Alicia ya tiene una Copa

Con Dani y Eva en Neptuno

Con Dani y Eva en Neptuno

Aquel 15 de mayo yo tenía doce años y estaba interno en el colegio de los salesianos de Antequera, más conocido como Aguirre. Ese día era la fiesta de la escuela, se celebraban diversos actos deportivos y culturales, en alguno de los cuales participó mi hermano José Ramón, que tenía 7 años. Vinieron mis padres y comimos todos en el campo, siguiendo la tradición del centro. Yo no destacaba en ninguna actividad deportiva ni de las otras, y aunque me fascinaba el fútbol lo jugaba siempre de relleno y ni por asomo en los días de grandes fastos. Ese san Isidro estaba ajeno a todo, pero no me sentía ni aislado ni aburrido, sencillamente estaba lejos, a muchos kilómetros, en Bruselas. A medida que pasaban las horas notaba que se me formaba un nudo o una pelota en el estómago, una pelota que botaba y botaba. Mi cabeza era otra pelota, el mundo era un esférico, la vida una fiesta a punto de empezar. Llegó la hora, nuestra hora, mis padres ya se habían marchado a casa, mi hermano debía estar en la cama, porque era de los pequeños. Los demás nos sentábamos en los bancos del salón de actos, en la sala donde veíamos el cine y la televisión, que supongo de pocas pulgadas para recinto tan amplio, pero donde se dibujaban con extraordinaria precisión las galopadas de Ayala, la eficacia de los centrales, Eusebio y Heredia, la fuerza de Adelardo, la inspiración de Gárate. El Bayern de Munich de Maier, Bekenhahuer y Müller partía como claro favorito en la final de la Copa de Europa, pero a medida que discurría el partido los jugadores del Atlético se iban adueñando del campo con un juego primoroso que partía de una defensa magníficamente plantada y con un contragolpe cada vez más peligroso. Llegó la prórroga y el once entrenado por Juan Carlos Lorenzo era el favorito sobrevenido. Y en estas llegó la famosa falta lanzada por Luis Aragonés, el gol, la gloria a un paso y el zarpazo alemán en el último instante del encuentro. Esa noche no dormí o dormí poco y mal y en los días siguientes fui un niño con la cabeza en otro sitio, en otro país, pero ya no en Bélgica, sino en un mundo de desencanto. Un chaval nunca olvida esas cosas.

Aquellos doce años se han multiplicado por 4, ahora soy este señor de 48, con el medio siglo tocando a la puerta, pero cuando saltó anoche al campo el Atlético lo viví con emoción infantil y los nervios a flor de piel, con un baile agarrado de mariposas en el estómago, con la banda sonora de los recuerdos en el alma; me acompañaban la familia, los amigos que están o estuvieron alguna vez, éramos un colectivo formado a lo largo de años de sueños y desdichas, de modo que aunque un partido así lo vea uno solo jamás se siente solo. Anoche estábamos en casa mis amigos Eva y Dani, con camiseta del Atlético ambos, también yo llevaba enfundada la mía, de estreno, igual que la de Alicia, que a sus 17 meses podía asistir, sin ella saber lo que era eso, a la consecución de un galardón europeo 48 años después de la Recopa de 1962. Confío que este sea el principio de una hermosa historia, espero que Alicia nunca me tenga que preguntar: “Papá, ¿por qué somos del Aleti?”. Terminado el partido recibí algunas llamadas y muchos mensajes. Uno de ellos era de mi amiga Paloma, que me contaba que su hija Laura, de veintialgunos, había llamado llorando a Jaime para decirle: “Gracias, papá, por haberme hecho del Atlético”. Qué suerte la de Alicia, que ha llegado al mundo con una copa debajo del brazo y, con un poco de suerte, hasta con un doblete.

