Freud, el detective de las emociones
Viggo Mortensen/Freud
Llevo más de 30, de mis 50 años, haciendo entrevistas. A veces me preguntan que a quién me gustaría entrevistar. De los vivos no sé, quizá a García Márquez, habitante, al parecer, de las profundidades de la desmemoria. De entre los muertos a Freud. Ni Marx, ni Nietzsche, ni Napoleón, ni Cervantes, ni Shakespeare, ni siquiera Sócrates: a Don Segismundo/Sigmund, el neurólogo vienés que a modo de detective de las emociones alumbró con su linterna las zonas más oscuras y pegajosas de la personalidad. Inventó un método, el psicoanálisis, un cruce de caminos entre la intuición científica y la literatura, fascinante para cualquiera que se deje sobrecoger por los misterios del alma. “La interpretación de los sueños” es la obra más popular de Freud, el autor que ha pasado a la historia, junto con Nietzsche y Marx, como uno de los teóricos de la sospecha. No es fácil encontrarse con una novela que te agarre por la solapa de lector solapado con la intensidad y el magnetismo del estudio onírico del filósofo vienés. Un libro como “Psicopatología de la vida cotidiana” te hace presumir que cuando una chica te echa encima del pantalón, en un acto involuntario, fallido lo llama él, una taza de café es que quizá haya gato encerrado. Lo haya o no, penetrar en el lenguaje de esos jeroglíficos de la psicología es una aventura apasionante.
Michael Fassbender/Jung
La primera vez que oí, o al menos que escuché, el nombre de Sigmund Freud fue en BUP. Recuerdo que don Antonio Cabo, el profesor que más me ha marcado en mis veinte años en las aulas, me prestó un libro del filósofo y psiquiatra, quizá el de los sueños, que yo devoré con juvenil avidez. Luego he leído otras obras, bastantes, en la medida en que leemos los periodistas, con más afán que profundidad. En 2006 hice junto con mi compañero y amigo José Manuel Falcet un reportaje para “Informe Semanal” sobre el 150 aniversario del nacimiento del autor de “El malestar de la cultura”. Entrevistamos a un pensador tan intenso e interesante como Eugeni Trías y a otro tan sugerente y encantadoramente descabellado como Gustavo Bueno, además de a un elenco de psiquiatras, psicólogos y un psicoanalizado, el actor Juan Luis Galiardo, que tras cinco años de diván es el ejemplo más acabado de que el psicoanálisis quizá atenúe el sufrimiento pero no está hecho para aplacar la divina locura.
¿Es el psicoanálisis una ciencia? Depende. Desde luego no lo es al modo de la física, pero no estoy seguro de que sea más inexacta que la economía. ¿Cura el psicoanálisis? Le ha sido útil, sin duda, a muchas personas, a modo de espejo que rebota la propia imagen y tiene su campo de acción como lo puede tener el conductismo, aunque más limitado y difuso, porque así como el conductismo puede eliminar una fobia, es difícil concretar los efectos de una década de diván. El método psicoanalítico ha sido terreno preferente de mucho charlatán, no necesariamente argentino, aunque en manos (oídos) de un buen profesional puede resultar un sistema de introspección muy adictivo, como bien podría testimoniar Woody Allen. Para enfermedades mentales de calado creo que es preferible buscar un psiquiatra antes que un analista.
Todo esta reflexión me surge tras ver “Un método peligroso”, la recién estrenada película de David Cronenberg en la que se recrean las relaciones entre varios de los más destacados representantes del psicoanálisis, con un formidable mano a mano entre Freud (Viggo Mortensen) y Carl Gustav Jung (Michael Fassbender). Coincido con Carlos Boyero en que es una cinta memorable, al menos para quienes somos sensibles a la proeza científico/literaria de Freud y Jung, otro gigante intelectual. No me moví de la butaca hasta que apareció la última línea de los títulos de crédito, y es que la banda sonora está a la altura de una historia delicada y deliciosa.
Fassbender es uno de los actores actuales que más me gusta. Un descubrimiento. Enfrentado a Viggo Mortensen, con Cronenberg detrás de la cámara, debe ser un duelo magnífico. Intuyo que el humor no será un invitado en esta película, pero leyendo tu artículo he recordado un episodio de “Doctor en Alaska” en el que el Fleischman acaba en la cárcel, contándole a un Freud imaginario sus penas de amor por la bella Maggie. Inolvidable. Gracias por recordármelo, aunque sea sin querer.
me has despertado interes por verla. Y no es que a mi me seduzca la personalidad de Fred. Buena reseña.
Un chiste de Woody Allen:
–¿Te psicoanalizas?
–Solo desde hace 15 años.
