Aquel 23 de febrero…

imagesHay fechas colectivamente redondas. El 23 efe es una de esas marcas de la memoria. Hace un rato me ha llamado General Rodrigo, que es buen amigo, y tras hablar de asuntos varios me ha comentado: “Fíjate qué tontería, me he despertado esta mañana pensando en qué estaría haciendo Pancracio cuando entró Tejero en el Congreso”. General Rodrigo, como otros habitantes del país de Alicia, es muy pancraciano, pese a estar en otra orilla ideológica. Les contaré un secreto, previamente convenido con él: General Rodrigo no es general, ni se llama Rodrigo, pero sí es militar de la escala de oficiales.

Lo cierto es que yo, aunque a General Rodrigo y otros blogueros les cueste creerlo, no tengo idea (en algún momento tuve una sospecha, que se demostró equivocada) de quién es Pancracio, lo que sé es que sus comentarios tienen, en general, buena acogida. Tendré que decir, además, que el elogio que más se me hace respecto a “El país de Alicia” es sobre la calidad de los comentaristas.

Así es que no he podido contarle a General Rodrigo el 23 efe de Pancracio, pero sí el mío. Yo tenía 19 años y estaba deambulando en torno a la Puerta del Sol, por la calle Preciados, con mi amigo Luis Santiago. Era una actividad barata y divertida que llenaba muchas de nuestras tardes de soñadores sin un duro. Recuerdo que nos acercamos a un estanco de la calle Carmen, paralela a Preciados, donde alguien, supongo que un fascista o un descerebrado, estaba contando con mucha chanza como un teniente coronel de la guardia civil le había puesto una pistola en la cabeza a Landelino Lavilla, presidente del Congreso (sic). Situados en las inmediaciones del kilómetro cero seguimos el desarrollo de los acontecimientos, sin radio, pero charlando  con unos y otros. Esa noche habíamos quedado en un teatro muy cercano al Congreso para hacerle una entrevista a Bibi Anderson. Nos recibió junto con su novio de entonces, con su estatura de diva que no iba de diva, y quedamos en que lo mejor sería aplazar la entrevista para el día siguiente. Así lo hicimos, era casi medianoche y Luis Santiago cogió el metro para su colegio mayor y yo me marché a mi pensión fría y con poca luz. Allí, con la radio entre las sábanas, escuché a José María García que relataba el golpe para la SER como si fuera un partido de fútbol, y luego el discurso del Rey. En un momento me dormí y cuando amanecí los guardias civiles estaban saliendo del Congreso. Después escuché un emotivo y vibrante comentario de Fernando Ónega acabado con la frase; “Buenos días, libertad”. Acababan así las horas más impactantes y comprometidas de la historia contemporánea de España. El día 27, en la gran manifestación a favor de la democracia, la gente cantaba: “Periodista, amigo, el pueblo está contigo”. Les juro que a un joven estudiante de periodismo como yo, amantísimo de la radio, aquellos eslóganes se me quedaron grabados. Era otra radio, era otra SER, también nosotros éramos otros, felices e ignorantes.

Y esto es lo que le conté a General Rodrigo, espero que ahora los comentaristas de este blog, incluido General, relaten sus experiencias de aquella noche dramática, que pudo ser trágica, y que tuvo mucho de esperpento y comedia bufa.

22 Responses to “Aquel 23 de febrero…”

  1. Si, Juan. Eramos otros, y la radio era otra cosa. Yo ya estaba en ella. Desgraciadamente en aquella que tuvo que poner musica militar porque el Diurector General de RTVE, el inigualable Fernando Castedo, tuvo una pistola en el pecho durante mas de media hora.

