y porque le ha gustado a Tirado, que además nos ha regalado este magnífico texto. Boquerini y Tirado, Tirado y Boquerini, dos magníficos periodistas, dos personas extraordinarias. Pudieran ser dos personajes de Cinema Paradiso. De momento aparecen en este entrañable blog. Saludos.

  5. Abrumado por tanto comentario. ‘Gracias!

  6. También la he visto: muy buena.
    ¿Por qué en este blog no suele hablarse de cine? Tirado tiene madera de crítico de los buenos. Boquerini, te saludo. Tú eres de los mejores.
    ¿Dónde se esconden Seitaridis y Pancracio? Sé que no estáis muertos. Lo intuyo. Lo huelo. ¿Y Pancracio Celdrán? Lo suyo es de otra película, también de las buenas. Pero de otra.
    Echo de menos a Ana R y a Copos. A Eolo, a Macaón y a ti. ¿Seguro que no estáis muertos?
    Con todo la película no es tan buena como dice Tirado, pero es de las mejores del año. Lo que pasa es que la cosecha de este año da para poco. Muy pobre, creo.

  7. (sinopsis) A mi dolor le he puesto nombre, le llamo perro.

  8. Hola. Cinéfila usual de pantalla grande todos los fines de semana, no he visto aún la película “Relatos salvajes”, que aunque no pensaba verla, ya que con tanto entusiasmo nos habla de ella Boquerini y Tirado, no dejaré de hacerlo.
    Yo os recomiendo la película española “La isla mínima”, cine de género negro cómo los de antes, no me alargo más. No sé lo que sobre ella dirá el gran Boquerini.
    pero, ha tenido y sigue teniendo un gran éxito de critica y público.

  9. Soy copos,compañeros, si os puedo llamar asi.He tenido un error informático, y el anterior encabezamiento es el mio.

  10. Como viene a cuento reproduzco a continuación las palabras textuales de Boquerini:
    Te recomiendo tres:

    “Relatos salvajes”: 5 episodios de humor negro muy, muy, muy salvajes: “BoyHood (Momentos de una vida)”, Rodada a lo largo de 12 años. La vida tal y como es. La película del año. Y “La isla mínima”, un thriller ambientado en 1980 en las marismas del Guadalquivir. Gran película española en la que lo que se calla es casi tan importante como lo que se cuenta. Las tres pelis son muy buenas.

  11. ¡Maldita sea! El general Rodrigo echa de menos a todos menos a mi. Aunque le he tirado los tejos suavemente al general, que es lo que hago con todos (porque está en mi adn ese gusto por el calentamiento, no diré de qué) no parece haberse impresionado mucho.

    ¡Snif! (onomatopeya de lloriquear, no de otras cosas)

  12. ¿A mí? ¿Cuándo? ¿En qué película? ¿En qué fotograma? ¿En su escote o en el mío? Punto a qué ombligo aproximadamente. También yo lloro por no haber captado/calado la indirecta. Estoy viejo, es verdad, pero no del todo tonto. Repítase la escena.

  13. No se apure, amigo. Ni se alborote. Yo coqueteo de serie (y siempre en serio) y sí es verdad que con cada interesado empleo una estrategia ad hoc… Me seco las lágrimas, me recompongo el maquillaje y vuelvo a poner el juego en modo “salida”, aunque con una pequeña anotación: Ojo, cinéfilo.

    No lo creerá Vd.,pero el cinéfilo es una especie muy domesticable, por previsible.

  14. Doña Perfecta, qué gusto leerla, yo siempre la echo de más, porque todo lo que escribe me parece poco. Fugaz como la inteligencia, algo descocada y con mucho coco en botijo de prosa. Un saludo, se la quiere.

  15. Me ha alegrado Vd. la noche, dios del viento provisional. Debería hablar de cine, o al menos ver las películas que aquí se recomiendan, sin duda extraordinarias, pero hace años que no voy. Del mismo modo que los alimentos tienen un sabor distinto sin cocinar, esa privación me ha pernitido ver y saborear la vida de otra forma. Hay muchos menos héroes y menos escenas recurrentes en mi memoria que en la de los demás, y eso, no se por qué, me hace sentirme vagamente superior.

  16. Y si después de tantas palabras no sobrevive la palabra.

  17. Muerta la palabra se acabó la rabia.

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