Concha García Campoy

imagesCAR5IHOWAproximadamente a la altura del Telediario de las 3, ¿o era el de las 9?, me enamoré de Concha García Campoy. En aquellos recordados ochenta (¿por qué será que los años con empaque son los pares: los felices 20, los trágicos 40, los otra vez felices 60, los movidos 80, en detrimento de los 30, los 50, los 70 o los 90, más grises?) yo era muy enamoradizo, aproximadamente como ahora, y tenía dos musas televisivas: Julia Otero y Concha García Campoy.  Un amigo mío de entonces tenía una frase-boutade con su fondo verdadero como todas las hipérboles chistosas. Decía que hay mujeres para follar y mujeres para querer. Pues eso: Concha era mujer para paseos por las riberas del tiempo, para ensoñaciones, palabras a media voz y versos frescos como de Neruda o así. Mujer para querer y para lo que hiciera falta, pensaba yo, pues que lo mío no eran sino soliloquios y entendimientos a partir de lo que veía en la tele, de lo que escuchaba en la radio. Yo era yo, pero encarnaba, me parece, a miles de hombres que daban en pensar cosas similares. Ah, pero Concha era, antes que nada, una estupenda profesional de la comunicación, poco impostada, modulada desde la sencillez y la impronta verdadera que dan la curiosidad y la alegría de vivir. A vivir que son dos días, sí, es su gran invento radiofónico que perdura en los fines de semana de la Cadena Ser, hecho a la medida de su estatura de periodista grande, con el alma grande de tía joven que llegó a la capital, se separó de su marido ibicenco, se enamoró de un hombre mayor que ella, feo, ingenioso, ilustrado y amigo de erudiciones y sobremesas, con el que tuvo dos hijos, y luego volvió a enamorarse de otro aún mayor. Entre tanto seguían sus periodismos, pues que vida y periodismo iban en el mismo paquete, en el mismo corazón de niña que iba a morirse demasiado pronto. Me enteré de la muerte de Concha por un sms de mi amiga Loli Rebollo y no puedo decir que me sorprendiera, porque a estas cosas de la muerte va haciéndose uno y porque la leucemia es enemigo que nunca abandona a su presa, pero sí me conmovió. En los últimos años recuerdo el fallecimiento de dos profesionales de la comunicación muy llorados, por su juventud y su carisma, por lo que decían desde el micrófono y por lo mucho que se hacían querer: Carlos Llamas y Concha García Campoy. Concha amaba la radio por encima de cualquier otro medio y creo recordar haber leído que ella recordaba las famosas inundaciones de Barcelona en 1962, a través del pálpito y la voz torrencial, como en cascada, del gran Joaquín Soler Serrano. Concha debía tener tres años y quizá ese fue el nacimiento de su pasión radiofónica. La García Campoy ha pasado por esta tierra, más páramo que vergel, breve, pero intensamente. Ha vivido sus dos días y ha estrenado su a morir que no son dos días. Hasta siempre, amiga invisible.

9 Responses to “Concha García Campoy”

  1. Realmente, Juan Antonio has escrito lo que yo pienso y recuerdo de Concha García Campy. Tampoco sé exactamente si presentó el Telediario de las 3 ó el de las 9, pero sí que mantengo en la memoria aquella gran hornada de comunicadores que de pronto llegaron a los telediarios, como Concha, Manuel Campo Vidal o Angeles Caso – que se marchó pronto, porque se sentía más novelista que periodista-. Y le ha ocurrido, sí, como al gran Carlos Llamas, la leucemia, la maldita delucemia. Un día creyeron estar repuestos, regresaron al micrófono y se retiraron para morir. Y Concha dio vida e impregnó para siempre de su personalidad única el programa ‘A vivir que son dos días’. Era una periodista que siempre estuvo en la cima, y no tenía enemigos. Eso la hace absolutamente admirable. Ha muerto. Una tristeza. Un vacío.

