Las viñetas
La tentación ante los recientes crímenes de París es no escribir. ¿Para qué? ¿Qué puede uno aportar de nuevo ante los ríos de tinta que van a dar a la mar, que es el morir? Poca cosa. Pero escribiré porque hay algo que me preocupa, me desazona al punto de que creo que no hay solución. Hay una corriente de opinión muy amplia en Occidente que descree de su propio sistema de valores, que naturalmente es imperfecto y en cuyo nombre también se mata y se miente. Esa corriente de opinión incluso ante un hecho tan diáfano como los asesinatos en la redacción de “Charlie Hebdo”, con los cadáveres aún calientes, se apresura a trazar una equivalencia entre el sistema occidental y lo que podríamos llamar islamismo, para concluir que sí, pero que no, que ellos matan pero que hay una larga serie de antecedentes que explican esas matanzas, en una suerte de sutileza de lo que podríamos denominar “y tú menos”. Por ese camino podríamos llegar a Caín y Abel para explicarlo, cuando no justificarlo todo.
El escritor francés Jean Baudrillard, escribía en 1990, en su libro “La transparencia del mal”, en alusión a la sentencia a muerte dictada por el Irán de Jomeini contra Salman Rushdie por la publicación de su novela “Los versos satánicos”, algunas reflexiones que vienen al cuento:
“El Islam entero, el Islam actual, que no es en absoluto el de la Edad Media y que hay que apreciar en términos estratégicos y no morales o religiosos, está a punto de hacer el vacío alrededor del sistema occidental y de practicar de vez en cuando, mediante un solo acto o una sola palabra, unas grietas en este sistema por el que todos nuestros valores se precipitan al vacío. El Islam no ejerce una presión revolucionaria sobre el universo occidental, no amenaza con convertirlo o conquistarlo; se contenta con desestabilizarlo mediante esta agresión viral en nombre del principio del Mal. (…) La estrategia del ayatolá es sorprendentemente moderna, al contrario de lo que pueda afirmarse. Mucho más moderna que la nuestra, ya que consiste en inyectar sutilmente unos elementos arcaicos en un contexto moderno: una fatwa, un decreto de muerte, cualquier cosa. Si nuestro universo occidental fuera sólido, eso no tendría el menor sentido. Por el contrario todo nuestro sistema se hunde en él y le sirve de caja de resonancia: ejerce de supraconductor del virus.”.
En fin, así hablaba Baudrillard en 1990. No sé cuánta razón tendría, ni creo que la realidad sea fácilmente explicable, asimilable y digerible, pero en todo caso me parece que sus palabras podrían tener alguna vigencia. Al menos merecen formar parte del debate en la misma medida que las de quienes a fuerza de cogérsela con papel de fumar terminan, indirecta y sutilmente, claro, culpando a las víctimas de su propia desgracia, que es la nuestra.
P.D. Recomiendo este artículo de Enric González en “El Mundo”.
Usted y sus clásicos. Alcántara y Enric. Le recomiendo a LES o a JNJ
Estimado escritor y amigo Juan Antonio: Has dado en el clavo, el crimen es crimen aunque los vistas de religion o de la razón de la sin razón. Mas esta civilización tiene grietas donde el crimen ciego resuena golpeando nuestras conciencia con la resonasancia universal de los derechos humanos que nos los pasamos por el foorro de los cojines.Y ellos lo saben Y pagan justos por pecadores.Léase Los Justos de Albert Camus.
La expresión está compuesta por la forma Allāhu, nominativo de Allah (Alá), traducido por «[el Único] Dios», y la forma akbar, superlativo del adjetivo Kabir «grande», traducido por «más grande». Alá es la polla!
Tener fe significa no querer saber la verdad.
