SÁBADOS LITERARIOS. Adiós a Miguel Delibes

 

miguel-delibesCon la muerte de Miguel Delibes no se ha ido un escritor, ya que había dejado de escribir hacía años, amén de que el escritor se queda entre nosotros, encerrado en sus obras. Lo que se ha muerto es un hombre de 89 años, que hacía tiempo que no tenía ganas de vivir. Se ha marchado un español cabal, un castellano recio, un ser humano profundamente comprometido con el mundo: no con un partido político, no con una ideología o bandería. Cuando muere un hombre relevante sus glosadores mojan la pluma en tinta de buenos sentimientos y pintan un retrato favorecedor del personaje. No es extraño que sea así, toda persona acumula grandezas y miserias y parece pertinente movilizar en la hora del adiós los recuerdos más nobles, siempre que el perfil no distorsione la realidad. Miguel era una singularidad entre nuestros escritores. Su sentido ético, su mirada compasiva a lo que le rodeaba, su gusto por la sencillez forman parte de su equipaje humano y literario. Él conocía a la gente, al pueblo en su entraña, con sus acrisoladas virtudes y sus vicios, y sobre ese fondo escribió sus grandes páginas. En nuestra literatura hay dos Españas que son dos estilos. Hay una línea negra, esperpéntica y desmitificadora que viene de Quevedo, “El Lazarillo”, Valle- Inclán o Cela, y otra que arranca de Cervantes, pasa por Galdós y tiene en Delibes uno de sus distinguidos cultivadores. Ambas corrientes han dado gloriosos autores, aunque quizá la cervantina ha dado los hombres mejores. O así lo pienso ahora que pongo unas palabras de despedida sobre un escritor tan importante y tan discreto como el que acaba de morirse.

Ha sido un autor muy leído y no hay mayor premio para quien escribe. “El camino” es un libro tan sencillamente asombroso que uno haría bien en ponerse a leerlo o a releerlo ahora mismo. Están todos esos grandes títulos como “Las ratas”, “Cinco horas con Mario”, “La hoja roja” o “Los santos inocentes”… O “Señora de rojo sobre fondo gris”, que es una hermosa historia nacida del dolor por Ángeles, su mujer, muerta en 1974. Yo quiero recomendar en esta página del país de Alicia un libro que leí hace un cuarto de siglo y cuyo recuerdo delicado y gustoso no me ha abandonado, “Mi vida al aire libre”. Es una especie de autobiografía ligera y amena, a través de sus vivencias naturales y la práctica de deportes como el tenis, el ciclismo, la caza, la natación… Su pasión por andar por el campo la tenía tan arraigada que cuando iba en coche de Valladolid a Madrid paraba en un punto intermedio entre ambas ciudades y andaba durante un par de horas antes de continuar la ruta hacia la capital.

Dejo como colofón unas líneas de “Mi vida al aire libre”: “Soy enemigo de adioses, de soluciones drásticas, de medidas definitivas. ¿Por qué no ir desprendiéndose de las cosas que amamos gradualmente, poquito a poco? La melancolía de la renuncia es provocada a veces por las rígidas imposiciones cuarteleras: deje usted de beber, deje usted de fumar, deje usted de cazar… ¿Por qué no beber moderadamente en las comidas, fumar cuatro o cinco cigarrillos diarios, cazar media jornada? La media ración, he ahí una solución a pelo. La media ración es, por otra parte, la única forma, aunque mitigada, de que uno a los sesenta y ocho años pueda seguir bebiendo, fumando y cazando. En una palabra, seguir en activo aunque con mesura”.

 

 

 

 

 

14 Responses to “SÁBADOS LITERARIOS. Adiós a Miguel Delibes”

  1. Magnífico, Tirado. Fíjate, creo que no hay una consciencia social de la inmensidad de Delibes. Su vida sencilla y lejos de Madrid le restó de una popularidad que, por otro lado, ni quería ni necesitaba. Seguramente su muerte incitará a lectores nuevos. Y se agigantará su figura.

    Se necesitarían muchísimas líneas para comentar su obra. Aporto un par de pinceladas. A mi me sobrecoge la presencia latente de la idea de la muerte en casi todas sus novelas. Y la “aceptación del destino” como fórmula para no sentirse permanentemente atormentado.
    La personalidad de Delibes, intimista, sencilla y grandiosa a la vez, se va desparramando a lo largo de su obra.
    Creo que “El hereje” es el colofón. Una obra maestra.

  2. Vallisoletano que fuíste no te dejaste llevar en tu comentario , algunas palabras a Miguel Delibes, de tu época en Radico Cadena Española.

    Tienes la oportunidad de conocer Castilla, Valladolid, recrea tus palabras y sácale jugo a Delibes para recrear su entorno, su paisaje, su familia , sus amigos, su forma de ser etc.