    Y ¿sabes una cosa?. A mi ordenaron seguir en mi despacho como mando intermedio. “Por si teniamos que ser nosotros quienes sacaramos la radio adelante, cuando a los jefes los llevaran al Estadio Bernabeu ” (sic), segun dijo uno de los directores. Y a la puerta de mi despacho, un compañero pregunto al militar que habian apostado a dos metros si queria una lista de “rojos” de la casa… Desde entonces se que la radio de hoy es otra cosa. Y que nosotros somos diferentes, 30 años despues. ¡Hay tanto que contar!…

  2. Pues yo, Señor Tirado, tenía solamente 5 años y he tenido que preguntar a mis padres dónde narices estaba, por que sabría que uno de los dos estaría conmigo.
    Y así fue. Mi madre nos había recogido a mis hermanas y a mi de nuestras actividades extraescolares, y nos enteramos un poco de lo que estaba pasando cuando una vecina salió de la pollería cargada hasta los topes por que pensaba que se acababa el mundo o algo por el estilo. “¿Pero es que no sabes lo que ha pasado?”
    Me consta que repitió la misma operación de avituallamiento cuando se desató la Guerra del Golfo.
    Lo de mi padre fue más emocionante, por que trabajaba por Goya y había cogido el Metro hasta Banco de España para comprar lotería en Barquillo. Vio pasar un montón de coches armando mucho jaleo y sintió curiosidad pero nada más. Cuando llegó a casa se enteró de lo que había pasado.

  3. Yo tenia 8 años. Era la víspera de mi cumpleaños. Eso no se olvida. Para un niño es muy importante. Me encantó que fuera un día tan sonado. Recuerdo a mis padres muy preocupados y a mi madre después de hablar con mi abuela, correr a comprar al supermercado que enseguida se quedó vacio. Recuerdo mi casa que lo fue 10 años y la salita donde un millón de veces vi las imágenes del Congreso. Aunque esté feo decirlo, acabé revolcándome de la risa con el “se sienten coño”.
    Hoy me han pedido en clase que hablara del 23F. Me han preguntado cosas concretas, de los tanques de Valencia, de los que se quedaron sentados, de cuánto tardó el rey…Todos sabian perfectamente lo que ocurrió y analizan correctamente lo que podía haber ocurrido.
    Ostras ya 24F, me hago mayor!!

  4. Señor Tirado, muy buenas noches! General Rodrigo, siempre a sus órdenes!! Señora Ana R., A sus pies!!! Señoras y señores blogueros todos! Acabo de llegar a casa de ver en el cine la película ’23-F’. Me ha gustado!!! Sobre todo la interpretación de Paco Tous en el papel de don Antonio Tejero Molina. Se trata de un gran actor, que siempre interpreta a personas de orden. Recordémoslo en la serie de la tele ‘Los Hombres de Paco’, o en ‘Alatriste’, en la que hacía del militar que ordenó que recompensaran al famoso capitán. La película es interesante, aunque un intelectualillo que había sentado a mi lado en el cine decía a su novia que en una revista que por lo visto se llama ‘Cahiers de Cinema’, la destrozan en la crítica. Tejero era un hombre de orden, de su orden, porque aquella noche había que erstar con el Rey. Y Tejero se equivocó. Aquello fue un desastre. Yo recuerdo a mi Encarnita asustada, llorando en mi hombro, y diciendo, “ay Pancracio, a ver si va a haber otra guerra civil”. Y también “Pancracio, por Dios, no se te vaya a ocurrir irte a Las Cortes a acompañar al Guardia Civil ese y terminas fusilado!!”. Y, vamos, señores, que yo estaba como para irme a Las Cortes, después de 10 horas trabajando en el Metro, y sin haber pegado un ojo en toda la noche anterior, porque el Atlético de Madrid era líder destacado de la Liga tras ganar en el Maznzanares 1-0 al Hércules ese domingo. Recuerden ustedes que el golpe de Estado fue un lunes. Afortunadamente, un árbitro robó la Liga al Atleti frente al Zaragoza, en el Manzanares, con expulsión de Ovejero. Pero la ganó la Real Sociedad!!!, fíjense que disparate, y el gran Real Madrid ni siquiera se clasificó para Europa. Total, que el 23-F yo me fui a la cama, no al Congreso, y al día siguiente, a las siete de la mañana, estaba en mi puesto de trabajo. Yo señores, estaba con el Rey! Y dejo de escribir, que estoy cansadísimo, aunque por mi edad, no pego ojo. No dejen ustedes de ver la película 23-F, al gran Paco Tous, y yo me alegro de haber hecho caso a mi Encarnita en 1981 y no haberme ido al Congreso. Yo, a trabajar!!! Por España!!! Y ustedes al cine, a ver si me dan la razón a mi, seguidor de don José María Pemán y del grandísimo Paco Martínez Soria, o bien al sabelotodo ese que lee la tal Cahiers de Cinema, que a saber si ahí salen hasta pilinguis desnudas. Son la una y media de la noche, me tomo un Cola Cao, leo un rato el ABC y a la cama. Otro día, si estoy menos cansado, les cuento más del 23-F de 1981. Tampoco fue para tanto!!! Buenas noches!!!

