Allegro molto

Vivir a contracorriente requiere de valentía, de compromiso, de responsabilidad. Vivir a contracorriente es el “día a día” de todos y cada uno de los discípulos misioneros, porque requiere superar la apatía, la tristeza, la costumbre, lo que habitualmente, y como siempre se ha hecho así, venimos repitiendo sin demasiado sentido y significado.

 Vivir a contracorriente es saber renovarnos, es decir, volver a ser nuevos, mirando a nuestros orígenes, a lo esencial, a lo radicalmente central, apartando lo secundario y lo externo.

Vivir a contracorriente es una invitación a salir de nosotros mismos. Cuánto bien hace la lectura de la Exhortación Apostólica Gaudete et Exsultate del Papa Francisco, sobre el llamado a la santidad en el mundo actual.

El Papa Francisco nos vuelve a ofrecer las claves de manera sencilla, esquemática, introduciéndonos en la oración y la acción. Una de las claves de vida son las Bienaventuranzas, que nos ayudarán para evitar el otro estilo de vida hacia el que nos lleva el mundo.

Las Bienaventuranzas de “ninguna manera son algo liviano o superficial; al contrario, ya que solo podemos vivirlas si el Espíritu Santo nos invade con toda su potencia y nos libera de la debilidad del egoísmo, de la comodidad, del orgullo” (GE 65).

Pero la comodidad nos hace apartarnos de la plena vivencia de las bienaventuranzas; es más, la comodidad nos inutiliza para escuchar a Jesús, para acercarnos a Él con amor y respeto, evitando ser golpeados por sus palabras, sentirnos desafiados, siendo interpelados a un cambio real de vida…

¡Claro!, es mejor hacer siempre lo mismo, vivir de la crítica constante hacia los demás, ¡es más fácil no hacer nada!, ¡es más fácil cruzarse de brazos!, ¡es más fácil lanzarse al vacío del conjunto y de la masa que estar dispuestos a dar un paso para anunciar a Cristo!

Pero paradójicamente lo que pudiera parecer lo “más fácil” termina por ser lo “más caro y lo más difícil” al final. El Evangelio, Cristo, nos libera de todas esas ataduras, de todos esos problemas, pero seguimos sin darnos cuenta o al menos sin escucharlo en plenitud, ¿a qué estamos esperando?

A contracorriente será, como lo demuestran cada día miles de misioneros en los territorios de misión, poner en juego en nuestra vida todas las bienaventuranzas. El Papa Francisco nos ofrece algunas pinceladas necesarias en los números 63 al 94 de la Gaudete et Exultate.

Esta forma de vivir con plenitud desde el Evangelio no está exenta de problemas. Aceptar cada día el camino del Evangelio nos traerá problemas. Lo curioso, lo más llamativo, que los problemas no solo llegan de fuera de la Iglesia Católica, sino que en muchas ocasiones se reciben desde dentro de la misma Iglesia, por aquellos que no desean avanzar en la conversión misionera que nos hace mirar nuevamente a lo esencial del Evangelio, por aquellos que no quieren desprenderse de ropajes viejos y de juegos de espejos innecesarios.

Las calumnias y las falsedades… ¡cuánto daño hacen a la Iglesia, a cada comunidad parroquial, a cada uno de nosotros! Pero como nos recuerda el Papa Francisco, en el número 94, “Jesús dice que habrá felicidad cuando «os calumnien de cualquier modo por mi causa» (Mt 5,11). Otras veces se trata de burlas que intentan desfigurar nuestra fe y hacernos pasar como seres ridículos”.

Que las bienaventuranzas nos ayuden a completar nuestro caminar misionero.

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