En todo amar y servir

Hay épocas del año en las que me siento especialmente vulnerable. Aunque no lo quiera. Aunque no lo busque, es así. El otoño y el invierno siempre ponen a prueba mis defensas.

Cualquiera diría que a estas alturas ya tendría que estar más que acostumbrada a estos cambios, sin embargo para mí siguen siendo algo nuevo.

Y quizá esto sea bueno, porque cada año dejo que me sorprenda: el cambio de ropaje de la naturaleza, la caída de las hojas mostrando la desnudez de los árboles… tiene su punto sublime, pero hay días que miro por la ventana y contemplo como el cielo llora y sus lágrimas se filtran hasta el mismísimo corazón y me invade la morriña.

Luego se suceden las imágenes en los telediarios de casas y aceras inundadas, coches arrastrados, aparcamientos empantanados… todo ello poniendo de manifiesto la impotencia del ser humano, pues por muy preparados que salgamos al mundo: paraguas en mano, chubasquero, botas de agua, ropa de abrigo… a veces es imposible que la lluvia y el frío no te cale hasta los huesos. Y es que hay situaciones en la vida que no puedes controlar y se te escapan de las manos sin que puedas remediarlo (enfermedades, noticias tristes…).

¿Qué haces tú en los días cuesta arriba, cuándo los oscuros nubarrones no te dejan ver con claridad?

Hay momentos en que es difícil no dejarse arrastrar por la corriente. En momentos así ya es bastante con aguantar el chaparrón, intentar seguir caminando a pesar del viento, del frío, la lluvia… y que tu integridad no se pierda por el camino.

Aunque suene paradójico lo que a mí me ayuda a seguir adelante es el sentirme débil, vulnerable, porque caigo en la cuenta de que ¡no todo depende de mí!

Porque todo cuanto me rodea sigue siendo un regalo inmerecido: las personas que me sonríen por el camino, la casa que me cobija, el agua con la que me duché esta mañana… El día a día con sus altibajos me ayuda a ir descubriendo mi pequeñez y debilidad. Y esta certeza, lejos hundirme, me da la fortaleza suficiente para seguir adelante, a aguantar bajo la tormenta, a ser paciente, y a esperar los días cargados de luz y calor restableciendo así el equilibrio.

Como dice la canción

En mi debilidad me haces fuerte.

En mi debilidad me haces fuerte.

Sólo en tu amor me haces fuerte.

Sólo en tu vida me haces fuerte.

En mi debilidad te haces fuerte en mí…

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