  5. Señores, me he tenido que levantar de la cama porque me encontraba mal. Tengo un aparato para la tensión y tengo 16-10. Debe ser por la emoción de lña película. Me acabo de tomar mi pastilla para la hipertensión. La verdad, tal vez debí de ir aquel 23-F a Las Cortes en mi Simca 1.000 y no haber hecho caso a mi Encarnita. Aunque lo mismo no hubiera encontrado a Tejero y me hubiera terminado fumando un cigarrillo con Santiago Carrillo. Y eso hubiera sido terrible. Pero sean sinceros, lo del se sienten coño, tenía lo suyo. Entonces había valores. Unos acertados y otros equivocados. Pero había valores. ¿Qué hay ahora? Nada. Y a ver si las pastillas me duermen, cóño!!!”

  6. Va de entrada (aunque a mí poco me va) que mas o menos siempre creí, sin profunda creencia, que el escribiente Pancracio, era, no se si es, una especie de friki infiltrado. No tiene importancia, está bien como está bien que los militares se aparquen todo el año en sus fríos, tristes y malolorosos cuarteles de infierno (¿o es de invierno?). ¿Qué hacía o donde estaba cuando mataron a Kennedy, o cuando murió Franco, y en la asonada de Tejero? Topicazo recurso periodístico que parece suele funcionar. La memoria colectiva genera simpáticas empatías y el personal habla y escucha, cosa que no es común. O algo así. Pero entremos al trapo, o a la manta, del señor bloguero (bloguero: torero, brumero, mesero, madero… adjetivos o sustantivos que suenan bien). En la fecha haría como un par de años que había terminado mis estudios pero aquella tarde había quedado citado en el bar de la facultad con mi antigua profesora de literatura. Mantenía con ella (o había mantenido) una especie de relación que diría churrigueresca, retorcida pero divertida (nuestras edades no discordaban demasiado). Años antes me había obsequiado, y está bien expresado, con una “matrícula de honor”, y ahí empezó todo. Era la señorita Alegría. La charla amable fue bruscamente interrumpida por unos chavales que con excitadas e hinchadas voces versioneaban los tejerinos hechos, y casi llamaban a las barricadas. A mi antigua profesora le demudó el rostro. Sus azulinos ojos se dilataron como los de gata ante fiero sabueso mientras una grotesca mueca perfilaba una boca extrañamente abierta que una abierta mano no conseguía ocultar. Pasado primeros momentos, sin pronunciar palabra, observé como mi profesora se dirigía a los lavabos. Al tiempo salió con mayor, si cabe, desencaje. Estuvo unos minutos escuchando los corrillos y se marchó sin mirar atrás. Ni una palabra de despedida, ni una cómplice ni tierna mirada de adiós. Yo ya no existía. No pretendo juzgarla pero me pareció excesivo, casi ridículo, su extremado estupor, su rictus de pavor. Mi profesora estaba lejos de ser una reconocida rojilla ¡y ni tan siquiera había leído El Capital! Además el ambiente en aquel bar de CC.II., aunque se mascaba extrañas pulsiones, era más bien de festiva algarabía, con risas nerviosas y chistes baratos. Al poco marché a mis lares. Lógicamente estaba excitado. No tenía temor alguno, diría que lo contrario. Eran sensaciones nuevas, extrañas, llenas de expectativas. ¿Podría estar llegando la genuina hora de la verdad? El gilipollas de Tejero y demás militares iban a provocar la verdadera revolución. La gente comprendería la inútil sopa boba de socialistas y comunistas y por supuesto el circo monárquico y entonces tomaría la calle, las fábricas, la escuela… Había llegado el momento de la auténtica revolución popular y democrática. Me llamaron del Ateneo de Vista Alegre y del de Usera. Hay que hacer algo me decían, pero me quedé con los íntimos. Había que esperar. Y pasaron las horas y mi secular pesimismo político se imponía. Aquello fracasaba. Además, políticos y reyezuelos quedaban como héroes. Mierda. Decepción. Al final me quedé sin todo, o con nada, que es lo mismo: sin el desmedido y alocado tejerazo, sin revolución pendiente y sin querida profesora. ¡Ah, la profana y proteica señorita de literatura! Como me sentí ofendido con su desvergonzado escape no volví a llamarla, ni ella a mí. Era algo bajita y rolliza pero de bien torneados muslos y pezones como colines, experta en tropos y en colocar adverbios, en seco olía a canela, más húmeda a vinagre con calidad de origen. En esta vida puede olvidárseme todo, menos los olores. Son mi única ideología.

