Allegro molto

“Antes que tarea exclusiva de unos cuantos especialistas, la Animación Misionera es el testimonio que todo cristiano ofrece del amor universal de Dios, que se ha derramado en su corazón por el Espíritu que le ha sido dado.

Un cristiano que vibra con ese amor universal sin fronteras, no necesita tantos cursos de capacitación para sentirse de inmediato Animador Misionero. Él se parece –para utilizar un ejemplo cotidiano– a una panadería: con solo abrir sus puertas, difunde el buen olor del pan y suscita en los demás las ganas de comerlo”.

Monseñor Luis Augusto Castro

Cuando nos encontramos en los umbrales del Octubre Misionero, en el camino hacia la  Jornada Mundial de las Misiones, el DOMUND, en muchas ocasiones nos abordan grandes interrogantes sobre la animación misionera: ¿quiénes son los responsables?, ¿hacia dónde tenemos que ir?, ¿qué nos pide la Iglesia?, ¿y la sociedad?, ¿hoy, en el siglo XXI, tiene sentido la animación misionera?, ¿quiénes la tienen que asumir?

Resulta llamativo, y además curioso, como ante estos interrogantes y dudas siempre giramos la cabeza hacia otros y ponemos el énfasis en los demás, y muy pocas veces en nosotros. Vivimos la “animación misionera” como algo ajeno y externo a nosotros, vivimos el dinamismo misionero como algo “de los demás” pero nunca como algo que es responsabilidad de todos y cada uno de los cristianos.

¿Eres discípulo misionero? Con el Bautismo has sido ya marcado y puesto en salida como discípulo misionero, pero, ¿realmente te sientes discípulo misionero?, ¿asumes tu compromiso como católico?, ¿vives con alegría el Evangelio? Si es así, no tienes excusa, ¡también eres animador misionero!

Las Obras Misionales Pontificias nos ponen ante esta cuestión cada año, no solo en el DOMUND, en la Jornada Mundial de las Misiones, sino en todos y cada uno de los días. Las OMP nos están indicando una presencia eficaz, responsable y activa de los animadores misioneros, en cuanto discípulos misioneros, abriendo a cada comunidad parroquial a la universalidad y a la cooperación misionera.

¿Qué nos puede ayudar a conocer a un animador misionero?, ¿a un discípulo misionero ante la celebración de la Jornada Mundial de las Misiones?

Veamos algunos aspectos:

• Está integrado en la acción pastoral de la comunidad, comprometido en despertar y promover la conciencia misionera.
• Nos invita a celebrar la Eucaristía y los demás sacramentos no encerrados en círculo alguno.
• Nos recuerda que mientras existan últimos y lejanos, el Reino de Dios no es una realidad plena.
• Nos señala que solo desde la dimensión de universalidad se puede vivir la comunión, que la comunión que no desemboca en la Misión es falsa.
• Anuncia con valentía que solo Jesús es el Señor y que no pueden existir hombres que opriman a otros hombres, porque el Reino es justicia y fraternidad.
• No es un elemento aislado de la acción pastoral, sino que es empuje e ilusión de la acción pastoral.
• Crea sensibilidad hacia la Misión, haciendo brotar la solidaridad espiritual, personal y económica hacia las Misiones.
• Da un paso, decidido, y poniéndose en actitud de salida pone a toda la comunidad en actitud de salir, de encontrarse con las periferias.

La Misión es un asunto y tarea de todos. Es una responsabilidad de todos los discípulos misioneros y en el “Octubre Misionero” tenemos que poner todos nuestros talentos al servicio de nuestras comunidades parroquiales. Ya no valen excusas. Ya no valen silencios y tampoco abandonos, porque Jesús nos está demandando que difundamos la “Alegría del Evangelio”.

Hoy el animador misionero, en cuanto discípulo misionero, mantiene en cada comunidad el ideal misionero. ¿Estás dispuesto? En la Web de Obras Misionales Pontificias (www.omp.es ) encontrarás muchas respuestas, iniciativas y propuestas. ¡No las dejes pasar!

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