Mirar, actuar y vivir
Comenzamos un nuevo curso (pastoral, educativo, académico, personal…) y parece que, aparentemente, suena la misma música, el mismo soniquete, las mismas preguntas, acompañadas de difíciles respuestas.
En este inicio de camino, ¿dónde ponemos nuestra mirada? O mejor dicho, ¿vemos o miramos?, ¿ver o mirar?
Llevamos años detenidos en el “ver”, como anclados permanentemente en los análisis, en los datos, en las estadísticas. Todo es “ver”, pero muy poco mirar. Claro, “mirar” es más difícil, es más complicado, mirar supone un ejercicio de entrega y de salida, supone ponerse a disposición e incluso ser moldeado completamente desde el Evangelio. Pero es más fácil “ver”, ¿verdad?
Comenzar un nuevo curso debe ser plantearnos unos nuevos métodos, unas nuevas metodologías, una nueva “mirada y enfoque misionero”.
¿Qué os parece si superamos el “Ver, juzgar y actuar”? Para ello vamos a acercarnos a la Carta Encíclica Laudato Si’ del Papa Francisco, sobre el cuidado de la casa común, especialmente en los numerales 96 al 100, en los que habla de “La mirada de Jesús”. Particularmente nos vamos a detener en el número 97, cuando dice:
“El Señor podía invitar a otros a estar atentos a la belleza que hay en el mundo porque él mismo estaba en contacto permanente con la naturaleza y le prestaba una atención llena de cariño y asombro. Cuando recorría cada rincón de su tierra se detenía a contemplar la hermosura sembrada por su Padre, e invitaba a sus discípulos a reconocer en las cosas un mensaje divino: «Levantad los ojos y mirad los campos, que ya están listos para la cosecha» (Jn 4,35). «El reino de los cielos es como una semilla de mostaza que un hombre siembra en su campo. Es más pequeña que cualquier semilla, pero cuando crece es mayor que las hortalizas y se hace un árbol» (Mt 13,31-32)”.
Desde este texto del Papa Francisco podemos apreciar que cambiar el “ver” por el “mirar” es “estar atentos”, “atención llena de cariño y asombro”, “reconocer en las cosas un mensaje divino”. Es dar un verdadero salto y cambio en las concepciones de planificaciones pastorales, tan agotadas en el tiempo, porque somos más insistentes en el “ver” que en el “mirar”.
Debemos dar un salto cualitativo. ¿Qué os parece si cambiamos el “ver, juzgar y actuar” por el “mirar, actuar y vivir”?
MIRAR, para verdaderamente entrar con el Evangelio en todo lo que planificamos y programamos. En el “ver” en ocasiones dejamos muy de lado el Evangelio y más aún la “alegría del Evangelio”.
ACTUAR, es poner en movimiento, es poner en acción el Evangelio, es poner en el centro de nuestra vida el Evangelio, es poner verdaderamente la “mirada y el enfoque misionero” al servicio de nuestras Parroquias, de nuestros movimientos, de nuestras Diócesis, en definitiva de la Iglesia.
VIVIR, es ser testigos y permanente presencia del Evangelio en nuestra vida, en nuestra sociedad, en nuestra Parroquia; es ser como niños, es poseer permanente la capacidad de asombro, de alegría, de entusiasmo, de esperanza, de ilusión… ¡es la alegría del Evangelio que debe impregnar cada uno de nuestros pasos!, ¡es la presencia de Cristo en cada una de nuestras miradas!
¿Cambiamos nuestra mirada y enfoque, haciéndola más misionera, o seguimos, como siempre, anclados en planes pastorales que tienen una foto fija desde hace cincuenta años?
Todo está en la mirada que queramos poner en nuestra vida, en la que tú tienes mucho que decir. Mira a tus hermanos y vive permanente el Evangelio.
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