Encuadrando la pastoral o ayudando a engendrarla
El ritmo más sosegado que parece imponernos, aparentemente, la época estival nos ayuda a reflexionar y poder compartir otras visiones sobre la pastoral, para tomar fuerza, mejor impulso y estímulo, que nos hará afrontar el próximo curso pastoral con más fortaleza misionera.
Estos días se amontonan los apuntes, los recortes, los subrayados, las anotaciones al margen y las frases sueltas. Se amontonan para ir entretejiendo diferentes textos, sugerencias o al menos, aunque solo sea eso, afrontar la situación desde otro prisma, desde otra mirada.
Precisamente hablar de “miradas”, y de cómo miramos la pastoral, puede ayudarnos mucho. Porque cambia mucho si lo contemplamos desde un cierto inmovilismo, desde un “de arriba a abajo”, o si, por el contrario, poseemos una mirada más horizontal, más aglutinadora, más acompasada, donde confluyen armónicamente todas las notas musicales.
La mirada inmovilista provoca un encuadramiento de la pastoral, o lo que es lo mismo, una pastoral de encuadramiento. En cambio, una mirada más horizontal provocará una pastoral más engendradora, participativa y comprometida.
La primera, la de encuadramiento, se establece desde un plan cerrado y estanco, no abierto en muchas ocasiones al Espíritu Santo. Es una pastoral ordenada desde “arriba”, con una serie de objetivos de obligado cumplimiento, organizando a la Iglesia desde la perspectiva de la única gestión empresarial: la Iglesia y el mundo será el fruto de lo que uno (el que dirige el plan) quiere que sea.
La segunda, la de engendramiento, aunque posee un documento base sobre la que trabajar, está más abierta a la escucha, con el oído y el corazón puesto en las aspiraciones del pueblo, discerniendo los signos de los tiempos, apoyándose en recursos vivientes.
Al ser una pastoral menos cerrada, la de engendramiento está atenta y escucha los frutos que van surgiendo, movidos por el Espíritu Santo, poniéndose al servicio de todo lo que está naciendo o por nacer, haciendo un necesario ejercicio de tomarse el tiempo para deliberar y concertar, no para cubrir expedientes y formularios de cumplimiento de objetivos.
Engendrar… ¡abrirse a la sorpresa y a la novedad del Evangelio! Aquí está la clave. No cerrarnos a nada, al contrario, abrirnos a la continua sorpresa evangélica, asumir la continua capacidad de asombro y sorpresa que provoca Jesucristo en todos y cada uno de los agentes de pastoral.
Los agentes de la pastoral misionera están muy acostumbrados, en unión con los Obispos, a provocar lo inédito, lanzando constantemente nuevos proyectos que ayudan a caminar a la Iglesia con otros horizontes y sentidos, que hacen recuperar la fortaleza del Evangelio.
Cada hombre y mujer que coopera con la animación misionera saben que deben contemplar su labor desde la óptica evangélica de la siembra, entrando en la dinámica del recomenzar, para asumir todos, sin excepción, la responsabilidad como discípulos misioneros.
Nuestra pregunta nos debe llevar a cambiar la mirada, para plantearnos qué queremos seguir haciendo con nuestros planes pastorales, ¿convertirlos en más misioneros?, o, por el contrario, ¿seguimos en lo mismo de siempre viendo pasar el tiempo y apartándonos del presente y el futuro de la Iglesia?
Lo dicho, qué bueno es la época estival para reflexionar…
Discussion area - Dejar un comentario