El fanatismo es a la superstición lo que el delirio es a la fiebre, lo que la rabia es a la cólera. El que tiene éxtasis, visiones, el que toma los sueños por realidades y sus imaginaciones por profecías es un fanático novicio de grandes esperanzas; pronto podrá llegar a matar por el amor de Dios. (Cartas filosóficas)
Hoy día algo huele a muerto. “Los dioses existen, son el demonio”, recitaba Baudelaire. “Occidente ha apostado por el logos, por el ser (el ente), por la ciencia, por la acción, por el dominio de la natura, y Oriente ha optado por la suprema lucidez mística… ¿habrá que aproximarse al origen?”, filosofaba S. Paniker (antes de las guerras del Golfo y los Bin Laden). Gran culpa la tuvo Calvino. Max Weber le dio la vuelta a Marx. No son los sistemas productivos los que producen los fenómenos religiosos, como tratan de explicarnos los marxistas, sino al revés. La ética de Calvino entendía que la economía, la industria y el trabajo penoso forman parte de la virtud moral, y que el éxito en los negocios es una evidencia de la gracia divina. Calvino jugó un papel trascendental en la transición del feudalismo a la implantación del capitalismo. Max Weber en sus estudios sobre religiones orientales (islamismo, hinduismo) concluía que las ideas religiosas y filosóficas imperantes en tales culturas habían impedido el desarrollo del capitalismo en estas sociedades. Al Islam le faltó un Calvino. Y entonces surge la pobreza, y la pobreza humilla, y la humillación engendra odio, violencia, muerte. Ignoro si asistimos a un nuevo y fúnebre capítulo de guerra de dioses, guerras que difícilmente capitulan. Pero que nadie se rasgue las vestiduras. La historia se repite. Todos, en algún momento, hemos sido víctimas y verdugos. Es cuestión de vientos. Las religiones, todas sin excepción, no han servido nunca para acercar y reconciliar a los hombres, todo lo contrario, han sido y siguen siendo causa de sufrimientos inenarrables: cruzadas criminales y guerras santas, quema de herejes, la brutal Inquisición, el índice de libros prohibidos, oposición a los avances de la ciencia (incluso al pararrayos), el arrinconamiento de la mujer, la matanza de judíos, el apoyo a dictaduras sangrientas y todo de una monstruosa violencia física y espiritual lo que constituye uno de los más tenebrosos capítulos de la mísera historia nuestra. Estoy seguro que si todos fuéramos ateos viviríamos en una sociedad más pacífica, tolerante, solidaria y humana.
A mí también me desazona esa corriente de opinión a la que te refieres, amigo Juan-Antonio.
Pero claro que hay que escribir, y mucho, sobre los crímenes de París y las reacciones¡y reflexiones que han suscitado y siguen suscitando. De hecho, algunos de los artículos que se han publicado estos días están entre los más acertados que he podido leer en mucho tiempo sobre lo que podríamos llamar “el problema de islam” (que va mucho más allá del islamismo político y del terrorismo yihadista).
Para ser claros: estoy absolutamente harto, y desde hace años, de la actitud que muchos “occidentales” (qué poco me gusta esa definición) tienen hacia la religión islámica y las incontables muestras de fanatismo e intoleranciade las que hacen gala muchísimos de sus fieles y seguidores.
Estoy absolutamente harto de las voces que nos dicen que las barbaridades yihadistas “nada tienen que ver con el auténtico islam” y que sus autores “no son veradderos musulmanes”.
Especialmente me duele ese buenismo (o estupidez) cuando proviene de gentes y grupos progresistas, por ser y sentirme una persona “de izquierdas”, aunque para algunos esa palabra tenga hoy en día poco significado.
¿Cómo es posible, me pregunto, que las fuerzas de izquierda europeas hayan abandonado la bandera del laicismo en manos de partidos y movimientos xenófobos y de extrema derecha? ¿Tan difícil es distinguir el respeto hacia los musulmanes, como ciudadanos que tienen todo el derecho del mundo a practicar su religión, y el derecho de quienes no somos islámicos a criticar hasta donde haga falta unos dogmas y creencias que, en mi opinión, son retrógrados y propician el atraso de las sociedades en que el Islam es mayoritario y la desigualdad de sus gentes?
Uno de lo espantajos más de moda para los políticamente correctos es el del peligro de “islamofobia”. Y yo me pregunto: ¿qué se quiere decir con ese neologismo?