  2. L.E.S., es imposible ser periodista y no tener enemigos. Y si eso te sucede, es que tienes algo de santo, de víctima, de perdedor irremediable. Por razones obvias no me enamoré de ella (sólo me gustan las mujeres malas), pero tampoco me habría enamorado de una versión masculina de Concha; demasiado limpia, demasiado legible… Cuando estos días la he visto tan bella, siempre tan bella, a todas las edades (sus pocas edades) he sentido una gran pena. Llevaba algo triste en la voz y en su estatura poco razonable. Llevaba más puñaladas de las que creemos. Quizás, y sólo quizás, era de las que no tenía enemigos porque, como apunta el dicho, con según qué clase de amigos, no se necesitan.

  3. Concha García Campoy era una mujer con carisma tanto en su vocación y profesión de periodista , como en su manera de proceder en la vida,aunque su personal voz siempre me pareció monótona y algo apagada tal vez,pero que no restaba ni un ápice su forma de decir las cosas y su credibilidad que ahora mismo tan denostada está en la profesión. Dice mucho de ella,el que parece no tuviera enemigos conocidos ,tan difícil cuando brillaba en lo que sabía hacer bien,radio y televisión y en lo que le hacía parecer y ser lo que se llama buena gente He sentido su muerte aún joven. Una pena para aquellos que en la distancia la apreciábamos.

  4. Vino hace unos 4 años a Burgos Concha García Campoy acompañada de Juan Ramón Lucas para hablar de la evolución de los medios de comunicación con las redes sociales. Mi madre, alias “copos”, me comentó que venían ambos periodistas y fuimos a ver su ponencia; me encantó la manera de exponer los asuntos por parte de ambos, hasta tal punto que posteriormente me lancé a la piscina y participé preguntándoles a ambos en la tertulia posterior. A mí, a diferencia de my mother, me encantó su voz en vivo y en directo, y tal y como dialogó conmigo me pareció una mujer súper cercana, de trato muy agradable y una magnífica comunicadora. Desde aquella fecha la seguía cuando podía, ya fuera en la televisión ó en la radio. Gran pérdida de alguien que se notaba vivía el periodismo desde lo más hondo, aunque siempre tendrá un hueco en el recuerdo de sus seguidores.

  5. Así que “Copos” es mujer… y madre (nada menos de que un Juanito mágico). Copos, creo, lleva razón: la voz de Concha era monótona, y su ritmo, una mijita insípido. Es una especie de ley de la naturaleza, a los muy altos les falta reprisse…

  6. ¡Qué decir de Concha! Era una excelente persona, amiga de sus amigos sin cortapisas. En la vida, en el mundo de la comunicación, no te encuentras a muchas gentes así, con tanta calidez y belleza en todos los sentidos. En una ocasión, me quedé sin trabajo y ella se prestó de inmediato a hablar con Augusto Delkader, en la Ser, insistió e insistió para que me “dieran algo”. Y así fue, me ofrecieron dirigir el informativo del mediodía. No lo acepté por razones diversas. A ella no le importó. Años después quiso presentar ante los medios una de mis novelas. Y no me considero uno de sus amigos cercanos. ¡Qué más daba! Siempre estaba allí para ayudar. ¿Por qué se nos van las gentes buenas?

  7. La conocí mucho, don Juan Antonio. Y tal cual lo sientes lo subscribo: Tenía a todo Ferraz enamorado, qué digo, hasta el mismísimo Pablo Iglesias… que está en IU. Una ternura entre sabuesos… Y ya he hablado más de 140 caracteres y no quiero más losas encima… que nos vamos quedando muy solos entre tanta pira funeraria, y esa no tiene ni ideología, ni clase, ni coherencia, ni distingue entre los vips y los perdedores, ni lo verdadero y lo falso, ni utopías o desencantos… ¡Nada!: Una simple cuerna vacía con eco…

  8. Conocimiento, mesura, palabra que germina, voz con horizonte. Concha García Campoy dignificaba todo lo que con su trabajo tocaba. De ella aprendímos como quien respira..

  9. Veo a Concha como la imagen que trasmite serenidad, relajación, siempre me gustó, creo que hemos perdido a una persona que todavía tenía mucho que aportar.
    Su historia ve sugiere que siempre la vida es corta, en unos casos más que en otros y que no debemos perder el tiempo en tonterías.

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