500 PALABRAS SOBRE LA NUEVA NORMALIDAD

barco-que-se-hunde-ivan-aivazovsky_1Cuando Alicia, que tiene once años, ve una película en la que los personajes fuman reacciona entre la extrañeza y el escándalo. Entonces le cuento que hasta un par de años antes de que ella naciera fumar era una costumbre social perfectamente consentida, que se practicaba en todos los sitios y a cualquier hora. Algo parecido me ocurre a mí cuando veo una película en la que con completa naturalidad la gente se da la mano, se abraza, se besa. A mí nadie tiene que explicarme la prehistoria, y, sin embargo, a veces tengo un movimiento inicial de desconcierto. O me ocurre, al revés, que me encuentro en la calle con un amigo y maquinalmente le extiendo la mano para dársela con efusividad, hasta que noto la sorpresa en el otro y comprendo mi torpeza social momentánea. Que el virus nos ha cambiado la vida es observable sin necesidad de microscopio social, de qué manera esto vaya a ser provisional o no, de media o larga duración, se me escapa a mí y a cualquiera. Hemos tenido la mala fortuna de que se nos haya cruzado por el camino de nuestra vida normal esta maldita pandemia, que ha venido a variar nuestro modo de estar en el mundo. Claro que, visto desde otra perspectiva, podría uno pensar que no todas las generaciones tienen la oportunidad de asistir a un fenómeno inaudito y asombroso, universal y tal vez revolucionario. Nos dé pereza o no, a mí desde luego, enorme, puede que estemos en el preludio de un mundo nuevo. Y, además, lo hacemos a la vez como actores de un reparto coral inmenso y como espectadores, aunando así la doble condición que Ortega y Gasset establecía a la hora de clasificar los impulsos básicos de la gente. Si por un curioso y en extremo irónico cambio de guión el futuro nos obliga a ir por la vida con mascarilla, en un eterno carnaval, emulando así, sin perspectiva de género, a los millones de mujeres que han hecho del velo y otras mascaradas su seña de identidad, habrá que tomárselo con humor o en dos tazas, pero la cosa tendrá coña marinera. Situados en medio de la tormenta se me ocurre que este sería un momento soñado por Pangloss, el personaje del Cándido, de Voltaire, que hizo del optimismo su ley de vida, de manera tan obstinada que lo reforzaba ante cualquier tragedia. Cuando Cándido, Pangloss y Santiago se embarcan hacia Lisboa, una tormenta sacude el barco y Santiago cae por la borda. Pangloss detiene a Cándido cuando este se dispone a saltar al mar para salvarlo, argumentando que la bahía de Lisboa se ha formado para que Santiago se ahogara en ella. Al Pangloss volteriano todo lo que está sucediendo desde que la Covid-19 habita entre nosotros le vendría como anillo al dedo para su optimismo sin mácula, incluidos, por supuesto, los cientos de miles de muertos que la pandemia se ha cobrado. Todos serían pocos para celebrar la nueva normalidad.

 

 

 

 

17 Responses to “500 PALABRAS SOBRE LA NUEVA NORMALIDAD”

  1. Como siempre, fenomenal. ¿Maquinalmente? No lo había oído nunca. Siempre se aprende.

  2. Este virus durará como mínimo dos años, así que no queda otra que convivir con el virus, como convivimos con otros muchos.

  3. Yo me temo que el cambio de ahora no va a ser muy gratificante que digamos, porque no nos va a llevar a un mundo mejor.

  4. Sabes, a mí me pasa ahora igual en las películas. Cuando se tocan o se abrazan, digo pero si no se puede… es increíble.

