La leyenda del Comercial. Por Luis Eduardo Siles y Juan Antonio Tirado

 

A comercialLos abajo firmantes hemos vivido tantas horas leves, felices, amables, ajenas casi siempre a la gravedad de la vida en las mesas del Comercial que la noticia bomba del cierre del café ha impactado sobre nosotros con la fuerza con que llegan los avisos que informan de la muerte de alguien cercano. Y, naturalmente, que lo es, la biografía de uno se conforma con las vidas de los seres queridos y con el recuerdo de los lugares en que a menudo fuimos dichosos, con la modestia con que siempre hay que escribir esta palabra. Lo peor, en nuestro caso, es que no lloramos por la muerte de un fragmento irrecuperable de nuestro pasado, sino que lo hacemos por un sitio que es presente vivo, que lo fue hasta el domingo, un día antes del cierre, en que estuvimos por última vez en su terraza, con Alicia, infantil, sentimental y atenta a las cosas del mundo, que ha llorado este mediodía cuando se ha enterado de la noticia. Entre rentas de alquileres antiguos y nuevos “burguers” y mierdas están arrasando con las cosas que teníamos por más propias. Supongo que será el progreso, pero en París siempre que vamos está el café Flore. Aquí si tuviéramos la torre Eiffel se la venderíamos a un chino para que fabricara cáscaras de aire vacío.

Como ha escrito en Facebook Esteban Orive esto no puede quedar así, hay que hacer algo. Nuestra entrañable, de corazón inabarcable, Pilar Ortega ha dicho: “Una gran tristeza es lo que siento… De acuerdo contigo : venderían la torre de Eiffel … Y mis memorias en el Comercial van unidas a nuestra amistad”. Lola Clavero ha apuntado: “Es muy triste. Ahora construyen cafés con estética decimonónica. ¿Por qué no conservan mejor los originales? Es un sinsentido de muy mal gusto.

Los viejos cafés son el espejo de una ciudad, sea Madrid, Sevilla o Pontevedra, esos cafés huelen a café, pero en su atmósfera flota un clima de eternidad mezclado con el murmullo de los contertulios y el sonido de las cucharillas, de clientes vivos y muertos, de pasado y futuro, de presente detenido en el poeta anciano sentado en solitario en una mesa porque todos sus amigos ya murieron.

El café más antiguo de Madrid era el Comercial, ubicado en la glorieta de Bilbao, que data de 1887, al que Enrique Tierno Galván acudía todas las mañanas, muy temprano, antes de ir al Ayuntamiento, a desayunar churros con chocolate, y algunos días redactaba allí uno de sus bandos municipales, que eran siempre una maravilla de palabra exacta y castellano clásico. El Comercial seguía con el mismo mobiliario, la misma luz, la misma atmósfera, la estudiante extranjera que se interesa por algún escritor español y que siempre parece la misma, de modo que las horas, los días, los años y los siglos, se detienen en la taza humeante del café. El Comercial tiene en invierno su mejor hora sobre las siete de la tarde, cuando las mesas se llenan de gente y un murmullo de voces envuelve el apresurado ir y venir de los camareros con su chaqueta blanca de camareros de toda la vida. Hubo quien dijo que al café se va huyendo de un hogar mediocre.

Ya quedan pocos famosos en los cafés. Casi nadie escribe a mano en las mesas. Hay quien llega y enciende el ordenador portátil. César González Ruano fue el último escritor vestido de escritor y viviendo en escritor que hubo en Madrid. Pero queda el café. Quedaba el Comercial. Empieza la leyenda.

 

 

17 Responses to “La leyenda del Comercial. Por Luis Eduardo Siles y Juan Antonio Tirado”

  1. Una lástima. sin ser de Madrid siempre la llevo en el corazón y el café me recordará siempre a alguien que hoy se siente tristísimo.

  2. Comparto tu llanto mi querido amigo. Allí llore por penúltima vez en 1970, por un noviazgo acabado -el amor no se extinguió nunca-. Allí amé, reí y lloré. Volví después con aquella novia interminable poco después y me sentí orgulloso de las lágrimas derramadas. Luego, ha sido la sede de Europa en Suma, de la que soy miembro. Tendremos que buscar otro lugar… Pero con la misma gente de antes… Es la vida y tenemos la obligación de mirar hacia delante.

  3. A mi me ha conmovido su cierre .La culpa es de la filosofía nominalista. A quien tan hermoso con tan hermosas galerías de cristales y espejos de arte decó se le ocurre llamarse Comercial.Se ha vengado el realismo de la especulación de su nombre.Nadie se hubiera atrevido si si hubiese llamado Espejo real.Estoy seguro.

