Silencios dignos de toda sospecha

thumbLas muertes recientes de Emilio Botín e Isidoro Álvarez han dejado ingentes páginas escritas o audiovisuales de incienso. No creo que deba aprovecharse la hora de la muerte para apuñalar al difunto; hay una norma no del todo desacertada que viene a concluir que no hay muerto malo. Es verdad que cualquier norma tiene sus límites y que resulta poco estético dedicar en un periódico veinte o treinta páginas a glosar la vida y la obra de una persona sin dejar un rincón por pequeño que sea para proyectar las sombras. Tantos elogios en catarata resultan cansinos y a la postre carentes de credibilidad. En todo caso y si de exceso se trata prefiero el panegírico a la burda embestida, rencorosa y malintencionada, que acostumbra a perpetrarse desde las redes sociales. Pero no es ese el asunto que quería tocar, quiero valerme de los recientes obituarios como prextexto argumental.

Discrepo de quienes piensan que no existe libertad para reflejar la actualidad política. No basta con un medio para hacerse cargo de la realidad, pero lo que unos esconden otros lo muestran e incluso lo exhiben con abundancia, de manera que si uno quiere puede tener un acercamiento bastante completo a la vida política a través de los medios de comunicación convencionales, mayor aún si se recurre a las publicaciones en Internet. Donde no existe libertad de expresión, o está muy limitada, es en la información económica, y ello en razón de las peligrosas relaciones entre los medios de comunicación y quienes costean la publicidad. No es nada nuevo, no es una enfermedad del día, pero es un grave lastre para un periodismo creíble y valioso.

Los grandes anunciantes como “El Corte Inglés” pagan con los spots no solo visibilidad entre los ciudadanos, pagan también el silencio de los medios en que se publicitan. Silencio que como en el caso de estos grandes almacenes llega a ser casi absoluto, monocal, insoportable. Famoso es el caso del libro de Javier Cuartas sobre la empresa de Ramón Areces e Isidoro Álvarez, un libro que no era siquiera muy crítico, más bien de corte informativo. Bien, pues antes de salir a las librerías la edición completa fue adquirida por “El Corte Inglés”. Algo similar ocurre con el “Banco Santander”, en este caso debido al poder y el miedo que infunde el dinero, sobre todo cuando la entidad bancaria es accionista importante. Que se lo pregunten a “El País” y a Juan Luis Cebrián. Hay que comprender que los medios de papel, ahogados como se encuentran, no están para quijotismos, pero el silencio interesado, cuando no la exageración e incluso la mentira no hacen mucho a favor de una prensa de por sí muy tocada. Quizá quepa esperar más y mejor información por parte de los medios que viven exclusivamente en la red. Quizá y ojalá.

14 Responses to “Silencios dignos de toda sospecha”

  1. Saludo la vuelta de Juan Antonio Tirado a su blog.

  2. Acertada reflexión, pero acaso el silencio pagado con publicidad sea cosa mucho menos perniciosa de lo que lo es en el caso político. Piense el lector en sujetos como Mas, Pujol, Griñán, Chaves…y dentro de muy poco los silencios en torno a la torpeza intelectual y la mala índole de sujetos como el de la Coleta, cuyo nombre … de verdad que ahora mismo no me viene a la cabeza. Esos silencios tienen a la ciudadanía moralmente derrengada. La gente que a lo largo de los años hizo su fortuna trabajando y creando puestos laborales acaso tienen siempre esa disculpa, ya que la riqueza que se crea para uno, siempre termina repercutiendo en alguna medida en los demás. Pero la corrupción y ruindad moral de los inútiles nombrados nunca repercutirán en bien alguno para la ciudadanía, sino exactamente todo lo contrario. Y no obstante, casi con seguridad recibirán alabanza el día que Dios o el Diablo se los lleve o nos los quite de encima.

  3. Afortunadamente, incluso en el reino de los hagiógrafos hay francotiradores. Esto escribió Lucía Méndez en El MUNDO: “Una cosa es mostrarle respeto a la hora de su muerte a todas las personas que contribuyen a que te paguen el sueldo y otra ascenderle a los altares. (…) Y pido disculpas por haberlo confundido con un banquero que evadió dinero a Suiza y tuvo que pagar 200 millones de multa. Lo que es la ignorancia”. Claro que su columna no está en las páginas de economía. Os dejo este artículo de Manuel Conthe, poco sospechoso de 1528revolucionario, sobre el vergonzoso comportamiento de los medios:
    http://www.expansion.com/blogs/conthe/2014/09/17/reflexiones-a-la-muerte-del-srbotin.html Y espero ansioso el comentario de Rosa Márquez, 😉

  4. Esta actitud refleja simplemente la esencia del poder.
    El poder de verdad es siempre discreto y también implacable.
    Loor al fallecido
    !Le debemos tanto!