  5. Una historia de barrio. Dos primillos, niño y niña, de 2 y 3 años de edad, solían encontrarse cada tarde en un jardín cercano para jugar. Al verse se abrazaban, besaban y daban saltos de alegría, aunque al final solían terminar a pescozones.
    Y a todo esto llegó ese terrible pandemónium, y los juegos terminaron. Los padres los aleccionan con serias explicaciones. Absoluta abstinencia física, de objetos y sujetos. No tocar barandillas, no coger flores, no acariciar perros y, sobretodo, no acercarse a nadie. Ellos no entienden, pero entienden. Creen lo que sus padres, con insistencia, les dicen, y saben obedecer. Dos meses después, fortuitamente, yendo con sus madres, a media distancia, se encuentran. Los niños se miran, serios, desconcertados, yo diría que cortados, no saben que hacer o decir. Se señalan con las manos, pero se refugian en las madres. Son hermanas, se mandan sonrisas y se dan media vuelta. No sé imaginar qué habrá pasado por las cabecillas de esos niños. Supongo que no les alcanzará ningún tipo de trauma. No sé. Que esa nueva realidad de que hablan borrará todo lo malo de la antigua. No sé. Pero sí sé que esos momentos de maravilla, de expansión, de felicidad (aunque no sepan lo que es eso) ya lo han perdido. Algo o alguien se los robó.

  6. Me pasa lo mismo cuando veo los saludos y abrazos de las películas. En las de época, sin embargo, no. Y es lógico, yo ahí no vivo.

  7. Está muy bien el artículo. Yo tengo una mezcla de pereza y pasotismo. Es un escudo para no enfrentarme al vértigo que da pensar en un mundo nuevo. Quizá me falte optimismo para ver ese cambio como la gran oportunidad de hacer un mundo mejor, quizá me pille demasiado decepcionada y un poco mayor… pero sería tan bonito. Personalmente, siempre he huido de las películas que nos presentaban el futuro como algo catastrófico, con paisajes secos y personajes desesperados por sobrevivir sin agua, sin aire, sin alegría. Necesito confiar en que esto pase, aunque reconozco que tengo mucho miedo a la enfermedad.

  8. Incertidumbre es lo primero q pienso ante esa nueva normalidad de nuevo cuño, y que produce soledad, frustración, miedo y preocupación.
    Se suele usar el humor como válvula de escape, pero ante tales objetivos a la vista, se me antoja que pocas ganas hay de ello, cuando además a mí me aterra el contagio del bicho.
    Una seña de identidad es nuestra efusividad cultural, esa demostración de cariño, esos abrazos, besos….difícil está resultando de ausencias.Este cambio no se recupera, pero se espera como algo esencial en la vida que no es la misma, cuando la dejamos en marzo.
    Y esa esperanza tenemos con mas ahínco en la familia.
    Ayyy y esos abuelos tan faltos ahora de manifestaciones de cariño recíprocos, y que en casos resultan tan necesarios…y en los amigos.
    El resto no debemos indignarnos.
    La indignación es cosa de un estado de ánimo, historia real y trabajo. Por eso nos darán enseguida el nivel 1 de desescalada.

  9. Muy cierto, Juan Antonio. Nos va a costar adaptarnos y más para los que estamos acostumbrados a estar todo el día saludando. Sólo espero que saquen pronto una vacuna para el dichoso virus y nos olvidemos del tema, si no podemoscaer en el clasismo, que con la nueva pobreza, que también tenemos asegurada,no va a ser nada bueno para la sociedad en general, va a marcar unas distancias y unas diferencias muy cortantes.

  10. Excelente escrito, sr. Tirado. Todo un estímulo para la reflexión. Le dejo la mía: Hasta casi el último tercio del siglo XVIII no nace ( y sobre todo no se vive) el concepto de individualismo como lo conocemos actualmente. El mundo era mucho más promiscuo… todo se hacía en grupo y en público; en las posadas, por ejemplo, a la gente se la alojaba en habitaciones colectivas. Las mesas separadas en restaurantes y tabernas son una invención posterior a la Revolución Francesa. En el siglo XVIII comenzó un tiempo nuevo y el individualismo (afortunadamente) con él.
    No todos en el siglo XVIII llevaron bien la disminución de la promiscuidad , consideraban que esa disminución era “asocial”. En paralelo al individualismo nacieron los derechos humanos y la democracia como horizonte deseable. Ahora, con la necesidad de mantener una distancia profiláctica, viviremos un nuevo grado de asociabilidad (la nueva normalidad), pero no sé si en esta ocasión el salto vendrá acompañado de una mayor humanización y democratización. Está por ver. Me gustaría ser optimista, pero no tengo la mirada de Cándido.