  7. Señor Macaón, ha llamado usted friki a Don Pancracio, una persona de 78 años. Que cita, aunque sin conocerla, la revista Cahiers de Cinema, la mejor revista de cine del mundo. Efectivamente, en la página 38 del número de febrero, aparece la crítica de la película 23-F, firmada por el director de la publuicación, Carlos F. Heredero. Por lo demás, no me extraña que esa señora saliera huyendo de su compañía, que supongo, por el tono de su escrito, lamentable. No sé si es usted licwenciiado en CCII o no. Yo sí. Y estudiaba quinto de carrera el 23-F. Pero estoy seguro que ese día le eché más valopr que usted. También lo reto a que me diga, con el paso de lops años, a dónde ha llegado usted y dónde he llegado yo. Va de retro, que diría Fermín Cabal. ¿Lo conoce? ¿Conoció el teatro de vanguardia de aquella época?: López Mozo, Luis Matilla, Alonso de Santos, Ángel García Pintado. Su análisis delc 23-F es dec un simplismo aplastante. Tiene usted una sintaxis pésima. ¿Quién fue su profesor de Redacción Periodística? ¿Qué ha leído usted? Tejero no era un gilipollas, era un peligro. El 23 F fue terrible. Saque usted músculo intelectual ante gente como yo. No ante ancianos como Don Pancracio. Yo le reponderé desde el razonamiento. Y Don Pancracio lo mismo le arrima dos hostias. Con 78 años. O le dice Macaón, tóqueme el cojón. O algo peor, que rima con Macaón, y que tal vez sea el motivo por el que las señoritas huyen de esa manera de usted. Con todo mi respeto. Ya sabe, va de reto.

  8. Ruego disculpen el tono de mi anterior escrito. Pero es que Macaón tiene mala sintaxis, ocurrencias de bajo vuelo, no utiliza bien los paréntesis, coloca mal laas comas, y escribe mal: Sin garra, sin gracia, sin imaginación, sin nada. Es usted, Macaón, la nada nadificada. Me aterra que sea licenciado en Ciencias de la Información. Usted no está ni para transcribir teletipos. Yo lo imaginaba ATS. Lea usted, por favor, mis anteriores entradas en este blog, y aprenda. Lo digo con total petulancia. Señor Friki. Frikión. Tristón. ¿Dónde publica usted? Tiene una prosa mileurista. Menos que eso. Y lo dejo. Pido disculpas a Tirado y a los demás comentaristas. A usted no, Macaón. Cada vez que escriba a partir de ahora le voy a corregir la sintaxis. Parac quev aprenda de una vez. A su edad. Malo. Malaón.

