Un torero

José Tomás en Nimes

Este es un país que se cansa antes de sus héroes que de sus villanos (basta ver los programas más exitosos de la tele), me parece que más por nuestra proclividad al aburrimiento que por envidia. ¿Qué pasaría si José Tomás fuera alemán? Descuenten lo que de tonto, por inverosímil, tiene la pregunta y quédense con la evidencia de que estamos ante una figura de una estatura colosal que merecería reconocimiento, incluso de quienes no son aficionados. No estuve en Nimes y apenas he visto unos retazos de sus faenas en Youtube, lo bastante como para volver a poner el pie en esta página y soltar unas palabras urgentes, escritas más con el corazón de una corazonada que con la cabeza fría y pobre de ideas. En una España deprimida, con la moral recortada y las haciendas particulares temblando, emociona el valor y el arte, la poesía de un tío que nació en Galapagar y vive en silencio su gloria y sus fracasos, ignorando a las cámaras y a los preguntadores de la prensa, enredado en sus laberintos interiores. Hace tiempo que dije que quizá lo único bueno que nos dejara la derecha fuese el regreso de los toros a TVE. Ya han vuelto, y ahora falta que José Tomás se olvide de sus legítimos recelos ante la cosa y comparezca una tarde ante los espectadores de la tele para hacerse visible delante de los millones de españoles que le admiran por lo que han oído pero no han tenido la oportunidad de verlo nunca delante de un toro. Ese es el gran reproche que se le puede hacer a Tomás, que pese a su vena popular lleva años toreando, a plaza llena, para la gente suficientemente rica o suficientemente famosa que puede permitirse comprar en la reventa u ocupar un asiento por su cara conocida y reconocida. El torero me dijo un día que no le importaría morir en la plaza, como lo han hecho otros grandes lidiadores, que han dado gloria a esta extraña fiesta. Puede ahorrárselo, una cornada poca gloria podría aportar ya a su cartel de maestro legendario. En todo caso, nada que valga más que el recuerdo de sus pases.

4 Responses to “Un torero”

  1. Tienes toda la razón. ESO EVITARIA las sospechas deunos toros, quer como el amor, hieren pero no matan . Yo vi unos pocos pases por television, insuficientes para juzgar. Eso se lo he visto hacer a talavante, al arrimo del toro ,pero expuexto a la muerte, por la catadura del toro.QUE conformaba con el un verdaderom MINOTAURO.

  2. Menudas vacaciones ¡¡¡ Y ni una explicación a los lectores sobre la larga ausencia ¡¡¡

  3. Largaas vacaciones, pero un estupendo regreso

  4. Las buenas noticias vienen de fuera. He visto imágenes de la faena al cuarto, finalmente indultado. Arte y emoción, José Tomás. Y Nimes fue una fiesta. Enhorabuena Maestro.

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