Allegro molto

No podemos dejar de mirar a América. Es más, mirar a América nos aporta frescura y novedad en los planteamientos misioneros. América nos ayuda a integrar, asumir y vivir el entusiasmo misionero de manera más clara y concisa. América nos está dando las pautas para renovar la pastoral misionera.

Mirar a América es también mostrar la gratitud por iniciativas como los Congresos Americanos Misioneros, cuya quinta edición se acaba de clausura en Bolivia. Son estos congresos misioneros, gracias al empuje de las Obras Misionales Pontificias, un caudal de testimonios, de ejemplos, de vivencias… que nos ayudan para ser interpelados una y otra más por la mirada misionera.

Durante estos días, además de seguir la presencia que desde OMP España teníamos en Bolivia, ha sido interesante leer las continuas noticias del Congreso Americano Misionero en la Agencia Fides, Órgano de información de las Obras Misionales Pontificias desde 1927, cuyo trabajo de comunicación nunca será lo suficientemente reconocido, especialmente en estos momentos donde nos ofrecen la cercana y necesaria realidad desde Nicaragua.

 De las mismas quisiera destacar la interesante reflexión misionera del Cardenal Fernando Filoni, realizada el pasado miércoles, 11 de julio, en Bolivia. Decía el Cardenal:

• … deseo ponerles en guardia de un peligro en el que se cae cuando se desvirtúan la frescura del Evangelio y el entusiasmo de la vocación misionera, y nosotros nos dejamos llevar o por las infidelidades personales o por la crisis de la eficacia y de las apariencias; quiero decir que ya no nos fiamos de la palabra de Jesús, que en el contexto de la obra misionera nos sigue recordando: “Si alguno quiere venir detrás de mí, que se niegue a sí mismo, que tome su cruz de cada día y que me siga” (Lc. 9, 23).

• Debemos guardarnos de la lógica del algoritmo, de considerar que la eficacia solucionadora sea la verdadera lógica a seguir.

• Tampoco pensemos que bajar el nivel de la generosidad puede resolver, por ejemplo, el problema de las vocaciones misioneras; sino que este se debe afrontar, más bien, incrementando una auténtica pastoral misionera, una generosa disposición a compartir el personal apostólico entre las Iglesias más ricas y las Iglesias más pobres y, finalmente, dejándose tomar por un profundo y generoso amor por el servicio de las comunidades privadas del anuncio del Evangelio.

• Además, es necesario motivar todas las realidades eclesiales a la acción misionera: obispos, sacerdotes, religiosas, religiosos, laicos, parroquias, asociaciones, grupos y personas individuales, porque la acción misionera ayuda a la fe y la entusiasma.

• Hay que ir siempre a la raíz y a la esencia de la cuestión, pero, ante las dificultades y los problemas, no hay que ceder a la rebaja eclesiológica o al ocasionalismo de las soluciones, especialmente cuando se trata de la calidad del personal y del compromiso misionero.

¿Más claro? Difícil. El Cardenal Filoni nos ha dado claves que nos pueden ayudar a todas las comunidades cristianas, no solo en América, sino en todo el mundo. Son pasos para la necesaria reflexión, porque vamos haciendo eslóganes publicitarios sobre misiones, pero poco nos adentramos en su verdadero y universal sentido, olvidando que todo está en manos de Él y solo poniéndonos en sus manos podremos ir caminando.

Filoni también indica que no debemos ceder al ocasionalismo de las soluciones. Cuántas veces nos enfrascamos en la búsqueda rápida de soluciones, en parches pastorales, en modelos importados, en soluciones pasajeras… logrando dar la apariencia de “más vida pastoral” cuando realmente solo estamos ofreciendo un “espejo pastoral”: ante el que mirarnos, acrecentar nuestro ego pastoral y no provocando la necesidad, o al menos el interrogante, de una conversión misionera. Las soluciones rápidas son como las obras de urgencia para evitar la caída de un muro, que sujetan, pero no se adentran en la solución para mejorar y sanar.

¿Una posible solución, no ocasional? Incrementar y vivir una auténtica pastoral misionera. Eso es lo que tenemos que afrontar, y no generando nuevos inventos pastorales para rellenar titulares o vivir la apariencia de una diócesis o de una parroquia que se mueve, pero que no provoca la mirada nueva al Evangelio, al mandato de Cristo.

Debemos motivar, como también señala Filoni, que todas las realidades eclesiales vivan la acción misionera, todas y cada una de esas realidades eclesiales, ya que la misma siempre ayuda a la fe, la entusiasma y la contagia de alegría misionera. ¡Esa es la clave que nos impulsa y que nos ayuda!

¿Nos ponemos en ese camino?, ¿o seguimos cediendo al ocasionalismo de las soluciones? ¡Siempre en marcha misionera!

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