Fanáticos y sectarios

Ortega y Gasset

Ortega y Gasset

El maestro Víctor Márquez Reviriego cree que “en España las derechas son fanáticas y las izquierdas sectarias”. La frase es ingeniosa y quizá algo más que eso, aunque la dialéctica derechas/izquierdas es un fósil del pensamiento, una convención que surgió en los días tormentosos de la Revolución francesa, cuya vigencia se apoya más en la pereza intelectual que en lo que tiene de descripción ajustada de la sociedad. Ortega y Gasset decía que “ser de la izquierda es, como ser de la derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil”.

Comprendo que de alguna manera hay que llamar a las cosas y que no podemos caer en la idea inocente o interesada de que todos los modos de gobernarnos son iguales, sin embargo convendría ir poniendo sobre la mesa unas coordenadas más modernas y transversales, menos simplistas y por tanto más descriptivas de la realidad. Pero por atenernos a lo que hay, pienso que unos y otros tienen en España un pecado original común y es que no han superado el discurso guerracivilista. Casi cuarenta años después de muerto el dictador, el fantasma de Franco sigue muy presente, por acción o por omisión, en el discurso político de la derecha y en el de la izquierda.

En la política nacional hay una doble anomalía que nos diferencia de los países de nuestro entorno. Tenemos la singularidad de que la derecha está entregada a la ortodoxia católica, que es particularmente rancia y retrógrada. Esa derecha meapilas es una peculiaridad española. En la izquierda, la originalidad radica en que carece de una idea nacional que articule sus programas. Se trata de un fenómeno relativamente nuevo, que no se daba ni con Felipe González ni con Anguita. Hoy tanto el PSOE como Izquierda Unida han desistido de representar los intereses comunes de los españoles para fragmentarse en una deriva ideológica próxima al nacionalismo.

Yo estaría encantado de que la derecha española estuviera representada por una persona del corte de Mario Vargas Llosa. ¿Podría ser Tomás Gómez un buen cartel electoral para el PSOE? Por lo menos tiene la ventaja de estar inédito. Cuando un melón aún no se ha abierto, uno tiene la esperanza de que sea bueno.

6 Responses to “Fanáticos y sectarios”

  1. Sobre izquierdas y derechas: ¿Quién es capaz de afirmar que no le abruma el sufrimiento del necesitado, la penuria de los desheredado, la soledad del alienado? ¿quién proclama indolencia hacia la injusticia, el dolor de cuerpo o alma, la infamia del poderoso hacia el desamparado, hacia el ignorante, o las lágrimas del menesteroso, del indigente, del humilde…? Dejando el extremo aparte, yo diría que nadie. La diferencia señor Tirado estriba es que unos sienten o entienden o identifican o sufren tales agobios de una manera (quiero decir intensidad) y otros de otra. Y los sentimientos no se explican.

  2. Cada vez que oigo hablar de derechas e izquierdas me transporto a un siglo atrás, cuando Lenin fomentó la dictadura del proletariado. Quizá esta dictadura ha conducido ahora a estos lodos en los que no hay proletariado, ni mucho menos masa obrera que imponga una dictadura.

    Las derechas e izquierdas ya no existen. Sólo existe el capital y el Primer y Tercer mundo. O se muere de hambre o se muere de colesterol. Y el capital prefiere dedicarse a buscar medicinas que dominien los triglicéridos que a buscar soluciones (más fáciles que la investigacion anterior) para repartir mejor la materia prima en el mundo.

    Se han perdido las ideologías y hoy sólo imperan los estómagos vacíos o llenos. Y cuando el vacío es grande, impulsa a las revoluciones que siempre se han hecho por hambre y no por ideología.

    Y en cuanto a los melones sin calar, me dan mucho miedo. Hay mucho pepino.