  4. Tenia que estar prohibido robarnos. Nuestra memoria histórica. …..tantos sitios de los que guardamos tantos recuerdos
    ¡¡¡cuantas cosas podrían contar sus paredes…Sus mesas…
    cuando cerró solo haga llorar como cuando se va un ser querido…
    ahora tocan más lágrimas de luto

  5. Una máxima de Louis Aragón: “A menudo la vida se reduce a cambiar de café”. Si algo de razón tiene el poeta, que yo creo que mucha, poca vida, a este paso, nos va quedando. Como no fabrico utopías soy poco dado a nostalgias, sólo traen inútiles sentimientos. Ya derrumbaron la casa donde nací y desviaron la calle donde crecí, y sólo me cabe encogerme de hombros y vivir en el infinito instante, sabiendo que todo es finito. Perdemos el café, el peine y hasta la mirada, mas nada paga el llanto de ese niño cuyo globo se escapa entre las casas.

  6. Yo estaba montando unos desayunos de abogados laboralistas para otoño en “La planta de arriba” … Sitio de referencia desde que llegué a Madrid a estudiar con 18 años. Una pena. Espero que lo reabran.

  7. Bravo Macaón !!!

  8. Macaón nos ha deslumbrado con una gueguería, la del globo, que es una lección de poesía y de vida. Después de Macaón uno debía callarse, pero yo cometeré la imprudencia de escribir. Es verdad que ese globo volandero del niño duele en el alma del niño, pero todos lo seguimos siendo. Incluso Macaón, aunque lo guarde o lo esconda bajo una capa de aceptación de la realidad, que es siempre pérdida. Uno quiere su café como el niño quiere su globo. Vivir es irse yendo, despedirse, pero desde hace mucho abrigo la idea, nada consoladora, de que finalmente se muere el niño. Y hasta entonces uno quiere su café, su equipo, sus libros, aunque haya perdido su casa, sus padres, muchos amigos. Que se mueran las personas es lógico, no es tan necesario que muera un café que ha atravesado mil vicisitudes, una guerra incluida, en un siglo ya muy largo de existir.

  9. Suele afirmarse que cuando perdemos algo, algo se gana. Esperemoslo

  10. Me resisto a creer que el cierre sea definitivo. El Café Comercial es un pedazo vivo de nuestra Historia y, a buen seguro, pronto volverá a reabrir sus puertas para gozo y disfrute de todos. Que no decaiga.

  11. Ahora construyen cafés con estética decimonónica, ¿por qué no conservan mejor los originales? Es un sinsentido de muy mal gusto

  12. Lo supe. Lo juro por la Glorieta de Bilbao, que apartir de ahora parecerá la glorieta de cualquier cosa. Supe que no respiraba, que parecía estar de pié y entero, con su tropa de siempre yendo y viniendo (¿llevaban pajarita? no lo recuerdo) pero que algo había cambiado. Esos camareros no te miraban a los ojos, ni siquiera a la cara. Estaban ausentes, taciturnos, mudos…. De los espejos salían sombras agrisadas y lúgubres. Los viejos eran falsos, con libros falsos entre las manos y cuartillas en blanco sobre las que fingían escribir. En la calle, Malasaña celebraba el Dos de Mayo, pero dentro sólo sonaba un vientecillo desorientado. Casi juraría que al pasar por los espejos, camino del baño, no me ví.

  13. Sensacional doña Pilar. Puedo asegurarle que lo mismo que usted dice que “la Glorieta de Bilbao parecerá la glorieta de cualquier cosa” sin el Comercial, puedo decirle que este blog parecería cualquier blog -y no el que es, tan elegante, tan cuidado, tan bien escrito- sin sus afortunadísimos comentarios. Cada día admiro más a Joyce.

  14. El bonito color tostado que me está dejando el verano cubre mi sonrojo, Cebolla, incluso si se refiere Vd. a James en el piropo final. Doña Perfecta, con la que convivo (demasiado tiempo ya), me dice que tiene el corazón roto, y que cuando se recupere mínimamente hilvanará y compartirá algunos recuerdos muy pretéritos de ese café.

  15. Hace poco que vivo en Madrid y no he tenido la oportunidad de visitar a menudo El Comercial pero este artículo me ha adentrado en él, como si mis recuerdos también empaparan sus paredes. :)

    Y deja que te invite a un café, caliente claro y sin azúcar… Sin aliento.

  16. Barbara. Un hallazgo. Un misil. ¡Oleee!

  17. Barbara. La bomba.

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