El hambre y las ganas de comer

Hay una cocina para ricos y otra para pobres, aunque en España llevamos varias décadas que pareciera que todos comemos con las recetas de los maestros Arzak, Ferran Adrià y otros brillantes epígonos de la escuela de la abundancia. De la mesa solo se habla si es para loar los grandes manjares y las tiendas del gourmet se han convertido en un timbre de exquisitez al que tienen acceso las clases medias. No hay que poner más palabras para caer en la cuenta de que debemos cambiar el tiempo verbal y donde escribo “llevamos” poner “llevábamos”, porque este sueño de estómagos alegres se ha evaporado en apenas un parpadeo histórico y a la altura del año 13 del siglo XXI las comilonas felices están dando paso a la seria preocupación por llenar, cuando no engañar, el estómago. Así de rápido cambian los vientos y los ciclos y así lo refleja un reciente informe de Cáritas que señala que tres millones de españoles viven en situación de pobreza extrema y que la miseria aumenta de manera notable incluso entre las personas que tienen trabajo. En esas circunstancias surgen personajes y se desarrollan episodios difíciles de imaginar hace muy poco. Así, en la localidad valenciana de Quart del Poblet un panadero ha desatado la guerra al cobrar la barra de pan a veinte céntimos. A la vez imagesCAPNTY1Nque el panadero ve crecer su negocio de manera exponencial la competencia ha tenido que recurrir a bajar el producto, a la desesperada. Estas cosas propias de las vacas esmirriadas son hoy noticia incluso en acreditados medios internacionales, y es que el milagro español, tan cantado hasta hace nada, es ya el milagro de tener algo para llevarse al estómago.

Y lo malo no es lo que hay, sino lo que se supone que viene detrás, de manera, y por poner un ejemplo, que si durante los últimos cincuenta años la literatura española se había desarrollado y había engordado al compás de la sociedad, ahora todo nos hace mirar hacia los clásicos, donde comprobamos que la española ha sido siempre una literatura muy pasada por el hambre. Cójase “El Lazarillo” o “El buscón”, de Quevedo, “La Celestina” o “El Quijote”, pasen las hojas y los siglos y quédense con Baroja o con Galdós o con Cela y comprueben que sus obras están repletas de personajes listos y tontos, golfos y benditos, pero con una propensión lastimosa a pasar hambre. Esta expresión, “pasar hambre”, es demasiado gruesa para un entendimiento de hoy y solo cobra significado cuando se coloca como concepto frente a las imágenes que muestran a enflaquecidos africanos. Entre nosotros, la mayoría, por suerte, estamos acostumbrados a tener ganas de comer, y no a la hora de todas las comidas, pero no a pasar hambre. Y lo deseable es que esos dos términos de la frase hecha no se junten, pero los datos de Cáritas y de otros observatorios sociales no ofrecen mucho espacio para el optimismo, aunque estas cosas dependen siempre del color del cristal con que se miren. Habrá que probar con el de las coloristas gafas de Montoro.

8 Responses to “El hambre y las ganas de comer”

  1. ¡La cosa viene de tan lejos! Es claro que el hambre aguza el ingenio, y que sin la miseria la humanidad no habría progresado. Sólo se mueve el hombre que quiere dejar atrás un situación lastimosa, y pasar hambre lo fue siempre. Don Ramón J. Sender, amigo muy querido, cuyos buenos oficios marcaron mi vida universitaria en California, decía con la gracia y el talento que le caracterizó siempre: ‘Mire usted, es cosa probable, aunque no probada, que si el hombre comenzó a adoptar la posición erecta no fue por gusto, sino para poder coger más fácilmente los higos…’. En tiempos pasados al hombre le movía el ingenio…, hoy ya se mueve más por el postre que por el plato básico de lentejas o judías. Hoy se echa de menos la golosina, y empieza la criatura a darse cuenta de que el plato de arroz vilipendiado, humillado, casi vergonzante, era lo importante…, y sigue siéndolo por encima de milhojas y merengues. El amigo Tirado lo ha intuido…, por eso deja caer los nombres de los grandes cocineros de la actualidad con cierta reticencia. Donde esté la cuchara que se retiren los tenedores. La historia de la gastronomía comenzó con las gachas y las sopas.

  2. Excelente comentario

  3. Buen cambio de tercio señor Tirado. Sí, el hambre y la miseria fueron siempre buen alimento (valga la ironía) para la mejor literatura universal, no sólo española, recuerda a Dostoievski, Dickens, Zola, V. Hugo, Dos Passos, Steinbeck…y tantos otros. Quizá sea debido a mala conciencia o aguda conciencia o buena conciencia. Y cambio yo de tercio. Cuando a alguien le encanta mucho algo se suele decir: te gusta más que a un tonto un lápiz. Nunca he visto a un tonto gozar con un lápiz, pero vale la expresión. La manía (el lápiz) de nuestros ignorantes tontos gobernantes (que conste que es algo endémico) son los números (económicos): los comprimen o expanden, lo traban o destraban, lo mecen o lo embrollan, lo adujan o lo aguzan, lo cosifican o lo embotan… Nunca llegará el día en que el trilero mandamás que corresponda anuncie en la pantalla grande a la hora grande algo así como: Comunico que desde que gobernamos el número de robabasuras, comebasuras, hurgabasuras ha aumentado en…

  4. Excelente artículo, podría ser la apertura de la sección de ‘Vida y Artes’ de ‘El País’.

  5. “El hambre del hambriento no tiene hache porque el verdadero hambriento se la ha comido”. Ramón Gómez de la Serna.

  6. Amigo Tirado, ha dado usted en la clave, Sin embargo, quiero mandar un abrazo a Pancracio

  7. Señor Tirado. Si señor tiene Vd. toda la razón, de todo hay dos, una cocina para ricos y otra para pobres.
    Parece que últimamente hemos bebido, pues de todo veo dos, dos cocinas, dos chicas del As y del Marca, dos Papas en Roma y hasta dos Pancracios en el blog, bueno esto ultimo lo podemos entender, pues Pancracio en su país debe ser como Gina o Raffaella en Roma.
    Efectivamente “No hay que poner más palabras para caer en la cuenta de que debemos cambiar el verbo” llevamos por amamos y donde escribe “llevamos” poner “amamos”, porque este sueño de todos allende los tiempos..
    Durante los últimos cincuenta años la literatura Mundial desde el Playboy (1953) se había desarrollado y había engordado al compás de la sociedad, ahora todo nos hace mirar hacia los clásicos, (la chica del As, La chica del Marca…)
    La expresión, “pasar hambre”, es demasiado gruesa para un entendimiento masculino y no seamos falsos, solo cobra significado cuando nos referimos como concepto a las imágenes que muestran deseo y necesidad.
    Entre nosotros, la mayoría, por suerte, estamos acostumbrados a “no pasar hambre” si a tener ganas de comer, y no a la hora de todas las comidas…

  8. Efectivamente, volvemos a los tiempos de nuestros padres. Ahora en vez de guardar el papel de aluminio del chocolate (que todo se andará) guardamos los tapones de plástico para un tratamiento de un niño en EEUU y los comedores de los colegios se convierten en el Auxilio Social (Canarias abrirá los colegios en verano para dar de comer a 8.000 escolares http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/03/26/actualidad/1364324569_502295.html). ¿Para cuándo el ahora tan añorado Impuesto de Lujo? Mientras llega, podemos desternillarnos con las falsas “Notas de Cocina de Leonardo Da Vinci” (http://blogs.elpais.com/gastronotas-de-capel/2011/09/la-falsa-cocina-de-leonardo-da-vinci.html) ¡Buen provecho!

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