SÁBADOS LITERARIOS. El bicentenario de Larra

 

20070418klplyllic_115-1iessco.jpgMe cuesta escribir sobre Larra: le quiero demasiado. Hay escritores a los que uno admira, otros a los que lee con gusto; aun los hay con los que no cuesta identificarse en algún momento de su obra, pero luego están los que viven dentro de uno, hasta el punto de que si alguien los cuestiona es como si estuvieran poniéndole en entredicho a uno mismo. Esa es una visión muy adolescente de la literatura, me hago cargo, pero es que Larra se pegó un tiro cuando era poco más que un adolescente, un muchacho que aún no había cumplido los 28 años, edad suficiente, sin embargo, para dejar inscrito su nombre entre los clásicos, y eso no por una novela, que la escribió, obras de teatro o adaptaciones, que fueron muchas, sino por algo tan moderno y atípico como los artículos periodísticos. Con una vida tan corta, Larra dejó una biografía muy intensa, con mucha obra, una mujer, varias amantes, tres hijos. Sorprende que le diera tiempo a hacer tanto. Estas cosas y otras muchas las ha puesto en limpio su descendiente Jesús Miranda de Larra, que acaba de publicar una interesante biografía para conmemorar el 200 aniversario de su nacimiento, que se cumple el martes.

Larra es un corazón romántico en una cabeza ilustrada. Su prosa, rica, de claras resonancias clásicas, divertida, ingeniosa, irónica y a menudo sarcástica apenas ha perdido frescura y resuena como una bofetada risueña en la cara del lector contemporáneo. Rara vez ha habido buenos tiempos en España para la libertad, pero los suyos fueron particularmente aciagos. Su vida periodística transcurre entre los 19 y los 27 años, en buena parte dentro del régimen de Fernando VII. En ese contexto, fragmentos como el que siguen hacen las delicias de cualquier ciudadano avisado.

«Se ha establecido en Madrid un sistema de libertad que se extiende hasta a la imprenta; y con tal que no hable en mis escritos, ni de la autoridad, ni del culto, ni de la política, ni de la moral, ni de los empleados, ni de las corporaciones, ni de los cómicos, ni de nadie que pertenezca a algo, puedo imprimirlo todo libremente, previa la inspección y revisión de dos o tres censores. Para aprovecharme de esta hermosa libertad anuncio un periódico…».

 

A Larra le dolió España, y en eso fue un predecesor de la generación del 98, que lo tuvo por uno de los suyos. Le amargaba el atraso del país, su entrega pasiva al absolutismo, la desidia, la incultura, la enseñanza deficiente y los malos modales, la falta de nervio y pasión. Empuñó su pluma con afán por contribuir al cambio y con la claridad de ideas de quien se sabe llamado por el camino de la escritura, pero lo hizo desde el humor, nunca desde el sermón didáctico. Un fragmento como éste explica bien su estilo:

“- Yo quiero ser cómico…

– Cierto. ¿Y qué sabe usted? ¿Qué ha estudiado usted?

– ¿Cómo? ¿Se necesita saber algo?

– No; para ser actor, ciertamente, no necesita usted saber cosa mayor…

– Por eso; yo no quisiera singularizarme; siempre es malo entrar con ese pie en una corporación.

– Ya le entiendo a usted; usted quisiera ser cómico aquí, y así será preciso examinarle por la pauta del país. ¿Sabe usted castellano?

– Lo que usted ve…, para hablar; las gentes me entienden…

– ¿Y memoria?

– No es cosa la que tengo; y aun esa no la aprovecho, porque no me gusta el estudio. Además, que eso es cuenta del apuntador.

Al llegar aquí no pude ya contener mi gozo por más tiempo, y arrojándome en los brazos de mi recomendado:

– ¡Venga usted acá, mancebo generoso! -exclamé todo alborozado-; ¡venga usted acá, flor y nata de la andante comiquería!:

Diciendo estas y otras razones, despedí a mi candidato prometiéndole las más eficaces recomendaciones”.