Excelente película que habla de lo divino, pero sobre todo de lo salvajemente humano. Perfecto retrato de las “estrellas” del psicoanálisis y sobre todo del momento sociopolítico en el que sobrevivieron. Es de agradecer al director que centre la película en la genuina historia entre Sabina Spielrein y Jung, dejando en segundo plano a Freud. Desconocía la historia erótico-amorosa de ambos personajes y me ha llamado poderosamente la atención que fuese precisamente un maestro de psicoanálisis quien se saltase la deontología profesional y los imperativos de su estricta doctrina. La fideligna historia de Sabina hace aún más atractivo su papel, máxime cuando además de eclipsar a su docto psicoanalista, llevó ella misma una trayectoria profesional casi tan brillante como sus maestros. Respecto a Freud, queda patente cómo su teoría la construyó gracias a su capacidad de introspección, puesto que él fue un claro ejemplo de represión sexual y un maestro en convencionalismos. Quizás de su escaso interés por el sexo se derive su desconocimiento de las mujeres y su sexualidad, como queda patente en la película. Al menos su discípulo Jung se atrevió a dejarse llevar por sus sentimientos y rompió con la figura del padre representada en el endiosado y prepotente Freud.
Bellísima historia tan real como la vida misma (sus fuentes están recogidas exhaustivamente de la realidad). Recomendable para todos los que gustan del séptimo arte y sobre todo para los interesados en la historia del psicoanálisis.
Salud y buen cine para todos!!.
Si se me permite creo que Einstein, Marx, Darwing y Freud, son los cuatro pensadores (por llamarlos de alguna manera) que mayor influencia han tenido en el desarrollo de la civilización occidental moderna. Tres eran judíos. Freud destapó lo oculto, nos mostró lo que nadie veía, el subconsciente, lo irreal o superreal o irracional, el lado oscuro del espejo. No sólo el saber sobre el ser sino el arte, la literatura, poesía, pintura, la ciencia y arquitectura, el Universo entero, se benefició de ello. Me parece que nunca creí en el curativo poder del psicoanálisis, por muchos monstruos que levantase o levante. ¿Os imagináis a un sordomudo psicoanalizándose? Algo leí, creo que de Steiner (otro judío), donde se decía que la terapia psicoanalítica tiene sus raíces en las prácticas religiosas judaicas, en las interminables lecturas de la Torá, un libro dentro de otro libro dentro de otro libro… comentarios de comentarios de comentarios de comentarios… ello engendra mitologías, fantasmas del alma, quimeras. La poetisa americana Hilde Doolittle, muy unida a Ezra Pound y creadora del Imaginismo, una corriente poética del momento, se hizo analizar por Freud. Le dedicó un bello poema. De ella son estos versos:
….
su tiranía era absoluta,
pues yo tenía que amarlo entonces,
debía reconocer que él estaba más allá de cualquier hombre,
más cerca de Dios
(era tan viejo),
tenía que clamar su perdón,
que él me concedía
con su vieja cabeza
tan sabia,
tan bello
con su boca tan joven
y sus ojos;
Oh Dios,
deja que haya alguna sorpresa en el cielo para él,
pues nadie sino tú podría idear
algo adecuado
para él
tan bello.
Tu belleza es la del sol
tu eres el Señor vuelto mujer.
Señor Tirado, ya sabe que por encontrarme ingresado en un hospital, enfermo, no puedo acudir a su blog ni escribir largos artículos, como hace un año. Hoy me asomo para decir que no creo en los psicólogos, sino en el Valium o en el Orfidal. Ya ve usted esos señores, Jung y Freud, medio tarados. ¿Cómo van a curar a un tarado? Es como si te tuvieran que operar de un ojo y el oculista estuviera ciego. Muy acertado el comentario de la Señora Salus Pópuli. Y me despido don Tirado. En estos días estoy leyendo las obras completas de un escritor llamado Juan Cruz, que me ha prestado un compañero de planta hospitalaria. Ese hombre ha debido escribir muchísimo, más que el propio Don José Mará Pemán, algunos de cuyos libros yo he hecho llegar a ese amigo, también enfermo. Pues bien don Tirado, Juan Cruz tiene un libro, llamado ‘Contra el insulto’, o algo así, que está fechado en 2.012. Algo inusual absolutamente. Si ese hombre sigue trabajando a ese ritmo, tendrá que fechar sus libros en 2013 ó 2014. Es cierto, don Tirado, aunque tampoco ando yo ya bien del riego cerebral. Si salgo del hospital iré a ver la película. De momento, me conformo con ver por televisión el Clásico. Viva España!!!
Señor Tirado, agradezco su llamada telefónica para interesarse por mi estado de salud, en un momento en el que yo leía el ABC, naturalmente. Discrepo de usted. El señor Quintano tiene una gran pluma. Destaca desde los tiempos de estudiiante de Periodismo, porque, desde muy joven, comenzó a escribir en Blanco y Negro. Ahora ha coincidido en ABC con un compañero de clase y de promoción, Bieito Rubido como director. Y Quintano escribe unas excecelentes columnas en la última. También celebro que el ABC haya fichado a Ángel Antonio Herera, un señor que escribe muy bien sobre chismorreos. Los lunes tiene además artículo sobre el gran Real Madrid en las páginas de Deportes. Como también leo al señor Prada. A veces lamento la indudable influencia que la escritura de estos tres periodistas ha recibiodo del nefasto Umbral -a quien por otra parte Dios tenga en su Gloria-. A Umbral conseguimos echarlo los lectores de ABC cuando se lo trajo Ansón. Nada más señor Tirado, espero otro artículo suyo en este blog. Como le decía por teléfono, mi salud mejora. Sea condescendiente con Quintano. Un saludo y Viva España!!!