SÁBADOS LITERARIOS. Mario Vargas Llosa: Fiebre y pasión de escritor

imagesSi uno hubiera estado el jueves ajeno a las noticias y temblores del mundo y se hubiese levantado el viernes y hubiera pasado por el quiosco, se habría sobresaltado al ver en las portadas de los diarios, a toda página y con foto gigante, a Vargas Llosa. Una cosa así sólo ocurre porque un escritor se ha muerto o porque le han dado el premio Nobel. Estadísticamente es mucho más probable lo primero, salvo en el caso de Mario, pues estaba escrito que había de llegarle el galardón sueco antes de que la parca cumpliera con su rutinario trámite. En ocasiones tan señaladas, en los periódicos se lanzan adjetivos a boleo y se exagera hasta la hipérbole. No esta vez, porque la grandeza del premiado está por encima de cualquier elogio, que siempre será insuficiente para acercarse a una figura olímpica que no compite con sus contemporáneos sino que hace tiempo que le habla de tú a Flaubert, Hugo o  Balzac.

Es una convención afirmar que mientras la poesía brota con más facilidad en la juventud, la novela es una tarea de madurez. Efectivamente, ¡con Vargas se cumple este precepto: a los 26 años publicó “La ciudad y los perros”, a los 29, “La casa verde” y a los 32, “Conversación en La Catedral”! Entonces podrían haberle dado ya el Nobel más precoz de la historia. Lo leí por primera vez a los 18 años. Aquella novelita, “Los cachorros”, nada tenía que ver con la literatura que se hacía en España y sí con García Márquez y otros aventureros americanos a los que uno empezaba a acercarse. Durante la mili leí “La guerra del fin del mundo” y lo hice como con fiebre, apasionado por una historia extraordinaria,  borracho y enfermo de literatura. Si la leí así, quiero pensar que él la escribió al borde de la locura, porque Mario no construye con la aparente facilidad con que lo hace García Márquez, que es un mago. El peruano es arquitecto y albañil al tiempo, un monstruo y un caso patológico para suerte de quienes hemos nacido en su siglo y en su lengua.

El jueves, a los doce menos cinco del mediodía, yo estaba hablando por teléfono con Carmen Balcells. Todavía no se conocía lo del Nobel y la agente estaba excitada, hiperactiva, dominadora, vivísima. Es decir estaba en plena Balcells. Cuando colgamos me llamó mi mujer para decirme que a Vargas Llosa le habían dado el gordo de la literatura. Volví a telefonear a Carmen, pero para entonces la “mamá grande” ya habitaba otro mundo,  el suyo, que es también el de Vargas Llosa, el de García Márquez, el de Onetti, el de Cela, el del etcétera total. Quien se aproxima a la revolución, que es también temblor y vértigo, del boom latinoamericano encuentra que Carmen Balcells apenas sale en las fotos. Es la mujer invisible y omnipresente. No sale en las fotos, ella es la fotógrafa.

A Vargas Llosa lo entrevisté el año pasado con motivo de la aparición de la nueva Gramática española. Nos citó en su casa madrileña, cercana a la Puerta del Sol. Me pareció, lo que sospechaba, un hombre de una corrección y una educación exquisitas. Atento con su interlocutor y cercano. Relativamente cercano, para entendernos. Cuando charlé con el mismo motivo con Álvaro Pombo, también estuve en su domicilio y se me antojó, en su divina chaladura y en su coqueta excentricidad, éste sí, próximo. Mario es otra cosa. Le hace sentir a uno, en su estatura de hombre del montón, cómodo. Pero uno no olvida nunca que está ante un gigante. El piso madrileño del escritor es luminoso como su prosa y enorme, como para que quepa todo su talento. En fin, los pobres mortales envenenados de literatura tenemos la oportunidad de darnos un festín de lecturas y relecturas con la marca Varguitas, meternos en la cama, por ejemplo, con “La guerra del fin del mundo” y sudar, sudar y sudar hasta que la fiebre nos haga perder la conciencia.

7 Responses to “SÁBADOS LITERARIOS. Mario Vargas Llosa: Fiebre y pasión de escritor”

  1. ¡Al fin! tenemos que decir los lectores de habla hispana. ‘Al fin! el Nobel ha ido a un escritor de estilo perfecto, imaginación precoz y capaz de insertar entre sus líneas su lucha por la democracia y la libertad. No sabemos si Perú perdió un buen presidente o no. Pero sí sabemos que la Historia de la Literatura ha confirmado un puesto para le¡a eternidad que estaba reservado hace mucho para Vargas >Llosa.

    Nos tenemos que felicitar por ello. Un abrazo

  2. Vargas Llosa es adorable, pero sin Carmen Balcells ni él ni García Márquez hubieran llegado tan lejos.

  3. ¡Qué suerte tienes Juan Antonio!, ¡poder conversar con gigantes! Leí “La guerra del fin del mundo” hace diez años, gracias a la recomendación de un amigo. A mí también me dio fiebre.

  4. Hay que relativizar un poco. El Nobel está muy bien, pero yo he leído a muchos “premios Nobel” que no han recibido nunca la llamada de la Academia sueca…También he leído a auténticos Premios Nobel que no me han agradado. Vargas Llosa es un buen escritor, pero es mortal y escribe como otros mortales que no han recibido las distinciones que tal vez merecían. Vargas Llosa estaba en las quinielas del Nobel hace mucho tiempo, pero parecía que nunca le llegaría como a otros magníficos escritores de lengua castellana. Detrás de los fallos del Nobel hay política. El propio V. Llosa decía en una entrevista que creía que nunca se lo darían por sus opiniones políticas. Probablemente, pasará muchos tiempo hasta que le concedan este premio a otro escritor que escriba en nuestro idioma. A V. Llosa le ha llegado porque la ruleta del jurado ha decidido que le tocara esta vez. Si no se lo hubieran dado, seguiría siendo un gran escritor…Los premios, incluído el Nobel, dan un brillo resplandeciente, agrandan el ego y alimentan el narcisismo, pero no son la gloria definitiva, la que te otorgan los lectores y la historia.

  5. Habrá muchos escritores que también lo merezcan, pero Vargas Llosa desde luego y aún antes. Es lo que tienen los premios, que como el cielo, son muchos los llamados y pocos los escogidos. Más si cabe en un concurso de suecos ideado por el padre de la dinamita. El año que viene, otro.

  6. “prohibir las corridas, además de un agravio a la libertad, es también jugar a las mentiras. Es una seña de identidad que no puede ser desarraigada de manera prepotente y demagógica. ”
    Mario Vargas Llosa.
    pd: que grande es!!!

  7. Conocí a Llosa muy joven, y aunque una de sus historias me encanto, la otra de la misma novela la descubrí al final de todo. Esa doble novela, me sorprendió.
    Como en esta sociedad nuestra nada es justo, y me sorprende también que se haga algo justo. ¿Será la excepción que confirma la regla?.

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