A medida que transcurría el partido crecía la angustia, Dani y yo vimos casi toda la prórroga de pie, incapaces de soportar la tensión en el sofá, Eva decía sentirse mal, tener malas vibraciones, la mandábamos callar, y María, mi mujer, la única sin camiseta nos miraba como extraterrestres, incapaz de penetrar en el mundo de las emociones futbolísticas. Ella era la que nos daba tranquilidad: “No os preocupéis, el Atlético va a ganar, pero no va a marcar el gol hasta casi el final de la prórroga”. Y ocurrió lo que había augurado María:  Jurado envío una pelota al límite a Agüero, quien la controló con la difícil facilidad de los artistas, la metió en la angostura del área donde estaba Forlán para dejar su firma letal de goleador. Nos abrazamos y nos besamos Eva, Dani y yo, María asistía divertida al espectáculo mientras se reivindicaba como pitonisa,  Alicia llevaba ya una hora en su cuna y roncaba feliz con su camiseta rojiblanca, los móviles empezaron a sonar en catarata y los tres atléticos nos marchamos caminando a Neptuno (las ventajas de vivir en el centro). Aquello fue el delirio, una fiesta aplazada catorce años, un grito repetido en ecos, miles de banderas que eran una sola, la suerte de estar vivos, de estar juntos, de haber ganado. Quienes tienen otros colores más acostumbrados a la victoria no pueden ponerse en nuestro lugar, imaginar el sabor a gloria, a trozo de cielo que tiene para nosotros esta copa, el recuerdo de los muertos que vibraron con la misma música, la ilusión por incorporar a estos colores a quienes acaban de llegar al mundo. Me fui a Neptuno, sí, pero hubiera sido igual de feliz en casa, solo, echado en el sofá, reivindicando a aquel niño del 74. En estas ocasiones me dan ganas de llorar, pero no lloro o lo hago por dentro, mientras me abrazo a mi madre, a mis hermanos, a mi amigo Juan Cívico, que me llevó al huerto atlético cuando yo tenía 8 años, a Luis Eduardo Siles, que me decía el otro día que lo único que no le había fallado en esta vida era el Atlético de Madrid.

¿Contra quién jugamos anoche? Contra el Fulham dicen, un equipo inglés, según parece. Mentira, los atléticos que tenemos una cierta edad jugamos contra nosotros mismos, contra nuestros fantasmas. Y ganamos. ¡Qué manera de ganar!

9 Responses to “Alicia ya tiene una Copa”

  1. Es, seguramente, el artículo más redondo que te he leído en los últimos tiempos. Además de belleza literaria, a la que nos tienes acostumbrados, tiene la hondura de lo que nace en los sentimientos más profundos e indelebles. El Atleti es la síntesis de muchas más cosas no escritas en tu post. Perfecto.
    El miércoles a por el doblete 2010.

  2. Para un aficionado a deportes solitarios como yo (ciclismo, marathon, tenis), el Atleti viene a ser Luis Ocaña atacando a aquel ciclista invencible que fue Eddy Merckx, o José Manuel Fuente, el malogrado escalador. O Mariano Haro, pequeño y solo entre los espigados ingleses, o Manolo Santana y Orantes contra los potentes australianos y norteamericanos, mejor entrenados y dotados.
    Hay mucho de épico, ahora racionalizo y me doy cuenta de que hay mucho de “pan y circo”, pero la infancia fue la que fue y no podemos hurtarnos a ella.
    Enhorabuena por el triunfo del atleti, sobre todo por la ilusión que te produce.

  3. ¡Qué barbaridad Juan! ¡Estoy viviendo de nuevo el partido!
    Por adornar lo que ya está completo, diré que la plaza de Neptuno era un mar en el que desembocaban ríos y ríos de aguas rojiblancas. Y por encima de esas olas, y cantos y aleluyas, estaba en tridente del dios del mar. Anoche, el señor de las profundidades emergió para reinar sobre grandes y chicos que, unidos por la misma alegría cantaron hasta que aguantó el cuerpo.
    A ver si se repite la próxima semana.