  3. Tu como nadie conoces no las 2 Españas, sino todas llas españas, sencillas, cultas, del centro, norte y sur de la peninsula. Por tu trabajo, estudios y viajes de ocio.
    Hace días cosa de la vida estaba yo en la centra de una compañía de seguros en la calle Alameda de Colón de Málaga.
    Y en una habitación de la empresa nos reunimos varías personas mujeres y hombre y el director que nos conocía a todos , dijo Antonio es de Teba, otro señor , del cual no recuerdo el nombre , había estudiado el bachiller en Campillos, un colegio duro , pero que le sirvió para formarse , estudió allí el bachillerc, sin embargo añadió el director Teba, es un pueblo mucho más bonito que Campillos, A lo que yó respondí que era cierto , pero que Campillos era mejor pueblo. El Director añadió , para picar a la señora que estaba junto a nosotros que Archidona era un pueblo feo, y de pronto yo dije que nó , que tenía su encanto, sus gentes, era un pueblo de los de siempre, un pueblo bónito, con su plaza Ochavada y de pronto está SEÑORA, dijo que había en su pueblo muchas personas cultas, ilustres y que muchos de los que habían pasado por la RESIDENCIA DEL COLEGIO MENOR eran personas que estaban bien situadas en la vida. Emilio Alba, Juan Antonio Tirado, otra persona que era uno de los Jefes en la Diputación de Málaga.

    Me dió una alegría enorme, “Era una de las hijas de D Diego, el Director del Colegio Menor”, Me dió una alegría enorme, así que le dí 2 besos y me alegré enormente, aquella mañana la pasé muy féliz recordando aquellos años de mi juventud, nuestra juventud.

  4. En tu mesurado o mesuroso y correcto escrito lo mencionas: el inevitable (como tantas cosas en la vida) y copioso homenaje póstumo. Y tengo que decir que tales y tantos homenajes me mosquean, me molestan, entre otras razones porque hay mucho malvado (enmascarado, vendido, comprado) a los que también se los conceden. Como si el “exitus” confiriera bondad. Los panegíricos en vida, que el homenajeado pueda sentir el calor de los de a pie, si acaso los de a pie tienen calor (ya sabes, eso de la entropía). Todo se llena de tinta (como dices) que quizá sea del color del dinero. Molesta pensar que escritores-periodistas o periodistas-escritores de cualquier pelaje y tesitura (escribiente: ¿cuánto cobras por menear la perdiz?) y empresarios de la letra y quién sabe qué familiar, se lucren con la irreversible consecuencia. Sé de buen conocimiento los serios problemas que Delibes tuvo con el TOP franquista (los herederos del TOP ahora esparcen lágrimas ¿cocodrilas? delante de cámaras de televisión) pero me reservo la historia. Hará como una década que leí “El hereje”. Nunca olvidaré (pues parece que lo hubiese vivido) cierto pasaje: el notorio Auto de Fe de Valladolid de 1559 presidido por Felipe II, cuando a uno de los condenados a la hoguera las llamas le deshacen las ligaduras que le sujetaban al poste y, ardiendo entre espantosos gritos, trepa hacia arriba intentando escapar por el cielo, pero claro las llamas también suben… El mayor homenaje que a un creador se le hace es cuando se memoriza su obra, ya sea un texto, una frase, un poema, una música. Cuando le damos cabida en la “casa de nuestro ser” hasta el punto de olvidarnos del autor sintiéndola como nuestra. Cuando llamamos a cualquier rapaz negra “milana bonita”. Lo demás es propaganda, mercancía.
    Aporto una idea: para el próximo desgraciado “evento” debería ser obligatorio escribir las elegías en tercetos –como manda la ortodoxia-, terminando, claro está, en serventesio. Más de uno se cortaría.

  5. Evento triste y doliente
    mas no cabe en un terceto
    que glose a tal escribiente.

    Y el colega nos induce
    a pensar que, en El Hereje,
    Don Miguel puso las luces

    no ante la Inquisición.
    Fué la derecha franquista
    a juicio de Macaón.

    Clara demostración de una Fe ciega.
    No necesita de Auto ni de hoguera
    pues la razón, sin cavilar, se pliega
    a una falacia simple y torticera.

    Perdonadme el atrevimiento. Me he atenido, apresurada y creo que ramplonamente, a la petición de Macaón.
    En todo caso no deja de ser un juego. Gracias.

  6. “Miguel, el hermano mayor que la vida no me dio. En el estreno de la película, por la noche, me dice que no ve estrellas, y le presento a la más luciente de todas, María Luisa San José. En seguida se enrollan. Me cuenta Miguel que, en el rodaje de la peli, cuando los actores tenían que matar palomas, no alcazaban una: “Yo estaba detrás, riéndome, pero no me atreví a pedir una escopeta”. En los ojos tristes y magníficos de la milana, como un oro enfermo, he visto los ojos de mi gata, Ada o el ardor, ojos enamorados, tristes y verdes. Enfermos. El burro del Rojito apenas se entera. Dijo Ruano que los animales son siempre niños, y este es el secreto de la ternura que nos promueven. La milana picoteando en el pecho panificado y dormido de Paco Rabal. No hay otra verdad en la tierra. Y Miguel viene a casa, por la tarde, Miguel Delibes, y la gata se le sube, “que se te ha subido la gata, Miguel”, y está levemente embarnecido, rejuvenecido en una gloria segunda y como más callejeada que la primera. Se ha puesto corbata y los fuma liados.”
    Paco Umbral, 1984