  9. Buenas tardes. Me considero una persona progresista. Y soy un fiel seguidor de este blog, aunque por innata timidez y mi desconocimiento de la escritura, rara vez dejo un comentario. Tengo que decir que me parece lamentable que alguien llame friki a un hombre de 78 años. Independientemente de las ideas de ese hombre. Pero lo que me ha indignado es el tono prepotente, e incluso de ciertos matices homófobos, de Francisco. Inaceptable. Creo que una persona del nivel intelectual de Juan Antonio Tirado -lo refleja en cada uno de sus artículos- no merece una polémica en su blog tan a ras de suelo. Disculpen mi irrupción. Mi favorito es Seitaridis. De nuevo: Buenas tardes.

  10. Lo del 23 F, es hoy ,treinta años después una anécdota por fortuna en esta desmembrada España , Mi experiencia de esa fecha la viví en solitario.Fué una amiga la que me dijo ¡pón la SER¡ ¡algo grave está sucediendo,¡ No sé en qué pensé despues, tán sólo que esa noche dormí placidamente después de escuchar a la una de la madrugada el comunicado del rey. ¡más rey que nunca¡ A la mañana siguiente amanecimos de nuevo en democaria..Y cuando fuí a la radio el ambiente fué como si no hubiera pasado nada, se vió la televisión, se comentó lo que iba aconteciendo y fin.

  11. Si de algo estoy orgulloso en este blog es de la calidad de los comentaristas, que incluye el rigor argumentativo y la falta de expresiones soeces, golpes bajos e insultos. Después de un día sin entrar en Internet me he llevado la desagradable sorpresa de los escritos hirientes de Francisco, quien hasta ahora había destacado por su tono delicado y su prosa de buen tono romántico. Creo que Pancracio no necesita de defensas tan ardorosas y que con independencia de su edad está perfectamente capacitado para batirse con cualquiera. Por otro lado, la expresión friki no hay que tomarla en un un sentido tan negativo, hoy pertenece al orden común. Sin ir más lejos, Javier Cercas titula una serie de artículos en El País como “Diario de un friqui”. Macaón es un hombre que suscita filias y también antipatías, me consta porque así me lo hacen llegar los lectores, pero tiene buena prosa, es un comentarista muy querido en este blog y aquí nadie da ni pide lecciones de escritura.

  12. Si alguien habla mal de ti, no te defiendas, ni refutes lo que haya dicho, sino que responde: “Aquel que ha dicho aquello de mí, ignora sin duda mis otros defectos, de lo contrario no habría dicho sólo estos.”
    (Epicteto, filósofo de la estoa, s.I d.C.)

  13. Vaya mi solidaridad con Macaón y mis simpatías para don Pancracio.
    El 23 efe yo tenía 25 años y estudiaba el último curso de ingeniería de telecomunicaciones. No era un estudiante brillante, pero no era malo. Podría haberlo sido mejor sino hubiera tenido intereses intlectuales tan variados. Era cinéfilo y me lo leía todo. Tampoco hacía ascos a los asuntos de alcoba. Y a esto voy. No lo tomen como presunción, pero esa tarde yo estaba en la cama con una chica a la que había conocido dos días antes, el sábado por la noche, en una fiesta de Teleco. En la Complutense. La chica se llamaba Laura y era hermana de uno de los guardias civiles que entraron en el Congreso. Yo no lo supe ese día, tampoco ella, porque aunque tuvimos noticias del golpe tan pronto como salimos a la calle tras nuestra cita amorosa, Laura ignoraba que su hermano estuviera entre los agentes que acompañaban a Tejero. Yo ni siquiera sabía que tuviera un hermano guardia civil. El asunto dio después para muchas chanzas entre nosotros. Estuvimos liados varios meses. Ella era muy mona y muy simpática. Y muy taurina. No la volví a ver, pero a lo mejor la busco por Facebook o por ahí.