  3. Puede que la denominación esté obsoleta. Y, desde luego, lo está (siempre lo ha estado) el anquilosamiento a que una determinada adscripción, “de izquierdas” o “de derechas”, conduce en política, entendida en el sentido más amplio de la palabra.
    Pero, como las meigas, os puedo asegurar que haylas.
    En la vida, ante cualquier acontecimiento con repercusión política, la gente tiende a pensar y comportarse de determinadas maneras , más o menos egoístas o altruistas, más o menos interesadas o desinteresadas..
    Y, con independencia de la pertenencia a grupos o clases sociales (determinante en tantos aspectos, comenzando por los electorales), a mí me resulta imposible no distinguir entre unas u otras actitudes.
    Personalmente prefiero hablar de personas “abiertas”, “progresistas” o “inquietas”. Y, desde el otro polo, de personas “reaccionarias” , “acríticas” o “conservadoras” (y conste que tengo el máximo respeto por los conservadores… lo malo es que la mayoría de las veces suelen definirse así quienes no son más que simples reaccionarios).
    Pero, en el fondo, no deja de identificarse, grosso modo, com lo que tradicionalmente denominábamos “derechas” e “izquierdas”.

  4. Solo dos observaciones: a) la partición estatal del PSOE no la ha inventado el luciferino Zapatero; repase el autor la refundación del socialismo en Cataluña y se encontrará a un FG ordenando la desaparición del PSOE para aglutinar a una serie de movimientos que sin el respaldo histórico no eran nada más que grupúsculos. Esa es la gestación y nacimiento del PSC. En cuanto a Anguita, hay que recordar que no tuvo ningún reparo en mantener la independecnia del PSUC y a la acomodación federalista del PC de Euskadi.

    b) En cuanto a Lenín y la “dictadura del proletariado”, decir que dictadura (y mucha) hubo pero no del proletrariado, sino del Partido, llevada hasta la locura asesina de Stalin. El concepto, poco más que una nota a pie de página en los escritos de KM y FE, ha tenido ( a mi entender) un uso tan siniestro como grotesco

  5. Estoy con todos vosotros, que con vuestras brillantes acotaciones venís a mejorar sustancialmente mi comentario a vuela ocurrencia. En cuanto a lo que dice Anónimo (creo que no me engaño si supongo que tras ese anónimo se esconde una mala jugada del CAPTCHA y el tal es el maestro Teófilo), tiene razón en que los males vienen de más lejos y es difícil establecer el big bang o minuto cero en que surgen las cosas, sencillamente ha venido a cobrar carta de naturaleza algo que ya venía de Felipe, de Anguita y de antes. Particularmente ilustrativo a este respecto es el artículo que hace varios días publicaba Juan Carlos Rodríguez Ibarra en “El País”, en el que venía a poner el dedo en la llaga. Rodríguez Ibarra se extrañaba de que Felipe González, en un artículo firmado este verano junto a Carme Chacón se apuntara a la idea de España como nación de naciones. Ibarra expresaba su alarma y es natural, porque esa postulación significa que el PSOE continúa la deriva nacionalista, buena o mala, en todo caso ajena a los fundamentos socialistas.

  6. Me ilusiona querido Juan tu propuesta centrada en Vargas Llosa que me sorprende al releer tus sabias palabras.
    Este principio de año he recordado como en mi viejo oficio, que es el tuyo, algunos compañeros distorsionaban su trabajo amparados por sus “creencias éticas”. Es más, me ha golpeado la memoria, la cara de incomprensión de una directiva de TVE, sectaria por cierto, cuando finalicé un trabajo sobre la “Crisis del ladrillo” que resolví en el pueblo del Bailén. Era la época que Zapatero negaba la crisis y al “inspeccionar” mi trabajo la tal ejecutiva me dijo: Me da la impresión de que te has pasado. ¿De verdad crees que eso de la crisis es para tanto?.

    Por eso tu cita de Ortega y Gasset me parece mucho mas que oportuna. Habría que enmarcarla. Un fuerte abrazo.

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