Los grandes egos

images.jpegEl ego de Baltasar Garzón quizá sea uno de los más vistosos de España, de los más exportables también. Un ego con fundamento, mucha letra pequeña, buena estampa y singular gracia y arrojo, como de capitán trueno de la judicatura, un tipo con ley que lo mismo enchirona al jefe de los etarras que le amarga los últimos meses a ese patriarca del crimen de estado que fue Pinochet. Pero en asuntos de egos hispanos ninguno con la majeza y la estatura del de Pedro Jota, ese Ramírez de los mundos, los mil demonios y la carne, que viviendo como vive en la montaña rusa de la actualidad, no conoce un instante de calma ni cabe suponerle un segundo de flaqueza o una siesta no programada.

 

A Pedro Jota se le ve y se le lee estos días feliz e intrigante con el resultado de las urnas gallegas y vascas, pero eso no es novedoso, porque él siempre vive entre tramas y tretas, pues cada día tiene su afán, a mayor gloria del diablo mundo del periodismo. Es evidente que a Jota Pedro, como le llama Miguel Ángel Aguilar, no le basta con contar, interpretar o criticar lo que pasa, él se sueña supremo hacedor de la lluvia y del sol, del gobierno y la oposición, y actúa con un gps incorporado que le permite recolocarse en cada momento sin que el movimiento de las cosas lo deje fuera de juego. Véase como vuelve a apostar por Rajoy, tras sus maniobras para expulsarlo de Génova. En esto se diferencia de ocasionales compañeros de viaje como Federico Jiménez Losantos, un alevín a su lado de gigante del embrollo. Yo reconozco mi afición a estos egos desmedidos, que se ofrecen a sí mismos, sin pudor, en permanente espectáculo, pero sospecho que la dosis quizá sea demasiado alta, que con algo menos de Garzón o Pedro Jota también podríamos ir tirando.

 

6 Responses to “Los grandes egos”

  1. No desprecies a Garzón. Este “gran ego” está dedicado a Pedro J. con todo merecimiento. Y está bien tirado, Tirado.
    Pero Garzón merece un “gran ego” separado. Para él solo.
    Totalmente de acuerdo en lo mesiánico de la actitud de Pedro J.

  2. Pues sí. De egos vistosos va la cosa. Pero si hacemos la ecuación ego/logros sociales, Garzón gana. Siempre se le puede echar en cara apariciones, filtraciones…pero, la sociedad ha ganado con los procesamientos a los GAL, Pinochet, trincones de Interior, etarras y narcos. Por contra, Pedro José pasó de ejercer el contrapoder de la prensa –con audacia y buen periodismo- a querer ser poder. O a querer chantajear al poder si no pasa por su aro. El de decidir quien, cuando y como. Y lo peor es que no ve límites. Pasa por encima de jueces, policías, fiscales o quien haga falta.

  3. ¿De qué sinuosas y extrañas sutilezas estará confeccionada la carne de nuestra alma? Porque no hay muchas dudas: ese tal Ramírez es un hombre feliz. Al mínimo es una criatura satisfecha -así se le observa-, y la satisfacción, la afirmación y contento de sí -el ego- es un síntoma de felicidad. Pero tampoco hay dudas: Ramírez es un infame. Surge el dilema: ¿Es posible la felicidad del malvado? Para Sócrates-Platón y otros antiguos clásicos esto no podía suceder: el hombre malo lo es por ignorancia y sólo a través del conocimiento podía salirr de la malicie y ser dichoso. No creo que eso sea el problema de Ramírez. Pero sí, un hombre malvado puede ser feliz. No voy a entrar en ese riesgoso y complicado terreno de qué es la felicidad. Pero creo que Ramírez la felicidad la encuentra en sentirse imvencible. Búsqueda y encuentro con el poder y el dinero (pura entelequia, por otro lado). La felicidad no está ligada al raciocinio sino a las sensaciones. En sí, no significa nada, siempre estará referida a aquello que la produce. Y a Ramírez se la produce el creerse el más sagaz, fuerte, espabilado, capaz, valiente y astuto. Ëtica y felicidad pueden dormir (y felizmente, valga la redundancia) en el mismo lecho. En sus postreros y ciegos años, Borges confesó que su gran pecado en la vida era no haber sido feliz, apostaría alto que, llegado el caso, Ramírez afirmaría lo contrario. Ramírez, y otros muchos, representa la infinita infamia, la deconstrucción de todo lo humano. No valen palabras. ¡Asco de palabras! “…no las palabras no hacen el amor hacen la ausencia…”, que dijera la poeta. Si al menos uno creyera en algún dios reparador, en un dios repartidor de merecimientos. Pero ni eso. Sólo queda reírnos -como Ramírez- sin olvidar la perplejidad, ese sano y tierno sentimiento.

  4. estoy completamente de acuerdo con el comentario que La sandalia de E, hace sobre Pedro J. La sensación que dá yo diria que casi siempre es de una persona satisfecha con él mismo, con lo que representa y con lo que dice. En lo poco que le sigo me parce coherente con sus ídeas y en lo que hace. ¡Ah, y me ha encantado eso de que la felicidad no está ligada al raciocinio sino a las sensaciones¡, .Yo tambien y como el blogero de Tirado, soy una sentimental. Del ego de Garzón no tengo nada que decir, excepto que sabe muy bien como llevarse politicamente con los ” unos” y los “otros”. Siento lo insustancial del comentario , pero es que no todos tenemos el ingenio y la sabiduría de otros que escriben aquí,,,.

  5. Reconozco la amenidad de la clase filosófica de Sandalia. Ahora, las cuestiones de felicidad, maldad, bondad, en fin las grandes cuestiones éticas no se pueden resolver con algunos ejemplos de brocha gruesa, siempre con el objetivo en el mismo sitio. Para empezar, estoy de acuerdo con Seitaridis en que el bloguero ha desarrollado en exceso el ego Ramírez en detrimento del ego Garzón. ¿Es feliz Garzón? ¿Fue feliz Polanco? ¿Es feliz ese príncipe de la iniquidad que es Cebrián? O en el otro extremo: ¿es feliz Ansón, esa lujuria patética y con patas? ¿Es feliz Aznar, míster belicoso? ¿Era feliz en sus buenos tiempos Felipe, gran señor X, jefe del señorío de los Gal? Ay, la felicidad y el ego, Sandalia, ¿qué sabe nadie de tamañas entidades? Me quedo con la opinión de Copos, menos elaborada, sí, pero más coherente.

  6. Eolo, Garzón es feliz cuando va a las monterías “gratis total”. También lo es cuando habla con el sastre de Camps. Por cierto, debería interesarse por las facturas de vestuario de Esperanza Aguirre y Maria Teresa Fernández de la Vega. Con los 12.000 euros de Camps no les hubiera llegado, a ninguna de las dos para una semana. Y llevan años!
    Por lo demás, totalmente de acuerdo con Eolo. Añadiría otros puntos de vista. Cuando he leído que un hombre malvado puede ser feliz no he podido evitar acordarme de Fouché…y de Rubalcaba. En fin, si lo pensamos detenidamente, el escrito de Sandalia da para un tomo. Con protagonistas de todos los colores.

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