  5. Tema realmente muy interesante. La dificultad está en quién le pone el cascabel al gato, pero no queda otra que hacer frente a ese gato, sino se cae el tinglado. Si la presión publicitaria llega al silencio, si se impone una especie de padrino económico el periodismo no merece llamarse tal. Y no es solo El Corte Inglés y el Santander, es Iberdrola, es Telefónica… Demasiado silencio. Clamoroso. Si el papel y los medios convencionales quieren vivir tendrán que hacer frente al gato que no es gato sino tigre. ¿Cómo se sustancian estos asuntos en otros países de nuestro entorno?

  6. Hace usted un discurso ingenuo doctor. Nos habla de obviedades. Pero hay algo que no deja de sorprenderme: Si somos capaces de comprender, de evidenciar, que las cosas no tienen remedio por qué, no obstante, nos levantamos cada mañana con deseos de cambiarlas. Será por la desesperación de los frágiles asombros, porque no hay cielos para tanta tierra, porque enculamos la vida con los dedos chatos, porque somos carnales como el hueso a la fruta, por ese botón que se escurrió cuando éramos niños, porque besamos el trigo uno a uno antes de hacer el pan…

  7. A proposito de El Corte Inglés, del amor, y de otras soledades.

    “¿Pero tu crees que la primavera llega antes al Corte Ingés que al pº de Rosales?”.

    Esa pregunta-observación me la formuló una novia-dependiente de Cortidyx mientras tomábamos un San Francisco en aquel local de jazz en Diego de León.

    Era una pregunta-observación obvia, vacia, evidente, casi estupida como esas charadas infantiles que siempre se acierta ¿de que color es el caballo blanco de Santiago?, ¿que pesa mas un kilo de paja o un kilo de hierro?.

    El color ambar de los combinados se proyectó, como sombra chinesca en nuestras caras mientras mi mirada tras los critales de las gafas con circulos concentricos buscaba en el vaso largo el sorbo junto a la pausa necesaria que me permitiera contestar.

    Pero no conteste, y de igual forma que un mínimo agijón de cualquier avispa provoca, al principio, urticaria, para dar paso, en algunos casos, a una toxicidad creciente que va devorando poco a poco los corpúsculos sangüineos, así, sin saber como, sentí unos deseos de atacar, con mis pequeñas posibilidades al gigante del consumo.

    ¿Era un reacción incoherente a mis horas interminables de ascensorista en Espasa Calpe, subiendo y bajando de la cuarta planta al sotano y del sotano a la cuarta planta?.

    ¿Era una defensa de mi represión solitaria buscando escotes huidizos de clientas con mi mirada miope, como algún amigo antes ha observado?.

    ¿Era una reivindicación laboral pidiendo un minimo taburete para descargar mis maltrechas lumbares?.

    ¿Era, acaso, el deseo de tener una voz como Angel Alvarez y tripular yo solo, yo solo, el vuelo 605?, o era, en definitiva, la espoleta necesaria para dinamitar mi anonimato y encontrar con toda la gloria la notoriedad que un individuo gris como yo buscaba.

    Juraria, o mejor, juro por mi honor que mientras un pianista tocaba los acordes de una pieza de Duke Ellington ¿Mood indigo?, decidí que el próximo dia que yo librase atentaria contra los intereses comerciales de El Corte Inglés.

    Cuando llegue a casa llamé a mi compinche Agustin R. para que me ayudara en la empresa comun.

    Nuestras armas; unos gabanes largos, unas gafas de espejo a los Steve Mc Queen y unas amplias bufandas que nos embozaran las caras.

    El objetivo, mitad sentimental mital miitar el departamento de discos donde mi amiga, seamos ahora sinceros, nunca fué mi novia, trabajaba.

    Cuando llegó el día nos adentramos en el departamento de discos buscando el momento preciso de nuestro ataque.

    Al fondo estaba ella en la seccion de clasicos rodeados de vinilos de Haydin y Brahms, con su uniforme verde claro y las banderitas pequeñas y triangulares de Cortydix.

    Todo estaba concienzudamente preparado, nos acercamos al mostrador de Rock-pop y esperariamos el descuido, el inciso temporal, casi imperceptible, del cambio de una mirada o la pregunta de algun cliente sobre alguna efimera novedad, para apoderarnos del doble vinilo de la opera Rock de Tommy de los Who.

    La operación fué un exito, pero como en todo botín de guerra, la destrucción prima sobre los sentimientos, y a la salida, lejos de las miradas vigilantes, despedazamos el albúm quedandonos cada uno con un vinilo.

    Mi compiche se fué satisfecho Preciados arriba, yo me metí en la Camiseria Moderna, donde centenares de exoticos pajarillos revoloteabn en el inerior. Luego fui al cine Pompeya para ver una pelicula de Patino.