  14. También yo quiero mandar un abrazo a Macaón y a Pancracio. Yo nací el 15 de febrero de 1972, así que cuando el golpe acababa de cumplir nueve años. Mi hermano Julio tenía 6. Los dos estábamos en casa estudiando o más bien, supongo, incordiando a mi madre. Recuerdo que mi padre, que tenía una pastelería en Granada, donde vivíamos, llegó mucho más pronto de lo que era costumbre y venía muy excitado. “Los guardias civiles han dado un golpe de Estado”, “Los guardias han entrado en el Congreso”, repetía, sin que mi madre, ni menos nosotros, se hiciera mucha idea de la gravedad del asunto. Mis padres se quedaron hasta muy tarde esperando el discurso del Rey en la tele y a Julio y a mí nos mandaron en seguida a la cama. Al día siguiente no fuimos al colegio.

  15. “Mi profesora estaba lejos de ser una reconocida rojilla ¡y ni tan siquiera había leído El Capital!” Fdo: Macaón, matrícula de honor en Literatura. ¡Ole! Era de noche y, sin embargo, llovía.

  16. Algo falla, me parece a mí, cuando el bloguero habla más de los comentaristas de su blog que de otra cosa…

    Algo falla también cuando los comentaristas crean personajes de si mismos…

    y algo falla definitivamente cuando los comentaristas escriben más largo que el propio bloguero…

    No sé, no sé…

  17. Día de escuela interrupta. Tardenoche de radio y marchas militares. Primer poema, q leí a mis padres.
    Viva el espíritu 24 de febrero!

  18. Calma, estimados hermanos blogueros!. Domestiquemos a esa Bestia fieramente humana que todos llevamos dentro, porque para batallas ya bastante tenemos con las del mundo árabe!.
    Mi entrañable don Pancracio: como podrá usted comprobar su paso por este blog no está dejando a nadie indiferente. De ahí tal vez esa encendida defensa solidaria que hacia su favor ha mostrado Francisco, persona que además de ser un amante del amor también lo es de las personas que siente indefensas. Eso, sin duda, no justifica para nada la excesiva dureza de sus expresiones, contagiado tal vez por el ambiente de crispación que nos envuelve en la vida cotidiana. Respecto a don Macaón, si leen mi comentario en el tema anterior de la televisión podrán comprobar que coincidí con sus ideas y que aludía a la calidad de su prosa. En cambio, en esta última intervención no me queda claro qué revolución esperaba y deseaba; supongo que no será una revolución como la que hace muchos años llevó a cabo Gadafi, que alardea en pleno delirio de ser un revolucionario.

    Pues bien, en cuanto al tema que esta semana nos ocupa, he de decir que me sorprende la memoria histórica y personal que demuestran los blogueros. Lo que yo recuerdo de ese día son más las emociones que me suscitó: desconcierto, indignación, incertidumbre, repulsión y un largo etcétera. También puede ver las expresiones de auténtico temor en personas que veían amenazadas sus vidas o su libertad por sus militancias políticas. Baste como ejemplo la interesante experiencia vivida en la radio por MEG.

    Los análisis históricos han puesto de relieve los complejos que esconden (en muchas ocasiones entre las piernas) los grandes, medianos y bajitos dictadores de la historia universal. De hecho, cuando no se trataba de la ausencia de un testículo se trataba de disfunciones sexuales u otros complejos físicos y/o psicológicos. Aunque desconozco de qué adolecían los militares de aquel golpe, lo cierto es que tenían (por alguna razón inconsciente) muy presente la palabra “coño”. Beatriz nos ha relatado la gracia que en su tierna niñez le produjo semejante esperpento. Por cierto, como podemos ver la mirada del niño difiere bastante de la del adulto incluso en semejantes momentos. Recordemos el final de la fascinante película “La vida es Bella”. En fin, creo que el mejor legado para las venideras generaciones de Alicias será el incluir en sus vidas ética, estética y revolución interior.