  11. Tal vez sea como usted dice y estemos asistiendo al nacimiento de una nueva etapa. La Historia se encuentra llena de cambios…¡y a alguien le tienen que tocar! Da pereza sí. Los adultos presentamos resistencia al cambio (los niños, en cambio, se adaptan mejor) Mi abuela Martina, que era una gran tarotista, siempre decía que al arcano de la “Rueda de la Fortuna” -que es imparable- nuestra desacuerdo le resulta indiferente y que lo razonable es rodar en su misma dirección. “La Rueda te aplasta si la tienes en contra”. Según Martina, había que “dejarse ir” con los tiempos (mi abuelo Abundio nunca lo aceptó). Si estuviera viva le preguntaría por el arcano de “La Torre”… ¿el fin de un mundo y el comienzo de otro?

  12. Aunque no esté decretado aún, vivimos en Estado de Confusión.

  13. El doctor Tirado asegura que “puede que estemos en el preludio de un nuevo mundo”. ¿Y qué pasará con el viejo? ¿Lo borraremos, lo enterraremos, lo aniquilaremos? ¿Tendremos que olvidarlo por completo? Claro, y este blog dejará de existir, lo mismo que las fantasmales presencias del doctor Cebolla y de doña Perfecta y de tantos otros, incluyéndome yo. ¡Qué horror! De todas formas, no me asusta que desaparezca ese impreciso pulular de sombras que es el pasado, pero ¿qué hacemos con los recuerdos? ¿también tienen que desaparecer? No estaría del todo mal, hay tanta gente que para sobrellevar el triste presente se refugia en dudosos felices momentos del pasado que ahora tienen la posibilidad de reiniciarse, de empezar de cero. Espero que el canto del grillo traspase el tiempo, son los pregoneros de la noche apacible, y el croar de la rana anunciando la primavera. También está el vino que es magia blanca y buen sustituto de sueños. En fin, nos pondrán para distraernos cánticos melancólicos, que nos sonarán a graznidos de gansos.

  14. De acuerdo Macaón, y también aumentaran los silencios, ese sonido tan dulce y armonioso.

  15. El mundo será siempre viejo. De Babilonia aquí no hemos tenido otra cosa. Que el mundo ha sido y es una porquería lo sabe hasta el del tango. Pero en ese mundo viejo, que será el nuevo, brillará el alma noble de tipos como Macaón, como Abundio, el abuelo de Nervo, como Tirado, como Seitaridis, como tantos especímenes raros que pasarán por este mundo, el de toda la vida, haciendo más bien que mal, levantando una sonrisa allá donde es posible y estrechando la mano, aunque sea simbólicamente, al hermano y a la adorable sobrina. ¡Dios salve a mi sobrina!

  16. Para buenas personas mi hermano y yo. Yo soy bueno porque sí, porque el mundo me hizo así. Y mi gemelo es bueno sencillamente en razón de su nombre. ¿Cómo iba a ser malo don Perfecto? En la misma línea, hay que deducir que buena es también doña Perfecta. De los demás no digo que no, pero tampoco digo que sí.

  17. Sólo me queda recordar a mi madre, anciana, menudita, como algodón del que estaba hecho Platero. Así la abracé miles de veces, “qué poquita cosa eres, mami”, yasí la recuerdo, flacucha, blanda, de huesos tiernos como de pájaro. Es era, una, un pajarillo expulsado del mundo, lleno de depreddores y pajarracos temibles.. Tengo una idea vaga de que esto empezaba en Alicia, pajarito prometedor, y que yo me lo he llevado al terreno que me pedía el alma. No se qué pasará, pero mientras hayan criaturas próximas que te escuchan y dicen comprenderte, y dicen bien, todo será menos malo.

    Abre los ojos, Alicia. Tuyas son las respuestas que nosotros no conoceremos. Y dale,y sigue, y vete. No te pares.

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