Discernimiento misionero para el Adviento
El Adviento siempre es presentado como un tiempo de “espera”. Tiempo de espera para el nacimiento de Dios en el mundo. Tiempo de preparación de un camino. Pero, ¿cómo esperamos?, ¿cómo nos preparamos?
La espera puede ser activa – proactiva o, en todo caso, puede ser pasiva – inmovilista. Podemos ponernos en camino para ver cómo cambiamos y cómo nos preparamos, podemos sentarnos en la senda del camino para ver cómo pasa todo y cómo no pasa algo en nosotros.
Una buena clave para ver cuál es nuestra posición en el Adviento, pero también en nuestro caminar de fe, es el discernimiento misionero. ¿Cómo discernimos y preparamos nuestro Adviento?, ¿cómo discernimos y preparamos nuestra acción pastoral?, ¿cómo el discernimiento misionero es la columna vertebral para comprender que somos una Iglesia en salida?
Estamos llamados a una profunda conversión misionera, a una intensa transformación misionera. El Adviento es una época propicia para discernir sobre ello. Pero en nuestras comunidades parroquiales siempre existe una respuesta tipo para esta demanda y transformación: “no, si nosotros lo que dice el Papa siempre lo hemos hecho”. Atentos, “¡¡¡siempre lo hemos hecho!!!”.
Muchas comunidades parroquiales, muchos laicos, muchos sacerdotes, expresan que esta “conversión pastoral” es algo de “la moda”, pero que ya pasará. Solo queda esperar a que todo pase, porque “lo que el Papa hace y dice, ya lo hacemos nosotros, que venga y lo vea”. Pues mirad, por más aumentos y lupas que usemos no encontraremos nada.
Quizá ahora sea una buena época para acercarnos a los números 76 – 109 de Evangelii Gaudium y reflexionar, discernir, sobre cómo nos afectan las tentaciones de los agentes pastorales.
En el Adviento nuevamente despertaremos para darnos cuenta que no podemos seguir actuando como si el Espíritu Santo no estuviese suscitando nada sorprendente en la vida cristiana, en la vida eclesial. Siempre existe, siempre encontraremos un más y mejor al que todos estamos llamados.
Pero, ¿asumiremos esta actitud activa para transformar el mundo, para transformar la Iglesia? El Adviento es “espera” pero también “camino”, por ello el discernimiento misionero de cada uno de nosotros, de cada una de nuestras comunidades parroquiales, nos llevará y apuntará a una “Iglesia en salida”.
En Adviento salgamos, hagamos real nuestra vocación de Iglesia en salida, que sale, que nos sale, al encuentro de la gente en su vida real, que es portadora del Evangelio en todas las periferias sociales y existenciales en la vida de un pueblo.
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