  7. El texto de la luna de valencia, tan hermoso, me hace reafirmarme en mi gusto plural por la literatura. ¿En qué se parece la escritura de Delibes, tan delicadamente precisa, al preciosismo de Umbral? En nada, y sin embargo una no anula a la otra, del mismo modo que son galaxias distintas, pero no excluyentes la prosa sonora de Valle Inclán y la grandeza un poco tartamuda de Baroja. “En los ojos tristes y magníficos de la milana, como un oro enfermo, he visto los ojos de mi gata, Ada o el ardor, ojos enamorados, tristes y verdes.”. Cuánta belleza en la prosa umbraliana, tachada por Marsé de prosa sonajero. Creo que la literatura es como la naturaleza, y que el poderío del perro no anula el vuelo leve de la mariposa, ni los utilitarios huevos de la gallina le quitan sentido al narcisismo arrobado del pavo real.

  8. Mas cursi, imposible.

  9. Leí ‘Mi vida al aire libre’ cuando tenía 14 años. Me alegra que lo nombres, apenas ha salido a relucir ese título. Me enseñó mucho sobre el amor por la naturaleza, por el campo, por lo animales, que es lo que siente un verdadero y sencillo cazador. Con las páginas de ‘Señora de rojo sobre fondo gris’, sencillamente experimenté una de las lecturas más bellas de mi vida. Nunca he leído mejor forma de expresar el amor desde la pérdida y el dolor.

  10. También lo cursi puede ser hermoso. El gran Ramón Gómez de la Serna escribió un libro con ese título. Según Ramón “lo cursi abriga”. Y tanto.

  11. Simplemente agradecerle al Padre del blog y de Alicia sus ajustadas palabras. Si bien en rigor debo añadir que el mérito de este texto, tan bien traído, cierto, ha de repartirse con Don Francisco Umbral, y aún antes con Don Miguel Delibes. No me olvido de la insuficientemente mencionada aunque tantas veces recurrida función del corta y pega del word.

  12. Si lo dijo Ramón bien dicho está. Pero estábamos con Delibes. Delibes nunca escribió de esa manera. No le hizo falta ser cursi para ser grande. Y es hermosa su obra en su propia sencillez . Una sencillez que abriga. Y tanto. Me encuentro mucha más abrigado con Don Miguel que con Ramón.

  13. Llegué a Miguel Delibes muy pronto, no en el tiempo mío, sino en el de la lectura, ya que como en casi todas las cosas en mi vida,he sido poco precoz en casi todo. Lo recuerdo bien porque era estudiante de bachillerato en un instituto muy virge, se llamaba, y se llama Virgen de La Luz, en un barrio avilesino del mismo nombre, de La Luz, quiero decir. Si la memoria, siempre traicionera sin quererlo ella, los traidores somos nosotros, no me fralla, fue La Ratas, y la verdad es que probablemente me ayudó muy mucho a adentrarme en la ciénaga apacible de la literatura. No volví a sus páginas, pero ahora con su muerte, pienso regresar no sólo a Las Ratas, sino a otros muchos que he ido leyendo hace años como El Camino, La Hoja Roja, Cinco Horas con Mario, que, por cierto, ví en Avilés hace un puñado de años interpretado por Lola Herrera. Miguel Delibes es un autor que siempre ha estado presente en mi biografía literaria por su prosa precisa, límpida, preciosa. Para mí es un escritor de los más destacados de cuantos he leido en esta lengua que ahora me está permitiendo explicarme y explayarme. Un escritor del que también hablan muy bien como persona. Una cosa difícil de alcanzar. Alguien, o algunos, decía que cuando admires a una persona por su obra, procura no conocerla porque es más que probable que te vaya a decepcionar. No tuvo la ocasion ni siquera de entablar una mínima conversación con el ahora desaparecido en la vida, pero que seguirá perpetuándose en el mundo a través de una obra honda como el amarillo de los campos de Castilla, ese otro mar donde también se puede ahogar para regresar a la vida lleno de vitalidad renovada. Miguel Delibes sólo tiene una cosa que no me gusta. Era un gran aficionado a la caza, y aunque es un ejercicio, no diría deporte, ligado a la historia más antigua del hombre, en los tiempos actuales me parece una práctica diría… cómo diría…no cruel, pero sí inútil. Pero esto es otro cantar. Su literatura, su prosa, su palabra, deja un regusto permanente en el paladar de la retina y en el corazón del alma, que es adonde van a pervivirse y solozarse la belleza.

  14. Muy buena entrada. Además a don Miguel le gustaban mucho el ciclismo y las bicicletas (como a mí).

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