    ¿Quieren saber Vds. con que parte de Tommy me quede? esperen, esperen un momento: voy a verlo……………….. a mi me toco el primer vinilo el que comienza con la obertura y continua con It’s a boy…….

  8. Todo cierto. Afortunadamente, ahora tenemos los medios digitales y las redes sociales para informarnos.

  9. Muy bueno el artículo. El silencio o determinados silencios tienen un precio.

  10. El club de jazz de Diego de León debía de ser Whisky Jazz, en donde siempre era verano, verano de noches asfixiantes. El otoño reinaba, verdoso, en las Cafeterías Manila, así en plural, porque en cada una te recordaban que había muchas. Las cafeterías Manila y sus camareros/enfermeros de blanco te daban razones para huir de Madrid, mientras que la primavera de El Corte Inglés te las devolvía. De los inviernos prefiero no acordarme.

  11. Dices bien, amigo Tirado, sobre el silencio de las grandes compañias compradas en especie a los grandes medios.
    En definitiva, los consumidores nos quedamos en la ignorancia, en un limbo imperfecto sin conocer, ni siquiera atisbar las cañerias de desagüe de las grandes empresas.

    Por otro lado, una recomendación , con todo mi cariño, para el Ascensorista, creo que se ha equivocado de foro, deberia buscar un blog de psicologia para apaciguar sus perpetuas represiones.

    Y en cuanto a Pilar, hoy estoy totalmente de acuerdo con ella, sin que sirva de precedente, habia muchas cafeterias Manilas pero todas representadas en una en singular: “hoy voy a merendar a Manila”.

    Manila nos traia un aire lejano, Trasantlantico, de barras con taburetes y camareros con pajaritas negras, de novedades que nunca terminaban.

    Ante el exito popular nacieron otras parecidas; algunas mayores y otras más modestas: California, Nebraska, Hawai, Montana……

    Eisenhower, además de las bases nos trajo una forma distinta de degustar el café americano.

  12. Cómo me gusta esa ‘memory’ en cámara casi lenta (¿no le dicen paneo?) sobre el arte de merendar en un país contento,con aiiados prósperos y cafeterías llenas. Echo de menos aquella alegría ingénua, aquellas tortitas con sirope antes del cine. A nadie le importaba entonces quién era y qué hacía el dueño de El Corte Inglés. O sería que no me importaba a mi. Y sigue sin importarme.

  13. Marcelino de cabeza marcándole a Rusia un gol, Lucecita, Matilde, Perico y Periquín, el Oliver de Marsillach, el Nodo, la Nocilla, Manrique, cualquier tiempo pasado, e invevitablemente Franco. Con o contra, pero viviendo mejor. En fin, curiosa la deriva que nos ha llevado de la denuncia del silencio periodístico a las cálidas tardes en la Cafetería Manila. Ay, las tortitas de la memoria, Pilar, tan proustianas. La nostalgia ya no es lo que era, en fin.

  14. Mi General (en la reserva, supongo): es Vd. el que se acaba de delatar. Cuando servidora y sus amigas (o novietes prematuros) saboreaban las tortitas de California, hacía muchos años que el viento se había llevado a Periquín y a sus papás al cielo de la radio, tan lleno de tesoros. Cuando servidora y su pandilla merendaban para ir al cine los domingos (invariablemente) era porque la víspera habían saludado el día en algún tugurio de la calle Desengaño, o Valverde, tras una dura sesión nocturna de discoteca. Quienes debían haber metido goles de cabeza con la selección y no lo hicieron (o no lo suficiente) eran los apuestos Leal, Santillana et alters. Podría haber bromas sobre cómo y dónde remataban a gol estas criaturas, pero no se me olvida que esto es una revista cristiana. Nunca vi a Marcelino en aquellas noches de sonido Philadelphia, será porque ya estaba mayor para bailar. O sea, como Vd. ahora mismo. O sea. En fin.

Discussion area - Dejar un comentario






He leído y acepto las condiciones generales y la política de privacidad


Información básica sobre protección de datos
Responsable: REVISTA REINADO SOCIAL 21RS (más info)
Finalidad: • Gestión de la adquisición del producto, suscripción o donativo, así como la tramitación de los mismos.
• Envío de comunicaciones relacionadas con el proceso de compra, las suscripciones o los donativos.
• Envío de comunicaciones y ofertas comerciales, por diferentes medios, incluidos los medios electrónicos (email, SMS, entre otros). (más info)
Legitimación: Ejecución de una compra online, suscripción o donativo. (más info)
Destinatarios: No se cederán datos a terceros, salvo obligación legal. (más info)
Derechos: Acceso, rectificación, supresión, cancelación, y oposición. En determinados casos derecho a la limitación del tratamiento de sus datos. (más info)
Información adicional: Puede consultar toda la información completa sobre protección de datos a través del siguiente enlace (más info)
Los enlaces de (más info)