  4. Felicidades por tu pasión atlética, por el niño que se sabe hombre, por el periodista que desde siempre has sido.

  5. Empiezo diciendo que no me gusta el fútbol. Los únicos partidos que he visto en mi vida cuando vivía en casa de mis padres han sido los del Atléti, en familia, y más bien la segunda parte. Pero desde pequeña he visto a mi padre ilusionarse y sufrir con el equipo, a mi hermano desde bien enano sentir los colores rojiblancos y a mi madre y mi hermana acompañarles entusiasmadas en ese viaje.
    Y me vi el miércoles sola en casa emocionada y nerviosa ante la pantalla para disfrutar del triunfo, convencida de que se iba a producir un regalo tan merecido para toda la afición. Compré golosinas rojiblancas antes del partido para celebrarlo, lo sentí en la calle, había una energía poderosa que mueve los sueños para que se conviertan en realidad. Y pasó. Y no puedo describir la alegría que sentí (y siento) por ver a mi familia y tantos y tantos amigos y amigas tan felices, eufóricos, agradecidos… Me he visto envuelta en situaciones que nunca imaginé (recibiendo al equipo a su salida del Ayuntamiento de Madrid, hablando con desconocidos en la calle que comparten el mismo sentir, leyendo mails de amigos que desde Paraguay o Argentina han pensado en mi padre al ver la victoria).

    Gracias atléticos por irradiar tanta alegría.

    (Y dejaros algo de energía porque la semana que viene nos toca hacer lo mismo, uf, no damos abasto…)

  6. Resulta inexplicable y quizás por eso tan hermoso. Sólo sé que mi marido ha derramado lágrimas de emoción y guardado de recuerdo todos los periódicos. Y que no sé si volveré a ver ese brillo extraordinario en los ojos de mi hijo de doce años. Pude compartir con ellos esa angustia hasta el último segundo, conscientes de las veces que han visto a su equipo perder en esos momentos. Y la euforia, los abrazos, la satisfacción de haberlo logrado esta vez. “Hoy ha merecido la pena haber estado siempre en minoría”, me dijo Néstor. Sólo espero que el próximo miércoles ellos me acompañen a mí en la euforia, pues soy irremediablemente sevillista. Que si ahora empezais a ganarlo todo os vais a sentir raros, raros, raros…. Muchas felicidades de todo corazón.

  7. También sera bueno para Alicia

    Juan Antonio tu afición al Atleti va más allá del fútbol. Porque soy capaz de entenderte yo sin ser aficionada. No sólo enterderte, me has emocionado. Es una manera de vivir la vida con pasión y tomando partido (en este caso equipo) . No conozco a ningún Atletico “que ni fu ni fa” Oye ¿De qué equipo eres? “Bueno del Atlético de Madrid, pero bueno que a mí, tampoco se me va la vida en ello..” Pues entonces, no eres del Atletí, porque sí te va la vida en ello. Es una forma de vivir y de sentir, como dice Sabina. Y como es bueno para ti, Juan Antonio, será tambien bueno para Alicia…

  8. Juan Antonio, ha sido el post más emocionante que he leído en éste país de Alicia. Sabes que veo el fútbol desde una cierta distancia, pero las emociones son las emociones. Y las pasiones nos enganchan y superan. Leo tu vivir en 1973, sigo con los nervios y la pelota en el estómago….y yo mismo he sentido ese pellizco en mi estomágo. A partir de la frase “llegó la hora….” he tenido que leerla cinco veces para poder seguir porque me transportaba a mis propias ‘emociones en el estómago’. Y he sentido el pellizco. Con esas edades, yo era un forofo del brillante C.D. Málaga, el Málaga de Viberti, al que iba a ver en el partidillo de los jueves a ‘La Rosaleda’. Casualidades de la vida, tu pelota en el estómago me ha traído el recuerdo de una tarde de principios de los setenta, con mi abuelo en ‘La Rosaleda’, sufriendo literalmente porque los de Ayala ganaban 0-1 a mi Málaga…

    Enhorabueeena ¡¡¡
    La pasión transmitida sanamente a Alicia sólo puede traerle emoción y salud. ¡ Que crezca una gran rojiblanca ¡

  9. Enhorabuena, Juan-Antonio, por tu pasión rojiblanca. Y a todos los atléticos, por ser como somos.
    A mis 55 años creo que estos días que estamos viviendo, entre Copa y Copa, son de los más felices que recuerdo, colchoneramente hablando.
    Bastante más que los del doblete de 1996.
    La diferencia es que entonces Jesús Gil acaparaba todo el protagonismo, era el centro de las fiestas y celebraciones.
    Y algunos tuvimos que vivir aquella época partidos por la mitad, entre la alegría de nuestro corazón rojiblanco y la repugnancia que nos producía el personaje.
    Hoy, en cambio, no tengo que dar explicaciones a nadie. Soy del Atleti hasta la médula y disfruto como el que más de este éxito.

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