Porque si ser islamófobo es criticar y rechazar una religión que tiene infinidad de tabúes y prohibiciones, que considera y trata cono inferiores a las mujeres, que impone cómo vestirse, qué se puede comer o beber y qué no, que castiga la apostasía o el cambio de religión hasta con la pena de muerte, que aplica casigos medievales (latigazos, amputaciones…) a los autores de determinadas conductas, que persigue con saña la homosexualidad, que obliga a creerse a pies juntillas cosas tan racionales como que su libro sagradao, el Corán,se lo dictó el mismo Alá a su profeta, en una excursión de éste por los cielos, y por lo tanto, es eterno e inmutable, que prohíbe la representación gráfica de Alá o Mahoma,que tiene como uno de los 5 pilares de su fe la guerra santa contra los infieles (es decir, los no mususlmanes), y un larguísimo atcétera, entonces, digo, yo también soy “islamófobo”, por más que reconozca y respete el derecho de ltodos los musulmanes a creer en lo que quieran y a practicar su religión sin otro límite que las libertades y derechos de los demás protegidas por las leyes.
¿Que el Islam admite muchas interpretaciones? Muy probablemente sea cierto ( no sé nada de teología islámica y, por consiguiente, no tengo opinión al respecto).
De lo que sí estoy convencido es de que la mayoría de los mususlmanes, como el resto de los hombres y mujeres de este planeta, son gentes de bien y desean vivir en paz.
Como también lo estoy de que la única forma de integrar a los musulmanes en nuestras sociedades “occidentales” es no andarse con paños calientes, dejarse de paternalismos y fijar con toda claridad los límites que no pueden traspasarse, entre ellos el derecho de todos nosotros a criticar su rteligión si nos place.
PD.: Es interesante la reflexión de MACAON, pero no la comparto. Una sociedad donde todos fuésemos ateos no sería necesariamente una sociedad más abierta y tolerante. Los seres humanos tenemos pasiones varias (no es la religión la única de ellas, aunque puede que sea la más poderosa), por lo que seguiría habiendo infinidad de causas por las que pelearse, odiar y matarse.
La culpa es del monoteísmo. El ateísmo es una utopía. Deberíamos abocar hacia los dioses lares.
Celebro leer una opinión bien fundamentada como la de Jaime Goded, viniendo además, como viene, de una persona de izquierdas. Yo, la verdad, es que cada día me desmoralizan más muchas gentes de izquierdas, esos llamados progresistas que tienen siempre a gala una disculpa o un sí, pero, para enfrentarse a una barbarie como las acciones terroristas de la semana pasada en París. Buenismo llaman a la cosa, o tal vez habría que hablar de tontismo, pero es desesperante que ante estos hechos las buenas gentes empiecen a darse golpes en el pecho, por mi culpa, por mi grandísima culpa, a recordar que detrás de la iglesia católica también está la inquisición, todo menos condenar sin paliativos y sin paños calientes los asesinatos. Oigan ustedes, almas de cántaro, que está en juego la libertad, lo más preciado de nuestro sistema de valores, que está gente pretende acogotarnos y ponernos mirando a la Meca, que vivir en nuestros países puede resultar muy arduo, pero ni imaginarme quiero lo que sería estar bajo espada justiciera de estos terroristas de Alá. No sea que tengamos que llorar como infieles lo que no supimos defender como auténticos forjadores de la libertad.
Muy bueno Ana R. De acuerdo totalmente con todo lo que dices, y que yo no podria haberlo expresado mejor..
Je suis islamophobe.
O sea, pienso lo mismo, más o menos, que Jaime Goded, pero lo resumo mejor.
Esto es una santa guerra de generales principios con mucha mercancía detrás que ganará (si es que las guerras se ganan) quien tenga más dinero, o sea los cristianos. Relájese y duerma en paz doña R. que nadie le va a quitar su libertad, por mucho o poco que haya hecho por conseguirla.
Le leo siempre y le admiro casi siempre, Macaón, pero me temo que su ciencia está más cerca de la filosofía (¡ese oscuro invento occidental!) que de las finanzas. Si las guerras las han de ganar quienes más pasta manejen, creo que subestima usted las energías económicas de Catar, Arabia Saudí, kuwait, Emiratos Árabes Unidos, Brunei… En cuanto a lo de la libertad no me preocupo yo solo de la mía, también de la suya, y de la de los hermanos musulmanes. No sé si habré hecho mucho por conseguirla, o mejor por mantenerla, porque a veces suponemos obvias ciertas cosas que parece que fueran tan naturales como el respirar. Le animo a que se aplique usted también por la causa, y sobre todo que no la desprecie por aparente poquedad o cosa falta de sustancia. No olvide que su Platón y su Heráclito surgieron en este occidente al que tan mínima relevancia damos muchos occidentales.