Con ustedes Emilio del Campo

getattachment.jpegIba yo en el metro, embebido en la lectura del periódico cuando se me vino encima un tipo muy expresivo, indudablemente feliz del encuentro. Como quiera que me quedara con cara de sorpresa, dio un paso atrás y me preguntó:– Pero, ¿tú no eres Emilio del Campo?Luego me pidió perdón varias veces, no teniendo yo nada que perdonarle, pues sólo le debía agradecimiento por haberme informado de que en algún lugar de la ciudad vive alguien que debe parecérseme mucho y que se llama así. No les escondo que he estado tentado de coger la guía telefónica para seguir la pista de ese sujeto cuya cara tanto debe semejarse a la mía, al parecer al menos del paisano que me abordó en el metro. En realidad, reaccioné un poco tarde, pues era a él a quien debí haberle pedido razón de ser sobre ese tal Emilio del Campo. Lo del doble es tema recurrente en la literatura. A mí me han confundido a lo largo de los años con distintas personas, que no sé si eran siempre la misma y menos sé si todas confluían en el Emilio del Campo del que he tenido sorprendente e inquietante noticia en una línea del transporte subterráneo.

Lo del doble, incluso triple y cuádruple, no me es extraño. Me ha ocurrido a veces con mi nombre y apellidos y ello pese a ser Tirado de una gama menos popular que Pérez o González. Hace un par de años me entrevistó en una radio local de Madrid alguien con mi mismo nombre. Había publicado yo un libro y a él le hizo gracia; no el libro, que no era de humor, sino la coincidencia onomástica.

– Buenos días, Juan Antonio Tirado- me saludó.

-Buenos días, Juan Antonio Tirado- le contesté.

Lo demás fue cosa de poca sustancia. Claro que todavía en otra ocasión me llamó el director de un banco. Preguntaba por un tal Juan Antonio Tirado Ruiz, así, con los dos apellidos, y pretendía que hiciera frente a un supuesto agujero de tres mil euros. Aun otra vez llamaron a casa diciendo que alguien con mis datos estaba gravemente herido en un hospital de Madrid. Me resultó muy simpática la ocasión en que me telefoneó mi compañera de TVE Almudena Ariza comentándome que desconocía mi afición a la salsa. El salsero era el locutor de la primera anécdota. De modo que ya ven que tengo larga historia en estos trances. No sé que me deparará el destino en mi condición de Emilio del Campo, su seguro servidor, guapo, bloguero y sentimental, pero de lo que sea les daré fe. Vale.

6 Responses to “Con ustedes Emilio del Campo”

  1. Y yo que creia que eras único e “inrrepetible” . Por si te sirve de consuelo a mí el último parecido que me han sacado es con la policía de la serie alemana Alerta Cobra. ¡No somos nada y menos en tanga!

  2. Querido Tirado, tengo información. El hombre que te abordó es, en realidad, Emilio del Campo. Es un escritor que quiere darse a conocer, popularizar su nombre. ¡No le hagas caso!
    El problema es que ha leído las obras completas de Butragueño y de Leire Pajín (Espasa) y quiere que le publiquen a él las suyas. No creo que lo consiga.
    Siempre nos quedará Pepe Murcia!

  3. ya lo creo que a todos alguna vez nos han confundido con alguien o nos han sacado algun parecido con alguien con fundamento o sin el. En mi caso según amigos a la Geenen Davis de Thelma y Louise de aquellos tiempos claro..Bueno puede ser halagador pero el reverso estaría en la atontada de una cajera de supermercado ,que frecuento ,que se empeña día si y otro tambien ,en pedirme la tarjeta que no tengo porque ¡Ah, se parece tanto a otra clienta que si la tiene que siempre las confundo¡ Un día la digo algo..¡

  4. Alguien está suplantando mi nombre y mi personalidad. No soy escritor ni lo pretendo. No tengo amigos que viajen en metro. No comprendo nada, salvo que todo esto sea un malentendido o que exista efectivamente un segundo Emilio del Campo, porque de lo que pueden estar completamente seguros es de que el original soy yo. El caso es que todo esto empieza a incomodarme un poco, no soy hombre acostumbrado a andar en letras de molde. Por favor, olvídenme.

  5. Quién es ese imbécil de Emilio del Campo? Las cosas hay que ganárselas con talento y con talante, como no podría ser de otra forma. Será uno del PP, atrasado, fascista.
    Qué es eso de ir repartiendo nombres por el metro?

  6. Ya sé, no es lo mismo… es peor. Imagina que eres Pepe Domingo Castaño y caminas por la Gran Vía. Estás contento porque acabas de terminar un buen programa una noche más. Dos jóvenes te reconocen, pero haces como si nada. No es cuestión ya de vanagloriarse por ello: millones de personas te han visto y escuchado a lo largo de décadas. Pasas al lado de los jóvenes y los dejas atrás, mientras les oyes decir claramente: “¡Mira, es Luis del Olmo!”

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