  19. Creo que todos somos de la quinta de Don Pancracio. De no ser así estaríamos en otras cosas. Y no en este ridículo, y al parecer competitivo, intento de escribir bonito sin decir apenas nada. Mientras Pompeya se convierte en ruinas.
    El 23-F…una obra mala, muy mala. Malos los autores, los productrores, los actores principales, los secundarios, los tramoyistas y el público en general. Acojonado. Cobarde.
    Conmemoramos alegremente la historia de un fracaso colectivo. Con Bono (¡joder!) a la cabeza.
    ¡Qué pena!

  20. Yo tenía 18, vivía en un colegio mayor.
    Recuerdo fachas alegres por el barrio de Salamanca (con gomina, guantes, cazadoras azules y pegatinas de banderas en la correa del reloj) y tremendas colas en las gasolineras.
    Recuerdo al Rey en la tele de madrugada.
    Recuerdo a butanito narrando la llegada de Aramburu Topete al Hotel Palace como si fuera un gol de Ruben Cano o, al menos, una entrada de Alfonso Cabeza en el palco.
    Recuerdo la gran manifestación por la Castellana de unos días después.

    No sé si yo era un inconsciente o no me acerqué a ningún agorero, pero a mí aquello me pareció una opereta desde el minuto uno. Tal vez porque no era periodista y los estudiantes de Filología preferimos por naturaleza la lírica a la épica.

    Los comentaristas de este blog son tan buenos que da respeto comentar aquí; pero hay que reconocer que Tirado escoge bien los temas y los presenta mejor (y siempre había pensado que Pancracio era un personaje de ficción)

  21. Parte de mio 23-F lo ha descrito Tirado. Hasta que nos separamos. Luego llegué a mi colegio mayor. Colas para hablar en las cabinas de teléfono. Yo también tenía 19 años. Mi madre, desde Málaga, que me dijo: “si la cosa se pone fea, coges un avión y te vienes”. Luego me encerré en mi habitación y escuché a José María García. Emocionante y vibrante. Creo que oí la radio hasta las seis más o menos.
    El 24 o 25 estaba ya en Málaga. Y mi corazón de periodista joven ya tenía un amor: ‘Sol de España’. Gran primera página -que conservo- con esa democracia ganando la calle. De lado, a lado. De Fraga a Carrillo. Y a todo lo ancho del Paseo del Prado.
    MI 23-F tuvo una segunda parte también junto a Tirado. Como no dábamos puntada sin hilo, esto es, leíamos portadas de diarios, ideábamos reportajes con enjundia y soñábamos …nos dijimos ¡vamos a entrevistar a Núñez Encabo¡
    Y a por él fuimos. Núñez estaba votando cuando entró Tejero y nos daba clase de Introducción a las Ciencias Jurídicas. Le entrevistamos para el ‘Ya’ y nos los publicaron, A tres columnas y con foto. Qué alegría ¡ Ese periódico también está entre mis incunables, aunque cada vez en muebles más ajados, de habitaciones menos nobles en la periferia de mi casa. Limpiezas y arreglos del hogar. Qué poco espacio le queda al papel y la tinta.

  22. Y yo, Luis, que no me acordaba, de esa entrevista. Ni me acuerdo, porque tú lo dices. Si acaso que lo hubiésemos intentado. Pero qué bien, me has dado una alegría retrospectiva. La verdad es que el YA fue importante para nosotros. Dicen los veteranos del periodismo norteamericano que es fundamental para un joven periodista ganar el primer dólar. Nuestro primer dólar, ocho mil pesetas por barba, lo ganamos en YA, en la calle Mateo Inurria, por un reportaje sobre el teatro titulado, “Lara, un teatro centenario”. Jamás un cheque me ha brincado con tal ímpetu en el bolsillo. Ahora habrá que sumar lo que nos pagaran por la entrevista con Núñez Ladeveze. Sea lo que sea, me va a venir de maravilla, con lo achuchada que se está poniendo la cosa. ¡Gracias, Luis, por traerme buenas nuevas del pasado! Y gracias a todos los lectores, y a los comentaristas por el trabajo, tan lucido, que se toman.

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