 

 

Su suicidio es un misterio que se ha interpretado en clave romántica y patriótica. Para unos el pistoletazo pudo estar en el desengaño tras la ruptura con su amante Dolores Armijo, para otros, la clave estaría en su desaliento y malestar ante la realidad española. Imposible dirimir en ese territorio, en todo caso cuesta imaginar ese desenlace en un tipo que no había cumplido los 28 años y que ganaba el equivalente a 14.000 euros al mes, siendo con mucho el periodista mejor pagado de su época y al que le quedaba toda la vida literaria y personal por delante. El joven Mariano José de Larra era socialmente un triunfador, pero la procesión iba por dentro.

 

7 Responses to “SÁBADOS LITERARIOS. El bicentenario de Larra”

  1. siempre te fascinó Larra, querido bloguero. Ya hace casi veinticinco años cuando eras un universitario ganaste el premio literario Larra promovido por la Complutense de Madrid con una supuesta carta “desde las Batuecas y una pizca de humor” dirigida a tu admirado Mariano José, titulada, Larra que estás en los cielos. El de ahora , en tu lógica está mucho más ilustrado., pero tu admiración es la misma. Al igual que me provoca a mí cuando le conocí literariamente por tí. Además ahora que me acuerdo , no hay alguien que te llama Larriano’¿

  2. Me ha gustado mucho el artículo. Larra me suena del bachillerato, no lo había leído, pero prometo que lo voy a leer después de este bonito escrito.

  3. Ya me parecía a mí que James Dean y los Who no eran tan listos como para haber inventado aquello de “Vive rápido,muere joven y deja un bonito cadáver”.
    Cuando te leo ,aparte de compartir contigo casi todo, siento una pena inmensa por todos aquellos “fenómenos”españoles infravalorados. Idolatramos a Kent Follet y Agatha Christie y ni nos molestamos en leer algún párrafo de nuestros literatos. Larra les hubiera dado sopas con onda a Woodward y Berstein.

  4. Micer: comparto su admiración por Larra y me parece insuperable su obra periodística. Las novelas y las obras de teatro ya son otra cosa. En cuanto a su relación cob Dolores Armijo y su suicido me parece un asunto apasionante, para un studio algo más allá de o realizado por Buero en LA DETONACIÓN.e

  5. Tengo el pésimo defecto de dejarme apasionar más por el autor que por la obra, y al leerla, más que avanzar en su contenido, quiero imaginar una biografía en los dobleces de unos escritos, tal vez arrugados por el alma de quien los escribe. Larra se presta a ese perverso juego.

  6. Tal día como hoy, 24 de marzo, de hace 200 años nació Larra. En estas celebraciones he notado, entre la sorpresa y el estupor, que la efeméride ha sido completamente ignorada por “El País”. Me consta que el diario de la calle Miguel Yuste no vive su mejor momento, que la pérdida de nervio y fuste periodístico se nota de manera alarmante y cada vez a mayor velocidad, aun así mi extrañeza ha sido grande. Es verdad que los literatos españoles son utilizados, según y cómo, por los distintos diarios y que lo que unos realzan los otros lo empequeñecen. Pero en el caso de Larra no encuentro explicación, ya que es un hombre ineludiblemente progresista, cuyo ideario cuadra perfectamente con el de la joya de Polanco. En fin, tal vez sea un simple caso de desidia (vuelva usted mañana o ¡el siglo que viene!) o un caso de idiotez espero que pasajera de la muchachada que dirige ese impar talento llamado Javier Moreno.

  7. Alicia: eres muy jovencita para caer en la trampa del lenguaje oficial. ¡Joder con lo de progresista!
    Por cierto, El Mundo (que es fascista) le ha dedicado a Larra un cuadernillo de 8 páginas con artículos de Anson, Raul del Pozo, Carmen Rigalt, Manuel Hidalgo, David Gistau, Antonio Lucas y… Francisco Umbral. Todos ellos de ideario fascista (ninguno escribe en El País y por lo tanto no son progresistas). ¡Vaya palabreja manida!

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